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Mazazo de la pandemia a la educación infantil: la primera etapa, de 0 a 3 años, pierde 80.000 alumnos

El miedo al virus y la pérdida de empleo de los padres abren una grave crisis en el sector. Los expertos advierten de consecuencias académicas a medio plazo. El Gobierno preveía crear 65.000 plazas públicas en tres años

Beatriz Esparza, dueña de la escuela infantil Risitas, en el barrio de Patraix de Valencia.
Beatriz Esparza, dueña de la escuela infantil Risitas, en el barrio de Patraix de Valencia.Mònica Torres
Ignacio Zafra

“Nunca habíamos visto algo tan brutal”. Beatriz Esparza habla en el patio interior de su guardería, en el popular barrio valenciano de Patraix, en Valencia, del descenso de alumnos que han vivido con la pandemia. “Hemos pasado de 90 niños a 45. Por miedo al contagio, porque las familias estaban en ERTE o han perdido ingresos”, afirma rodeada de juegos infantiles de colores muy vivos mientras de fondo se oye un llanto. “Éramos 11 trabajadoras y nos hemos quedado siete. Tampoco puedes reducir más porque para atender a niños tan pequeños necesitas un volumen de personal bastante amplio. Y para el próximo curso la matrícula sigue igual…”.

Por primera vez en 20 años, en el curso que acaba de terminar ha habido menos alumnos en las etapas preuniversitarias que en el anterior. Era un punto al que iba a llegarse por el descenso de la natalidad, pero la pandemia lo ha acelerado con un salto brusco. El golpe ha sido especialmente dramático en el primer ciclo de educación infantil, la que abarca a los niños de hasta 3 años, que ha perdido 79.333 alumnos, un 17% del total, según la estadística que acaba de publicar el Ministerio de Educación.

En septiembre, el Gobierno estimaba que la caída de la matrícula este curso sería del 0,9%. Patronal y sindicatos calculan que una de cada cinco guarderías privadas ha cerrado y se han perdido unos 10.000 empleos, casi todos ocupados por mujeres, ya que se trata de un sector altamente feminizado. “A algunos les da vergüenza, pero la situación es generalizada”, sostiene Esparza y añade: “En nuestro barrio, de momento, solo ha cerrado una guardería, porque dejarlo no es fácil. Es muy duro por el personal y también porque la mayoría tenemos deudas de lo que pedimos para abrir y adecuarnos a las normativas”. Lo sucedido tendrá, además, consecuencias a largo plazo: los expertos aseguran que cada vez hay más evidencias de que la primera etapa educativa influye en la trayectoria académica posterior, con intensidad creciente cuanto menor es el nivel sociocultural de los padres.

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Una comparación da una idea de la gravedad de lo sucedido. El plan presentado en 2020 por el Ejecutivo preveía crear 65.000 plazas del primer ciclo de infantil entre este año y 2023. Es decir, menos de las que se han perdido este curso, según el último informe de avance estadístico del ministerio. La covid ha truncado el aumento de la tasa de escolarización de esta etapa, que partió de un nivel muy bajo en los noventa y no había dejado de crecer ni tras la crisis financiera de 2008, hasta alcanzar una cobertura del 41,1% de los niños de esas edades en el curso 2019-2020. La tasa ha retrocedido ahora al 36%.

El empleo de las madres

El desplome de las matrículas en las escuelas infantiles ha ido de la mano, en muchos casos, de la pérdida de empleo de los progenitores, especialmente de las madres. “Mi hijo tiene 11 meses y en circunstancias normales habría empezado a ir a la guardería en diciembre, que es cuando me tocaba reincorporarme”, dice Mónica García, de 37 años, empleada en una empresa de asistencia por carretera en Madrid. “Pero cuando los niños entran en la guardería se ponen malos con mucha frecuencia y como íbamos a tener que tirar de sus abuelos, que son población de riesgo, decidimos que yo me cogiera una excedencia. Y así sigo, con él en casa”. Mónica no tiene claro qué harán en septiembre. Los abuelos ya están vacunados, pero le sigue preocupando que su hijo “lo coja”. Y al mismo tiempo está el factor económico; “uno tira de ahorros hasta donde puede”.

Anabel Arco, de 37, y Juan Marco, de 42, también han retrasado la matrícula de su hijo, de 15 meses. La madre es guía turística en Valencia y los turistas, dice, desaparecieron con la pandemia. “Como yo no podía trabajar, no me hubiera sentido bien llevándolo estando yo en casa”. “Lo he disfrutado mucho, aunque quizá no tanto como si no hubiera habido pandemia”, comenta Arco; “tenía cierto miedo de salir y no he podido ver a mi familia tanto como hubiera querido, pero para mí no ha sido una carga”. Su hijo, en principio, irá a una escuela infantil pública el curso que viene.

Preocupante

La pérdida de 79.333 plazas es para Álvaro Ferrer, coordinador de un amplio informe sobre la educación de 0 a 3 años que Save the Children publicó en 2019, “un dato muy preocupante”. “Hay consenso en que esta etapa debe ser una prioridad por razones de compensación de desigualdades, calidad educativa y conciliación, así que es una muy mala noticia”. Las investigaciones reflejan que cuanto más tiempo pasa un alumno en esta etapa, mejores resultados obtiene más tarde, prosigue, especialmente en los niños de familias de menor nivel socioeconómico. “También se ha comprobado que es más eficaz y más barato dar educación infantil que tener que dar luego refuerzo en primaria y secundaria”.

El debate educativo desde que empezó la pandemia ha girado en torno a los colegios y los institutos, pero apenas se ha hablado de las escuelas infantiles ni se han discutido planes para atender su crisis, añade Ferrer. “Hemos propuesto a los ministerios de Educación, Hacienda y Seguridad Social medidas de apoyo a las trabajadoras, pero nos han hecho poco caso”, dice Pedro Ocaña, responsable de educación privada en CCOO.

Se espera, además, que la situación vaya a peor, al menos en el sector privado, al que pertenecen casi la mitad de las 390.425 plazas que se han cubierto este curso, afirma Ignacio Grimá, presidente de la patronal mayoritaria, Acade. La previsión es una consecuencia de la caída de la natalidad (que se desplomó un 23% en 2020) y la ampliación de los centros públicos. Grimá cree que el Gobierno debería replantearse la creación de 65.000 nuevas plazas y apostar por fórmulas de concierto o subvención de las privadas que ya existen.

Primer descenso global de alumnos en 20 años

La matrícula del segundo ciclo de infantil, al que asisten los niños de 3 a 6 años, también ha caído más (un 3,7%, 47.911 alumnos menos) de lo que se ha reducido la población de esa edad como consecuencia de la natalidad (-2,3%).

La comunidad educativa y los expertos atribuyen el desplome experimentado en el primer ciclo de infantil a una mezcla de miedo de los padres al virus y al impacto laboral de la crisis económica. En el segundo ciclo de infantil, en cambio, el exceso de caída de la matrícula responde solo al miedo, ya que, a diferencia del primer ciclo, en este caso las administraciones garantizan la gratuidad de las plazas, aunque al no ser una etapa obligatoria, corresponde a los padres decidir si quieren llevarlos. La pandemia ha reducido 1,2 puntos la tasa de escolaridad del segundo ciclo de infantil, hasta el 96%, el porcentaje más bajo desde el año 2000, que es el primero que figura en la estadística oficial.

La caída en infantil se ha sumado al descenso de la matrícula en primaria (65.433 estudiantes menos), que el informe del ministerio atribuye a causas demográficas. Ello ha hecho que la cantidad total de alumnos matriculados en España se haya reducido un 0,9, hasta situarse en 8.215.340, frente a la previsión publicada en septiembre por el Gobierno que apuntaba a una subida del 0,8%. La primera reducción del alumnado en dos décadas no ha sido mayor porque en el otro extremo del sistema educativo la Formación Profesional ha vuelto a demostrar su vigor con un aumento superior al esperado. Ha sumado 82.940 alumnos, un 9,3% más, hasta alcanzar los 974.445.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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