El FMI prevé una “carrera de obstáculos” en la recuperación en 2022
Georgieva augura que la inflación persistente, los nuevos contagios y la elevada deuda frenarán el crecimiento
La recuperación de la economía global continuará en 2022, pero el gran rebote que se vivió el año pasado irá perdiendo fuelle paulatinamente conforme los obstáculos se acumulen en forma de nuevas olas de contagios de la covid, una inflación persistente y el impacto que la subida de tipos de interés en Estados Unidos puede tener sobre los países altamente endeudados en dólares. Los riesgos sobre la actividad económica mundial no han dejado de aumentar en estas primeras semanas y arrojan un escenario incierto que va a exigir mucha finezza de las autoridades económicas para interpretar bien la situación en cada momento.
“Si tuviera que ofrecer un deseo de año nuevo a las autoridades económicas sería flexibilidad en sus políticas”, apuntó este viernes la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. “Lo positivo es que la recuperación seguirá, pero irá perdiendo impulso conforme afronte nuevas olas de contagios por la posible aparición de nuevas variantes del coronavirus, la inflación se mantenga más elevada de lo previsto y eso presione sobre los elevados niveles de endeudamiento que superan los 26 billones de dólares (22,9 billones de euros)”, dijo Georgieva durante su intervención ante el Foro Económico Mundial (WEF), que este año se ha celebrado en formato virtual y reducido precisamente por el azote de la sexta ola de la pandemia desencadenada por la variante ómicron.
Será el próximo martes cuando el FMI presente —ya con números y datos concretos— las nuevas perspectivas que ayer adelantó Georgieva y que incluyeron una recomendación a las autoridades chinas. “Quizás haya llegado el momento de revisar la política de covid cero, ahora que nos enfrentamos a una variante tan contagiosa como la ómicron y que se ha comprobado el impacto de estas medidas sobre el crecimiento de China y sobre China como fuente de crecimiento global”, señaló.
También hubo una llamada de atención a los países emergentes, generalmente más endeudados en dólares y expuestos a los vaivenes de la política monetaria estadounidense. Aunque Georgieva considera que la Reserva Federal está actuando responsablemente y mantiene un equilibrio entre la necesidad de combatir las subidas de precios y proteger la recuperación, advierte que un 60% de los países de bajos ingresos corren riesgo de sufrir problemas con su deuda, el peligro es el doble que en 2015. “Si pueden actuar y extender los vencimientos de la deuda, actúen y actúen ya”, aconsejó la responsable del FMI. La Reserva Federal ya ha anunciado que elevará, al menos, tres veces los tipos de interés en EE UU y eso creará tensión en estos países emergentes.
A diferencia de 2020, cuando los países sufrieron al unísono la pandemia y las consecuencias del confinamiento y actuaron de forma sincronizada para evitar una depresión de la economía mundial, el diagnóstico para este año es mucho más dispar. “No podemos aplicar la misma política en todos los países. Tiene que ser específica para cada país”, dijo la economista búlgara. Especialmente en lo que se refiere a la inflación, como corroboraron sus compañeros de debate Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón, y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE). A juicio de Lagarde, “la situación en Europa no tiene que ver en absoluto con el tipo de incremento de precios que afronta Estados Unidos”. “Nosotros”, afirmó Kuroda, “esperamos que la inflación pase del 0,5% al 1% a finales de este año y seguiremos adoptando una política expansionista hasta que la inflación alcance el 2%”.
Prudencia
En línea con la tesis que ha venido defendiendo Lagarde en las últimas semanas, la presidenta del BCE no ve motivos para adelantar la subida de los tipos de interés, como sí se espera de su colega de la Reserva Federal Jerome Powell para este mismo año. “No vemos una espiral inflacionista fuera de control en la zona euro. Esperamos que los alimentos y los precios de la energía se estabilicen a mitad de año, una vez que se reduzcan los cuellos de botella. Tampoco percibimos que haya negociaciones salariales al alza en estos momentos”, zanjó la dirigente europea.
Tanto Georgieva como Lagarde atribuyeron el incremento de los precios de la energía a la fuerte recuperación, los cuellos de botella de los suministros y las tensiones geopolíticas, como las que en estos momentos se viven entre Rusia y Ucrania y amenazan el suministro de gas a parte de la UE. Ninguna de ellas mencionó los riesgos derivados de la transición energética, como advirtió a principios de este mes en un discurso Isabel Schnabel, miembro del consejo del BCE, responsable de las operaciones de mercado y situada entre los halcones de la institución. Para Schnabel, la transición energética es indispensable para combatir el cambio climático, pero está demostrando que genera subidas de precios duraderas. Es lo que una parte de los economistas llama inflación verde —greenflation, en inglés— y lo que divide a parte de las autoridades monetarias entre los que consideran que el repunte de inflación es transitorio y los que no lo consideran temporal y, por lo tanto, exigen medidas, como Jerome Powell.
“En realidad, somos víctimas de nuestro propio éxito, de haber logrado que la política monetaria y fiscal hayan funcionado bien y de que el proceso de vacunación haya sido más rápido de lo previsto. Dependemos de lo que nos vayan diciendo los datos pero debemos ser humildes porque subestimamos la recuperación, la creación de empleo y la inflación”, declaró Lagarde.
En la zona euro, las autoridades monetarias están pendientes de lo que pase en la segunda mitad del año con las negociaciones salariales, especialmente en Alemania, donde los convenios se negocian a medio plazo y un alza de salarios puede provocar los temidos efectos de segunda ronda del alza de precios. Quizá con esa intención deslizó Georgieva otro mensaje: “no solo los bancos centrales deben actuar para combatir la inflación”.
Cuatro mujeres al frente de la economía global
Tradicionalmente, la última jornada del Foro de Davos, cuando se hacía de forma presencial y también ahora que se ha celebrado en formato virtual, suele estar dedicada a la economía global y a las perspectivas financieras. Solía ser la jornada de lo que se denomina el “hombre de Davos” por excelencia, dominada por hombres de mediana edad, vestidos todos con similares trajes oscuros.
Este año, la jornada ha confirmado, sin embargo, la relevancia que han ganado las mujeres al frente de los principales puestos económicos internacionales. Kristalina Georgieva dirige desde 2019 el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde sucedió precisamente a Christine Lagarde, que pasó por aquellas fechas a presidir el Banco Central Europeo (BCE). Junto a ellas, en el mismo debate, participaba ayer Sri Mulyani Indrawati, ministra de Finanzas de Indonesia y en esa condición presidenta este año de las reuniones económicas del G-20, el grupo que reúne a las principales economías mundiales.
El cierre de la edición de 2022 de este peculiar Foro Económico Mundial (WEF) corrió también a cargo de otra poderosa mujer: la secretaria del Tesoro de EE UU, Janet Yellen, nombrada por Joe Biden tras su llegada a la Casa Blanca, en 2021. Yellen se mostró optimista respecto a la recuperación de la economía estadounidense y se dedicó a desgranar “la economía moderna de la oferta”, con la que pretende aumentar el número de trabajadores, mejorar las infraestructuras, impulsar la educación y la investigación con el fin de aumentar el crecimiento potencial y aliviar las tensiones inflacionistas.
Al término de la edición virtual, el WEF anunció su intención de celebrar una reunión presencial en Davos del 22 al 26 del próximo mes mayo.
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