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El BCE reducirá las compras de deuda en 2022 pero no subirá los tipos de interés

La institución pondrá fin al programa vinculado a la pandemia en marzo, pero promete “flexibilidad” ante la incertidumbre que impone el coronavirus

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno de la institución el pasado mes de octubre.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno de la institución el pasado mes de octubre.KAI PFAFFENBACH (Reuters)
Lluís Pellicer

El Banco Central Europeo (BCE) decidió este jueves ir aflojando su política expansiva y poner punto final en marzo de 2022 al programa de compras de deuda vinculado a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), que dotó con 1,85 billones de euros. La institución enfila una suerte de transición para ir retirando estímulos. Sin embargo, dos veces leyó su presidenta, Christine Lagarde, las líneas de su discurso en las que hacía referencia a la máxima con la que va a pilotar esta salida: “flexibilidad”. En un nuevo intento de conciliar Norte y Sur, Lagarde anunció que seguirá reduciendo el volumen de compras con el PEPP hasta marzo para, a partir de entonces, elevar la munición de su programa tradicional (APP, por sus siglas en inglés). En todo caso, en conjunto el nivel de adquisiciones se reducirá a la mitad en abril de 2022. Eso sí, advirtió que el plan puede reanudarse en caso de necesidad.

Lagarde resolvió el dilema al que se enfrentaba sin salirse demasiado del guion. Debía buscar una salida para atender al fuerte aumento de la inflación sin poner en peligro la recuperación justo cuando Europa limita su vida pública ante una nueva variante. Finalmente, el alza de precios, que llega al 6% en Alemania, ha obligado al BCE a mover ficha. Sin embargo, Fráncfort ha optado por una jugada menos agresiva que la del Banco de Inglaterra o la Reserva Federal y que, en todo caso, le permita volver a posiciones de defensa si es necesario. En la retina de Lagarde está el traspiés del expresidente del BCE Jean-Claude Trichet, quien en 2011 decidió una fatal subida de tipos ante la primera amenaza inflacionista.

El Consejo de Gobierno del BCE ya había decidido en septiembre relajar su programa de compras. Ahora está adquiriendo cada mes unos 80.000 millones en deuda, de los cuales 60.000 corresponden al PEPP y 20.000 al APP. La institución decidió ir reduciendo las compras del programa vinculado a la pandemia hasta cero. Y cuando ello ocurra, incrementará la munición del APP hasta los 40.000 millones, en el segundo trimestre, y a 30.000, en el tercero. A partir de octubre, volverá a los 20.000 millones durante el tiempo que “sea necesario”.

Uno de los principales problemas del APP es la falta de flexibilidad del programa pandémico. Por ejemplo, bajo ese paraguas no es posible comprar deuda griega al carecer del grado de inversión. Eso llevó a los analistas a pensar que el BCE lanzaría un nuevo programa de transición. Sin embargo, finalmente aprovechará la máxima flexilidad que le permitan las reinversiones de deuda que vaya venciendo del PEPP, que se prolongaeán hasta 2024.

Lagarde admitió que ese plan, que deja intacto el precio del dinero— había tenido sus detractores, pero que contaba con una “gran mayoría” dentro del consejo. “Hay algo para todos. El impulso para un periodo corto del APP es claramente una victoria para los halcones, mientras que el final abierto del programa debe considerarse un triunfo para las palomas”, sostiene Carsten Brzeski, economista jefe de Macroeconomía de ING. Esa mano izquierda con la que ha actudado Lagarde, en opinión del analista, complica saber cuál es la dirección que seguirá el BCE a partir de ahora.

Menor expansión en 2022

Lagarde sí lo dejó claro: la economía de la zona euro crece y a cada nueva oleada de covid avanza menos a tientas. Sin embargo, cada tanda de contagios se traduce en restricciones y en un nuevo golpe a sectores como el turismo y el ocio. De hecho, el BCE rebajó las previsiones para 2022 y aumentó las de 2023. En plata: vuelve a espaciar la subida del rebote. Para la institución, la economía de la zona euro crecerá el 5,1% en 2021, el 4,2% en 2022, el 2,9% en 2023 y el 1,6% en 2024.

También es superior la inflación esperada para los países de la moneda única, que llegó al 4,9% en noviembre. “Se espera que la inflación se mantenga elevada a corto plazo, pero debería disminuir durante el próximo año. Las perspectivas de inflación se han revisado al alza, pero aún se prevé que la inflación se sitúe por debajo de nuestra meta del 2% en el horizonte de proyección”, afirmó Lagarde en la rueda de prensa posterior al consejo. En concreto, las previsiones de los economistas del BCE pasan por un alza de precios del 2,6% en 2021, del 3,2% en 2022, del 1,8% en 2023 y del 1,8% en 2024. Ese descenso de la inflación —que dependerá en buena medida de la evolución de los precios de la energía— llevaron a Lagarde a considerar que “todavía se necesita un ajuste monetario” para que la tasa de inflación de estabilice en el objetivo que fija el mandato del BCE.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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