Los alimentos se encarecieron un 28% en 2021, hasta máximos desde los años setenta
El índice global de la FAO bajó ligeramente en diciembre, pero el organismo ve “poco margen para el optimismo”
Los precios de la comida siguen disparados. El índice de precios de los alimentos, que elabora mensualmente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y que recoge la evolución en todo el mundo, cerró el año pasado con un aumento del 28,1%. Todos los subíndices (cereales, aceites vegetales, lácteos, carne y azúcar) echaron el cierre a 2021 con subidas robustas, las mayores en muchos años, según las cifras publicadas este jueves por el organismo con sede en Roma: para dar con un nivel más alto en términos reales hay que remontarse a mediados de la década de los setenta, cuando las tasas generales de inflación eran de doble dígito.
Diciembre, sin embargo, corrigió parcialmente el rumbo de los meses anteriores: el índice de la FAO cerró con un ligero descenso del 0,9% respecto a las cifras del mes precedente, fundamentalmente gracias a la moderación de los aceites vegetales y el azúcar. Con todo, Abdolreza Abbassian, economista de la FAO, avisa de que “el elevado coste de los insumos, la pandemia y la creciente incertidumbre climática dejan poco margen para el optimismo”. Todo, subraya en la nota difundida por la agencia de las Naciones Unidas, “a pesar de que normalmente los precios altos dan lugar a un aumento de la producción”.
En 2021, la escalada general estuvo liderada por los aceites vegetales, que cerraron el año recién terminado en máximos históricos tras apuntarse una subida cercana al 66%. En diciembre, en cambio, su precio se moderó en algo más de un 3% gracias al abaratamiento del girasol y la palma, mientras que la soja y la colza mantuvieron su vigor. Aunque menor, también fue relevante el alza del azúcar, que se disparó un 37,5% en 2021 a rebufo del consumo, que se despertó en 2021 del letargo en el que le sumió el confinamiento de 2020.
Los cereales, base de la dieta a lo largo y ancho del mundo, se encarecieron algo más de un 27% el año pasado, hasta su nivel más alto desde 2012. Dos de los más comunes, el maíz y el trigo, se anotaron un 44% y un 31% respectivamente, ante la confluencia de una demanda creciente y una oferta ligeramente menguante. Una doble circunstancia que, según la FAO, ha sido especialmente acuciante en el caso de los grandes exportadores de trigo (Rusia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Ucrania). El contrapunto lo pone el arroz, que completa el trío de granos clave en la alimentación de la humanidad y que se abarató un 4%, escapando de las alzas generalizadas. Un respiro especialmente relevante para Asia, donde su consumo es especialmente intenso.
En el campo de los alimentos de origen animal, los lácteos (leche, leche en polvo, mantequilla y queso) subieron casi un 17% arrastrados por una demanda al alza —en especial, la procedente de Asia— y unas exportaciones limitadas en los principales países productores. Las carnes, por su parte, se encarecieron un 13% el ejercicio pasado, arrastrados por el ovino y, en menor medida, por el bovino y las aves de corral.
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