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El Gobierno baraja una subida del IRPF para las rentas más altas

Hacienda ultima con Podemos un aumento de alcance muy limitado en los Presupuestos

La ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero, el 1 de septiembre.
La ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero, el 1 de septiembre.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)

El Gobierno había anunciado en agosto que con la pandemia aplazaba su reforma fiscal. Y hace dos semanas que solo aprobaría algunos ajustes. El Ejecutivo tiene sobre la mesa una subida en el impuesto del IRPF para las rentas altas. Es parte de la negociación de los Presupuestos para el año que viene que está ultimando Hacienda con Unidas Podemos y tendría un alcance muy limitado dado el contexto económico y de congelaciones salariales. Sería un repunte simbólico en un tramo alto para dar el argumento a Podemos de que ha aumentado la tributación a los ricos, explican diversas fuentes gubernamentales.

En Hacienda y Economía tienen muy claro que no es momento de tocar los impuestos. Hay que dejar que el enfermo se estabilice antes de tomar medidas para elevar la recaudación. Sin embargo, los pactos para aprobar los Presupuestos son prioritarios. Y una subida en los tramos más altos de renta afecta a pocas personas, unas 100.000 declaran más de 150.000 euros, y tendría un impacto escaso en el consumo. El vicepresidente Pablo Iglesias negocia para mantener la mayoría de la moción de censura y aprobar unos Presupuestos que darían estabilidad al Ejecutivo de coalición. Así podría alegar que él es el pegamento de esa mayoría. Sin embargo, este bloque no aseguró ni la última prórroga del estado de alarma, ni los Presupuestos fallidos de 2019. Así que Moncloa quiere aprovechar la centralidad que tiene en el tablero para negociar también con Ciudadanos y garantizarse por otro lado los Presupuestos. Fuentes consultadas creen que Cs aceptaría una subida testimonial del IRPF a rentas muy altas siempre que acordasen con ellos algunas medidas de alivio a la ciudadanía.

En cualquier caso, el repunte no está fijado, probablemente solo sería un tramo y sería algo menor que el planteado en los Presupuestos que no se lograron aprobar, señalan. Entonces se anunció un alza de dos puntos en el tipo de las rentas superior a 130.000 euros, cuatro puntos más a partir de 300.000 euros y otros cuatro puntos más para las rentas de capital por encima de 140.000 euros. Existe el precedente de la subida generalizada que aplicó el PP en 2012.

Esta elevó entre seis y siete puntos el tipo a los que ganaban más de 150.000 euros. Mientras en las rentas medias se recaudó algo más, en las altas se dio una leve caída. Y provocó un desplome del 18% en el número de contribuyentes del tramo más alto. En el debate está si esa caída fue por fugas del impuesto o por la recesión. “Se puede subir simbólicamente la tarifa de renta un poco. El problema está en si estableces un impuesto de patrimonio incrementado sobre las grandes fortunas. Eso sería muy negativo y podría producir deslocalizaciones”, sostiene Javier Martín, socio director de Ideo Legal.

Con 20.000 millones del fondo europeo, las cuentas de 2021 tendrán un fuerte aumento de las inversiones que hará fácil justificar los apoyos. Ese margen también se podrá usar para lograr adhesiones a los Presupuestos, admiten fuentes gubernamentales.

El presidente Sánchez aseguró en agosto que la reforma fiscal del pacto de coalición se aplazaría hasta recuperar la economía. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insistió hace dos semanas en el mismo mensaje, y añadió que solo se incorporarán “ajustes en algunas figuras”.

Nuevas figuras fiscales

Al margen de los “ajustes”, se continúa con la tasa Tobin y la Google, que no se aprueban vía Presupuestos por ser tributos de nueva creación y cuya tramitación ya está en marcha. Si no hay obstáculos, entrarían en vigor a principios de 2021. Antes de la pandemia, el Ejecutivo calculó que estas tasas ingresarían 850 y 968 millones al año, respectivamente. Su potencial recaudatorio ha sido sin embargo cuestionado, sobre todo en las tecnológicas, un gravamen que ya tenía en la agenda el Gobierno de Rajoy. La crítica es que las multinacionales pueden seguir desviando beneficios a países con una fiscalidad más baja mientras no exista un acuerdo global, en el que trabaja la OCDE.

Por otro lado, el Gobierno ha descartado aprobar el impuesto a las grandes fortunas propuesto en mayo por Podemos. Tampoco habrá reforma de la financiación autonómica. Hacienda tenía previsto abordar su renovación armonizando los impuestos de sucesiones y donaciones y sobre el patrimonio. Pero la pandemia ha trastocado las prioridades.

Los Presupuestos de 2019 que el Gobierno no logró aprobar preveían que la subida a las rentas altas arrojara 330 millones en ingresos. Una cifra del todo insuficiente para compensar el boquete que la crisis sanitaria está generando en las cuentas públicas —el Banco de España prevé un déficit de doble dígito— y que no tiene en cuenta las posibles reacciones de los contribuyentes afectados, que tienen más capacidad para mover sus rentas. “El déficit estructural es tal que no será suficiente con subir la presión fiscal a las rentas altas. Las medias también tendrán que soportar un aumento de presión fiscal, ya sea vía IVA o vía IRPF”, dice el catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona Alejandro Esteller-Moré.

Pero el momento aún no ha llegado. Los organismos nacionales e internacionales recomiendan esperar a que se consolide la recuperación para llevar a cabo un ajuste. También la OCDE ha recomendado recientemente mantener los estímulos fiscales “el tiempo que sea necesario” y poner el acento en los impuestos verdes y los tributos sobre la propiedad y las ganancias del capital una vez llegue la recuperación, evitando aumentar la carga sobre el trabajo y el consumo como se hizo en la Gran Recesión.

El Ejecutivo admite una caída del PIB de dos dígitos este año

De enero a julio, los ingresos tributarios cayeron un 12%, un 7,8% en términos homogéneos, una vez corregidos de cambios en el ritmo de las devoluciones y los aplazamientos puestos en marcha con la emergencia sanitaria. Según la Agencia Tributaria, la caída del IRPF en el mismo periodo fue menos pronunciada, un 1,3%, reflejo de que figuras como los ERTE están evitando una mayor destrucción de empleo y manteniendo a flote las rentas. Para el conjunto del año, el Ejecutivo prevé que la recaudación se contraiga menos que la economía. Según las previsiones que Hacienda trasladó a Bruselas en mayo, los ingresos retrocederían solo un 5% en 2020, unos 25.700 millones menos que en 2019. Pero la nueva ola de contagios y la amenaza de confinamientos enturbian las previsiones.

El Gobierno ya admite que este año habrá una caída del PIB de dos dígitos frente al 9,2% que pintó en mayo. La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, declaró la semana pasada en el Congreso que todas las previsiones están alineadas en torno a una caída del 11% este año. El Banco de España da una horquilla entre el 10,5% y el 12,6%. Y los analistas del consenso de Funcas dan una media del 12%. Calviño también señaló que para el año que viene se espera una recuperación en torno al 7% sin tener en cuenta la mejora que podría producirse por las inversiones de fondos europeos. Antes del 15 de octubre el Gobierno presentará el cuadro macro que utilizará para los Presupuestos y para el plan de reformas e inversiones que enviará a Bruselas.

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