Mariana Mazzucato: “Los cambios en el capitalismo solo se dan si el Gobierno los fuerza”
La economista lleva tiempo alertando del debilitamiento de lo público y de la necesidad de que los gobernantes adopten una posición activa en el diseño del modelo económico
No muchos economistas pueden presumir de contar entre sus admiradores con el Papa, como Mariana Mazzucato (Roma, 51 años). En una carta al Comité Panamericano de Jueces, Francisco les animó a leer su libro El valor de las cosas, ahora que el coronavirus amenaza con una crisis económica como ninguna otra en el último siglo. “Creo que ayuda a pensar el futuro”, señaló el Pontífice. Y la incorporó a la sesión informativa semanal que convoca el Vaticano para escuchar ideas. Mazzucato lleva mucho tiempo alertando del debilitamiento del Estado y de la necesidad de que los Gobiernos adopten una posición activa en el diseño del modelo económico. La entrevista, como signo de los tiempos, se realiza a través de Zoom, con la académica en su casa de Londres.
Pregunta. ¿Este renovado protagonismo del Estado es temporal o ha venido para quedarse?
Respuesta. La crisis sanitaria ha llevado al Estado a casi cada rincón de las economías, desde el sistema de salud, al rescate de algunas industrias o la liquidez de los bancos centrales. Dado el tamaño de la emergencia nadie pregunta de dónde sale el dinero, igual que en las guerras. Esto debería ser una llamada de atención sobre cómo gestionamos sectores decisivos para que nuestras economías y nuestras sociedades sean más resistentes. No solo se trata de una financiación apropiada sino también de la vertebración del sistema de salud público, de cómo producimos los respiradores o sobre el sistema educativo. Esta crisis nos debería obligar a repensar la economía.
P. ¿En qué sentido?
R. No podemos ser solo imaginativos cuando hay una crisis como la de 2008. El modelo de referencia para la etapa posterior a la crisis debería basarse en tres pilares. El primero, que el dinero puede crearse, también en la zona euro. El segundo, que hay que financiar y respaldar a los sectores decisivos, como el sistema sanitario, y llevar a cabo una modernización del Estado del bienestar, porque nuestras necesidades han cambiado. Y tercero, el Gobierno debe introducir condicionalidad en las ayudas que están solicitando sectores como las aerolíneas o el turismo para orientar el crecimiento hacia un modelo más sostenible, prohibir a esas empresas la recompra de acciones o exigirles mantener el empleo.
P. Eso exige mucho dinero público.
R. El problema es que el Estado ha dejado de hacer su trabajo. Las farmacéuticas, por ejemplo, reciben cada año miles de millones de dólares de dinero público en desgravaciones fiscales y, si reciben dinero público, el Estado debería imponer condiciones sobre las garantías de suministro. La carencia actual de mascarillas, de respiradores o de geles desinfectantes está directamente ligada a la desindustrialización de los países desarrollados, que se han convertido mayoritariamente en economías de servicios.
P. ¿Hablamos de capitalismo de Estado?
R. No se trata de que el Estado pase a decidir cómo se dirigen las empresas sino que no se limite a ser un mero regulador, que pase a ser un referente y un creador junto al sector privado. Eso exige inversión para diseñar un modelo que proporcione el tipo de crecimiento sostenible e inclusivo que necesitamos y eso requiere inversión pública y privada.
P. Tras la revolución liberal de los ochenta se hablaba del efecto expulsión que el sector público tenía sobre el privado.
R. Ese es un concepto ideológico que sin embargo puede ser cierto en determinados aspectos. En esta crisis, por ejemplo, EE UU ha recurrido a la Ley de Producción de Defensa para forzar a las empresas a fabricar respiradores. Eso no expulsa al sector privado, que no los estaba haciendo. También es verdad que un mayor papel del Estado puede conllevar problemas de corrupción a la hora de decidir qué sectores ganan y cuáles pierden. Lo que debería hacer el Gobierno es fijar una dirección, un modelo. Pensemos en el Pacto Verde. Es verdad que el Gobierno debería hacer algunas inversiones pero sobre todo debería redirigir sus incentivos en forma de créditos, regulación o desgravaciones hacia una determinada forma de inversión o innovación. Por ejemplo, cuando la industria del acero en Alemania pidió ayudas públicas, el Estado les obligó a reducir sus desechos.
P. ¿Es la Teoría Monetaria Moderna (MMT) la solución?
R. Lo que yo defiendo es una economía orientada hacia un propósito, en una dirección. No estoy planteando lanzar dinero desde un helicóptero, sino la creación de estructuras que permitan absorber esa creación de dinero. Si, como defiende la MMT, solo creas dinero es evidente que eso puede crear inflación si no se aumenta la capacidad de la economía.
P. ¿Asistimos a la misma crisis del capitalismo que vivimos en la crisis de 2008?
R. Los orígenes son diferentes. En 2008 asistimos a una crisis derivada de la ultrafinanciación de la economía, tanto del sector financiero como de las empresas y los hogares. En esta crisis nos hemos dado cuenta de que nuestro modelo de crecimiento está no solo esquilmando el planeta sino que nos pone en contacto con animales que no hemos visto con anterioridad, con virus para los que no tenemos defensas, como consecuencia del sistema insostenible de producción que tenemos. Pero el denominador común de ambas crisis es la desigualdad. En este tiempo, se ha hablado de que las empresas deberían aumentar su valor para todos los partícipes, no solo para los accionistas, como en el último Foro de Davos. Pero la covid-19 demuestra que eso solo sucede si el Gobierno lo fuerza.
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