¿Esperarías 10 semanas para tomarte un botellín?
Los cuatro hermanos Fernández Pons han pasado de elaborar un producto artesano y ecológico en un garaje a producir 100.000 litros. Tardan 70 días en crear su cerveza.
Cuando los cuatro hermanos Fernández Pons (Diego, Jorge, José Manuel y Jacobo) decidieron hace 16 años adentrarse en la aventura de fundar una cervecería ecológica y artesana, abrir una empresa semejante era una idea insólita e incluso extravagante. Por entonces en España no había ejemplos a seguir o una demanda como parece haber hoy en día. En 2004 viajaron a Burnley (Mánchester, Inglaterra) para que un maestro cervecero les enseñara los secretos del zumo casero de cebada, agua y lúpulo. Tras mucho trabajo y numerosas pruebas, en 2006 sacaron al mercado su primer producto: Altura de vuelo. Se convirtieron, dicen, en los primeros productores de cerveza artesana en la Comunidad Valenciana y los segundos en España, un mes después que Rosita, de Tarragona. Ahora ofrecen siete modelos (una de ellas sin gluten) y producen al año unos 100.000 litros.
La vida profesional de la cervecería Fernández Pons es uno de los muchos ejemplos de emprendedores que han tenido que adaptarse, no solo a un nuevo nicho de mercado, sino también a la irrupción del comercio electrónico, a la dura competencia de las grandes multinacionales y a las dificultades de distribuir algo tan delicado como los productos envasados en vidrio. “Cuando empezamos no había nada en Internet. Nuestro secreto ha sido el trabajo duro, constante y con la idea fija de vender un producto de mucha calidad”, comenta Jacobo, el hermano mayor. Para hacer frente a las complejidades de la distribución –el mayor reto al que se enfrentan este tipo de empresas–, Fernández Pons ha comenzado a distribuir sus productos en el market place de Correos (Correos Market), una plataforma web donde los clientes pueden adquirir los botellines sin costes de envío.
El secreto de su cerveza está en el tiempo de elaboración, de media 10 semanas cada botellín, una técnica parecida a la maduración del vino. Sus creadores subrayan que es un tiempo elevado comparado con otras cervezas. Sus ingredientes son ecológicos y su fermentación es doble, la última dentro de la botella, mientras duerme en una sala de la fábrica durante dos meses. No se filtra ni pasteuriza. Todo el proceso es natural.
A pesar de haberse multiplicado, las microcervecerías continúan siendo un pequeño porcentaje en el océano de la comercialización del zumo de cebada en España. De los 38,6 millones de hectolitros que se produjeron en España en 2018, el 1% fue de cervezas artesanas, según un informe de Cerveceros de España.
Correos Market, una nueva forma de llegar más lejos
Para una empresa que vende productos frágiles, el transporte es uno de los puntos logísticos más importantes. María Zalamea, directora de la fábrica de cervezas Fernández Pons, reconoce que "siempre han sido mejores productores que comercializadores", por lo que la distribución siempre les ha resultado una pequeña barrera. Razón por la que entraron a formar parte de Correos Market, un servicio que la empresa de paquetería ofrece a artesanos con productos tradicionales y de calidad. En él, los pequeños empresarios venden sus productos en una plataforma web y Correos se encarga de enviar sus productos a cualquier parte de la Península y Baleares.
Un apellido, cuatro oficios
Un mismo apellido y cuatro caras de un mismo prisma empresarial: Diego es enólogo con experiencia, Jacobo diseñador, José Manuel gerente de una empresa internacional y Jorge dirige una fábrica tradicional de pasamanería valenciana. Compaginan sus trabajos con el de la cervecería. La unión de las aptitudes de los hermanos es uno de los modelos que, en los últimos años, más ha triunfado en las startups de éxito. No obstante y a pesar de los buenos resultados y las críticas favorables que reciben, admiten que aún no han llegado a superar el umbral de rentabilidad. “Todo lo que ganamos lo reinvertimos para mejorar la calidad”, dice Jacobo. Del garaje de una casa de la localidad de Casas del Rey (Valencia), pasaron a una fábrica del mismo pueblo –de donde utilizaban el agua de un manantial– y, finalmente, a Godella. “En Casas del Rey era difícil llevar a cabo la logística de la empresa. Es una aldea donde no pasan los camiones todos los días”, comenta María Zalamea, directora gerente de la fábrica actual.
Con el traslado en 2015, pasaron de producir 1.000 litros a 2.000 en cada remesa y abrieron la fábrica al público, donde ofrecen visitas guiadas y degustaciones. Además de ser un ingreso extra, la opinión de los visitantes siempre es esencial, para cualquier negocio, para mejorar su producto y saber por qué camino moverse. Desde su creación, los hermanos han visto cómo otras nuevas marcas han ido llenando la estanterías de las tiendas y tabernas. Estas empresas han aumentado en los últimos ocho años del medio centenar hasta superar las 500, según datos del informe Beer Statistic 2018, publicado por The Brewers of Europe, asociación que agrupa a la mayoría de las organizaciones de cerveceros europeos. También han presenciado cómo otras han cerrado o se ven obligadas a vender cerveza por debajo de la calidad habitual. “Hay productores que no se pueden permitir tirar la cerveza y la venden. No está mala, pero no se ajusta al prototipo de calidad que normalmente distribuyen”, subraya Jacobo.
La filosofía ecológica de los hermanos también es un reflejo del aprovechamiento de los restos que genera la producción de cerveza. En lugar de desecharlos, decidieron comprar un alambique y destilar el mosto cervecero para obtener alcohol y elaborar su propia marca de vermú ecológico: Ciento Volando. En la actualidad, además, están diseñando licores de baja graduación como limoncello y una gama de ginebras de alta calidad.
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