El fraude de los jamones caducados: congelar y falsear etiquetas para vender carne pasada
Descubiertos en pocas semanas miles de kilos de productos cárnicos en mal estado con etiquetaje alterado en varias provincias de España
La Policía Nacional y la Guardia Civil han decomisado en tres operaciones en pocas semanas cientos de toneladas de jamones y otros productos cárnicos caducados, e incluso en mal estado, que las sociedades o personas implicadas pretendían —en algún caso lo habían conseguido— volver a poner en el mercado, después de falsificar etiquetas o precintos. Fuentes de la Guardia Civil y del Ministerio de Sanidad sostienen que, por el momento, se trata de operaciones independientes que han coincidido en fechas cercanas. En todo caso, se sigue investigando por si pudieran tener conexión.
El problema ya no es, como años atrás, que productos de calidad media o baja se hagan pasar por gourmet y pata negra —un timo más o menos habitual que los productores de ibéricos trataron de encarrilar con la norma de calidad de 2014 y los precintos que indican la raza y el método de alimentación del animal—. En estos casos el fraude consiste en que productos cuya fecha de consumo preferente o caducidad ha expirado y que deberían ser destruidos son devueltos al mercado tras falsificar las etiquetas, que deben incluir todos los datos que permitan la trazabilidad de la carne.
La última de las incautaciones se produjo este fin de semana en Fuente Vaqueros (Granada), después de que unos agentes dieran el alto a un camión frigorífico en un control rutinario. Al inspeccionar la carga, detectaron los productos cárnicos y acompañaron al conductor a su destino, una nave donde se almacenaba un lote de 10.700 jamones y embutidos ibéricos caducados y en mal estado de conservación que sus propietarios estaban moviendo de sitio. En la inspección de la nave, se descubrieron “anomalías” en el etiquetado, indicios de que algunas etiquetas habían sido manipuladas, lo que hace sospechar que la intención era poner de nuevo esos productos en el mercado, según fuentes de la Guardia Civil. Ahora se trata de averiguar de dónde habían salido esos productos, que ya han sido incinerados.
Las mismas fuentes afirman que por ahora no se ha hallado ninguna conexión ni con la operación que en marzo descubrió más de 30.000 kilos de carne congelada caducada en unas naves de Mallorca a la espera de ser distribuida en colegios, hoteles y restaurantes; ni con el decomiso, destrucción e inmovilización de cientos de toneladas de jamones, embutidos y otros productos cárnicos caducados e incluso en estado de putrefacción en varias naves de la Comunidad Valenciana y Extremadura. Fuentes de la consejería valenciana de Salud indican que son cinco las industrias cuya actividad ha sido suspendida y en otras nueve se han realizado “controles especiales”. Se ha retirado producto en estas empresas y en puntos de venta. Este caso dio pie a una alerta sanitaria de la Agencia Española del Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), del Ministerio de Sanidad, que avisó contra el consumo de productos de varias marcas: Jamón Bodega Alto de Aitana, Jamón Bodega Sierra Gorda, Aire de Mariola, Serranía de Ameta, El Galán, Jamones Croval, Don Enrique y Oro la Ermita.
Pese a la coincidencia de casos en pocas semanas, ni la Guardia Civil, ni el Ministerio de Sanidad, ni la patronal ANICE tienen constancia de que haya habido un repunte de este tipo de fraudes. Por su parte, la patronal de la industria cárnica ANICE admite su “preocupación”, aunque rechaza hablar de tramas. “Son delincuentes como puede haberlos en cualquier sector”, apunta.
¿Cómo se puede poner producto caducado en circulación?
¿Cómo es posible que una partida de carne caducada, que según la normativa debe ser destruida por incineración, llegue a manos de alguien que pretenda reintroducirla en el mercado? Fuentes de la industria cárnica explican que el dueño del producto es quien debe garantizar que la mercancía salga de la circulación. Es decir, o bien el productor si no lo ha vendido, o, en su caso, el distribuidor que no haya llegado a vender la mercancía comprada.
En cualquier caso, la fecha de caducidad o de consumo preferente debe estar especificada en la etiqueta del producto. En los casos destapados en las últimas semanas se han detectado “anomalías” en el etiquetado, que pueden ser indicio de falsificación para poner de nuevo en circulación la mercancía defectuosa.
El reglamento 1169/2011 de la UE regula las normas sobre el etiquetado de los productos alimentarios y establece la información que debe aparecer en ellas: desde la caducidad al origen del producto o la presencia de alérgenos.
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