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Europa se rinde al aguacate

El continente se apunta un récord histórico en la importación de esta fruta, que se ha multiplicado por cuatro desde 2000, hasta casi medio millón de toneladas

 Un puesto de aguacates en el mercado mexicano de la Merced.
Un puesto de aguacates en el mercado mexicano de la Merced. Cuartoscuro

Para los suecos, el taco mexicano es sagrado. En Estocolmo y en otras ciudades de ese país se ha instaurado desde hace varios años el Taco Friday: una especie de fiesta en la que el platillo azteca es la estrella y brilla por todo lo alto en los bares y restaurantes. Ni siquiera en México se le rinde tanta pleitesía a este trozo de tortilla de maíz acompañado de un guiso y que casi siempre se sirve —al menos en esa nación del Viejo Continente— con cilantro, cebolla, un chorrito de lima y un poco de guacamole. La fiebre por el taco es todo un fenómeno y ha sido uno de los catalizadores que ha impulsado la importación de aguacates en esa nación: tan solo en los últimos 17 años la venta de esta fruta a Suecia se ha incrementado un 237%, hasta rebasar las 20.000 toneladas.

Pero Suecia no es el único país que vive este auge por el aguacate. Europa entera se ha rendido a la fruta milenaria. Las importaciones de este alimento en la Unión Europea se han multiplicado por cuatro entre 2000 y 2017. Tan solo el año pasado, la entrada de este producto alcanzó una marca histórica: 486.063 toneladas, de acuerdo con la base de datos Comtrade de la ONU. La expectativa es que al cierre de 2018 se apunte un nuevo récord, según los expertos consultados.

Existen varias razones por las que el consumo de aguacate se ha disparado. Una de ellas está relacionada con la promoción de las propiedades nutritivas de este alimento, que aporta gran cantidad de proteínas y tiene un alto contenido de aceites vegetales, explica Cindy van Rijs­wick, analista de frutas y verduras de la consultora RaboResearch Food & Agribusiness. Aunado a ello, la disponibilidad y calidad en el mercado europeo ha mejorado considerablemente en los últimos años, detalla Van Rijswick. “Las empresas comercializadoras [de este fruto] han comenzado a ofrecer aguacates listos para el consumo [sin tener que esperar a que maduren], lo que realmente ha impulsado su venta”, agrega.

“Hace 40 años era casi imposible que un europeo comiera aguacates”, espeta Julián Díaz Robledo, autor de La magia milenaria del aguacate (Granada Club Selección, 2017). “Para muchas personas era un alimento demasiado exótico y difícil de incluir en la dieta diaria… a pesar de que Europa fue el primer continente, fuera de América, en donde creció este fruto [a principios del siglo XVI]”, comenta el experto. Pero el actual éxito gastronómico del producto se viene cocinando desde hace varias décadas. Fueron los franceses, en los años setenta, los primeros europeos en integrar el aguacate en sus platos.

Los principales suministradores de esta fruta al mercado europeo son Perú y Chile

La táctica israelí

En tal empeño colaboró la acción de los israelíes. Por aquel entonces, los agricultores de ese país buscaban explotar la cosecha del fruto —cuyas primeras plantas habían importado desde América, en los años 20 del siglo pasado— y vieron en Europa el mercado ideal para lograr su cometido. Así que empezaron a regalar la fruta entre los comedores de las industrias y colegios públicos en París, para que los trabajadores y estudiantes se habituaran a su consumo, explica Díaz Robledo. “Después, los restaurantes lo incluyeron de inmediato en sus menús”, subraya el experto. Ahora es un producto habitual.

El consumo per capita en la Unión Europea es de alrededor de un kilogramo anual, según las estimaciones del Centro para la Promoción de Importaciones desde Países en Desarrollo, una institución que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores de los Países Bajos. Pero la cifra aún está lejos de alcanzar la ingesta de los estadounidenses —los mayores importadores y consumidores de esta fruta en el mundo—, que fagocitan cerca de tres kilogramos por persona anualmente.

En Europa, los Países Bajos se han convertido en el segundo mayor importador de aguacates. Sin embargo, cuatro de cada cinco van a parar a las mesas de otros países europeos. Respecto al consumo, tradicionalmente Francia es el mercado más grande de aguacates. Reino Unido y España están experimentando un crecimiento muy fuerte, mientras que en Alemania los consumidores se están acostumbrando a comer la fruta con cierta regularidad y esto ofrece un gran potencial de crecimiento, destaca el Centro para la Promoción de Importaciones desde Países en Desarrollo. “Las redes sociales han promovido mucho los aguacates. Hay muchos platos en Instagram y a la gente le gusta cada vez más la comida que se ve bien en las fotos”, agrega Van Rijswick.

Morir de éxito

El precio del aguacate fluctúa según la calidad, la disponibilidad y la variedad. En España, el precio del kilo de la variedad Hass (la más conocida en Europa) ronda entre los 2,5 y 3 euros, lo que significa un aumento de un 50% respecto a los precios de hace tres años, explica José Linares, presidente de la Asociación Española de Productores de Frutas Tropicales. El abastecimiento de aguacates para Europa será cada vez más difícil, no solo en términos de cantidad, sino también en términos de calidad y sostenibilidad, según el Centro para la Promoción de Importaciones desde Países en Desarrollo. Además, el mercado asiático acaba de descubrir las ventajas del aguacate y reclamará más suministro.

Los mayores suministradores de esta fruta en la región son Perú y Chile, a la cabeza, seguidos de Sudáfrica, México, Israel, Kenia y Colombia. España es el único país de Europa que se destaca en la producción del producto. El año pasado se exportaron más de 107.000 toneladas de aguacate español (un 17% más que el año anterior y un 79% más que hace un lustro), según las estadísticas de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas. El 71% de lo que se vende va a parar a un racimo de países: Francia, Reino Unido, Alemania y Países Bajos.

La posición de España es única, reconoce José Linares, presidente de la Asociación Española de Productores de Frutas Tropicales. El microclima tropical que se tiene en Granada, Málaga y Canarias (en donde se concentra el 90% de la cosecha de este alimento) ha permitido que el país se sume al auge de las ventas. Sin embargo, la falta de agua impide la expansión de los cultivos. “La producción se ha estancado, mientras que la demanda ha ido aumentando”, se lamenta Linares. “Estamos perdiendo el carro del boom en Europa y posiblemente en el mundo”.

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