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Chorizos ‘made in USA’

La empresa Embutidos España, fundada en 1985, busca un socio estadounidense para fabricar en Florida productos cárnicos

La fábrica de Escalonilla (Toledo) cuenta con 23 secaderos y 10 cámaras frigoríficas.
La fábrica de Escalonilla (Toledo) cuenta con 23 secaderos y 10 cámaras frigoríficas.

Para los productores españoles de carne, tanto fresca como elaborada, entrar en el mercado estado­unidense es una lenta y costosa carrera de obstáculos. Las exigencias aduaneras y de sanidad animal son tan restrictivas que muchos exportadores acaban desistiendo. Para los que insisten, sin embargo, hay grandes oportunidades: un mercado de cerca de 300 millones de consumidores en el que los productos cárnicos españoles tienen una gran reputación y muchas posibilidades de crecimiento.

La toledana Embutidos España logró en mayo enviar sus primeras partidas de jamón al país norteamericano. Pero, para seguir creciendo la firma con sede en Escalonilla (Toledo) ha decidido apostar por otra estrategia: fabricar sus propios embutidos en el mayor mercado de las Américas.

"Tenemos el objetivo de poner en marcha una planta en el Estado de Florida", señala el director general de la empresa, Miguel Ángel España. "Vamos a constituir una joint venture con un socio industrial norteamericano para producir embutidos, especialmente chorizo, lomo y salchichones. La materia prima sería estadounidense y nuestro objetivo es elaborar un producto al gusto del consumidor local, pero también con recetas tradicionales de nuestra tierra. Estamos orientados al público en general, pero muy especialmente a la población hispanohablante".

Fuerte crecimiento

La estrategia es coherente con el historial de una firma, que ha logrado crecimientos de hasta dos dígitos en una industria tan madura como la cárnica. Corría el año de 1985 cuando Miguel España, entonces con 32 años y que había sido empleado con cargos de responsabilidad en varias empresas del sector, decidió iniciar su propia aventura con la puesta en marcha de la sociedad que hoy lleva su nombre.

Desde entonces, sus cuatro hijos se han incorporado al negocio: Diego, María del Carmen, Rubén y el director general, Miguel Ángel. Los España hacen gala de su apellido y de la bandera nacional en sus envoltorios, una decisión a contracorriente del resto del sector alimentario español que —afirman— les ha hecho ganar clientes fuera del país a costa de algunos tropiezos en el mercado interior.

La empresa se enorgullece de su compromiso con los sabores y productos tradicionales sin perder la oportunidad de innovar. Aunque no todas las apuestas salen bien: un chorizo de pavo, lanzado hace más de una década para atraer al público que por motivos religiosos no consume cerdo, tuvo que retirarse por el elevado coste de fabricación y la escasa demanda.

Otros factores señalados por España como pilares de su crecimiento son la calidad de los productos y la fidelización de los consumidores. De los 600 metros cuadrados iniciales, la fábrica de Escalonilla ha pasado a ser una de las mejores instalaciones del sector, con 15.000 metros cuadrados repartidos en 23 secaderos, 10 cámaras frigoríficas, tres salas de empaquetado, dos líneas de loncheado y un laboratorio físico-químico microbiológico. A esto se le suma la fábrica de jamones en Gerindote (a escasos cinco kilómetros de Escalonilla), de 22 secaderos en 12.000 metros cuadrados, con espacio para unas 350.000 piezas de carne.

Toda esta maquinaria se abastece con 6.000 toneladas de carne al año. Además de una finca de 1.000 cerdos ibéricos en Velada (cerca de Talavera de la Reina), la firma trabaja con proveedores externos, tanto de cerdo de bellota (adquirido en zonas de dehesa), como de animales de capa blanca, procedentes de las tradicionales explotaciones porcinas toledanas.

En 2016, la empresa facturó 32 millones de euros (un 17% más que el ejercicio anterior), y un 30% corresponden a las ventas en más de 70 países. Esto le permitió aumentar la plantilla un 15%, hasta los 120 trabajadores, en una zona eminentemente rural de la provincia de Toledo.

España e Hijos se autodenomina el líder del mercado mundial del lomo: en sus diferentes presentaciones, la empresa comercializa cerca de 2.500 toneladas del producto, tanto de ibérico como de cerdo blanco. Sin embargo, el jamón sigue siendo el responsable de la mitad de su facturación. Cada año, 525.000 piezas salen de sus secaderos, de las que unas 100.000 son de ibérico.

Esto se debe a que el jamón es el motor de las exportaciones de la firma: se lleva el 80% del negocio fuera de España. Holanda es el mayor cliente, seguido de Hong Kong, Croacia, Alemania y Australia. A pesar de que la Unión Europea es el mayor comprador (uno de cada cinco euros facturados lo son en el bloque continental), el objetivo es seguir creciendo en los países asiáticos —sobre todo China y Japón— y en Estados Unidos.

En el país norteamericano, los España han de competir, sobre todo, con los productos de inspiración italiana (como el salame o el pepperoni), presentes en el mercado estadounidense desde hace más de un siglo. Y, también, con otras empresas españolas que también buscan su lugar: la riojana Palacios (propiedad de la estadounidense Carlyle), que ya fabrica chorizos en EE UU, vendidos con la marca Quijote a través de su filial Elore; y la gerundense Noel, que junto a un socio local prepara una factoría de chorizo y jamón en Nueva Jersey.

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