Motor de arrastre
Las economías emergentes pueden servir de motor de crecimiento para los países desarrollados
Los últimos informes de previsiones de organismos económicos internacionales coinciden en anticipar para 2013 un crecimiento del PIB mundial superior al de 2012. El responsable de esta aceleración no será EE UU, que parece haberse estabilizado en una velocidad de crucero del orden del 2%. Tampoco el área euro, que apenas avanzará unas décimas (con riesgo de repetir el registro negativo de este año). Las noticias positivas, de nuevo, las encontramos en las economías emergentes. Si bien, cada vez más, analizar este grupo de países como un todo es erróneo (ni siquiera cabe la simplificación por áreas geográficas), sí es posible detectar ciertas pautas comunes.
Así, el repunte de la inflación a comienzos de 2011, en un contexto de intenso crecimiento económico y vinculado al encarecimiento de las materias primas, llevó a sus autoridades económicas a iniciar un proceso de endurecimiento de la política monetaria y fiscal. Sus efectos, los clásicos: desaceleración y reconducción de las tasas de crecimiento de los precios hacia los objetivos de sus bancos centrales. Pero la intensidad de la ralentización económica se hizo excesiva, al coincidir con la pérdida de dinamismo del entorno exterior.
En consecuencia, desde hace un año y medio, la mayoría de las economías emergentes (salvo alguna excepción, como Colombia, que se ha sumado recientemente) aprovecharon el margen de estímulo que les otorgaban unos tipos de interés reales positivos, unas ratios de deuda pública de apenas el 30% del PIB (también aquí hay excepciones, aunque escasas), unos déficits públicos cercanos al 2% y otras herramientas tradicionales, como el coeficiente de caja, para volver a dinamizar las economías (no se han aplicado medidas heterodoxas, salvo la intervención en el mercado de divisas para evitar la apreciación de sus monedas).
Recomendable que se sigan de cerca los desequilibrios de países como Turquía e India
En definitiva, una ralentización económica buscada, controlada y reversible. Aunque es necesario acumular señales más sólidas y persistentes en los próximos meses, los últimos indicadores apuntan a que el ciclo en los emergentes podría haber marcado un punto de inflexión durante el verano. Que la recuperación va a ser lenta es evidente, con Brasil, a buen seguro, como principal ejemplo (el dato de PIB del tercer trimestre lo ha puesto de manifiesto, lastrado por la inversión empresarial). Que no se van a alcanzar las cotas de crecimiento de 2010 es obvio, con China como paradigma (el rango 7%-8% es más sostenible y con un modelo productivo más orientado hacia el consumo interno y menos intensivo en inversión).
Recomendable es que se sigan de cerca los desequilibrios de algunas economías, como Turquía e India. Y que algunos cuadros macroeconómicos comienzan a presentar rasgos anticipatorios de potenciales problemas futuros (Chile, Colombia y Perú) ya ha quedado patente. Pero es claro que en 2013 los emergentes crecerán a una tasa lo suficientemente elevada como para servir de arrastre a los desarrollados vía sector exterior. No solo es importante que China, India, Brasil, Rusia, Indonesia, etcétera, recuperen tasas sólidas de avance de PIB, sino cómo lo hacen, con un mayor protagonismo del consumo de las familias y de la inversión en infraestructuras.
David Cano y Cristina Colomo son profesores de Afi, Escuela de Finanzas Aplicadas.
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