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Gran poder de atracción para el dinero

España es el segundo inversor en Brasil y un banco español es el primer prestamista en un país donde se dispara el crédito. Su Gobierno pisa el acelerador para financiar las nuevas obras

Imagen del Congreso Nacional, en la capital, Brasilia. / BLOOMBERG
Imagen del Congreso Nacional, en la capital, Brasilia. / BLOOMBERG

Mientras los futbolistas ya entrenan para el Mundial y los atletas piensan en las marcas, Brasil pisa el acelerador de las inversiones para financiar la modernización del país, desarrollado en algunos aspectos, pero emergente en otros. La irrupción de las clases medias en la sexta economía de consumo del mundo está disparando la demanda de crédito para la adquisición de inmuebles. El sector bancario, formado por más de 400 entidades financieras, aunque dominado por seis grandes grupos —entre públicos y privados—, parece ser el elegido por la presidenta de la República, Dilma Rousseff, para reanimar una economía que ha moderado su crecimiento, desde el 7,5% hasta el 4% previsto para 2012, y que no parece tener problemas de empleo en los próximos cuatro años, aunque será necesario mucho dinero para financiar carreteras, trenes, puertos y aeropuertos para acceder a estadios y demás instalaciones deportivas.

 Brasil tiene gancho, eso que los técnicos de la New Economics Foundation (NEF) denominan “efecto aspiradora”. El tamaño del gigante sudamericano (40% del PIB de Latinoamérica) parece haberse igualado con el de su demanda en bienes y servicios. Y España es, tras EE UU, el segundo inversor extranjero con casi 90.000 millones de dólares de inversión acumulada; solo en 2011, el flujo comercial español con el país sudamericano superó los 6.000 millones. Un mercado que alcanza los 200 millones de habitantes y cuya economía ha estado creciendo en los últimos años por encima del 7% es un mercado de grandes oportunidades, se mire por donde se mire.

La economía brasileña acusó el cansancio del ritmo imprimido por su anterior presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, pero tras la llegada de Rousseff a la jefatura en 2010 recupera la velocidad a golpe de estímulos. Los frutos tardan en llegar, hasta que en junio pasado la actividad económica creció a un ritmo como no lo había hecho desde marzo de 2009. Un analista de Espirito Santo señala que “el país parecía haberse dormido en los laureles de la década anterior para afrontar nuevos retos”, justo los que tiene ahora por delante.

Brasil enciende motores tras la confirmación de que sería sede mundial, y por partida doble, de los dos mayores eventos de la década: la Copa del Mundo de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Así las cosas, Paulo Gonçalves de Morais, director de Crédito y Caución en Brasil, destaca que “a pesar de la imagen actual, Brasil es un mercado con mayores oportunidades de comercio y con una economía que espera un crecimiento sobre el 4% el próximo año”. En el mismo sentido se pronuncian expertos de la escuela de negocios IESE que se fijan en “las dimensiones del mercado brasileño y las expectativas de crecimiento, junto a las fuertes inversiones públicas y concesiones previstas para los próximos años, todos ellos elementos fundamentales a la hora de calificar Brasil como un objetivo estratégico para el sector empresarial español”.

El Ejecutivo brasileño quiere estar a la altura de los eventos que le mantendrán en pantalla durante los próximos años: tiene prisas por modernizar las infraestructuras. Por ello lanza un plan por el que se necesitarán 67.000 millones de dólares para construir carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos, auténtico cuello de botella de los transportes del país. Un plan de reactivación de la economía que está reclamando la atención de inversores.

Ajuste de créditos y comisiones

Año, además, complicado para el sector bancario brasileño, marcado por la caída de la rentabilidad en los tres trimestres transcurridos del ejercicio. Es lo que sucede con los resultados de los cuatro mayores bancos del país, sometidos desde el pasado abril a las presiones desde el Ejecutivo y la presidenta Dilma Rousseff para que el sector financiero en general y los mayores bancos en particular reduzcan comisiones y ajusten los costes de los créditos a clientes al considerarlos “excesivamente altos”. Eso sí, y concediendo más préstamos. Presiones que habrían repercutido no solo en los resultados trimestrales, sino también en las previsiones de cierre del ejercicio.

El mercado bancario brasileño está liderado por el Itaú-Unibanco, el mayor banco privado del país por activos y el más rentable, que al término del tercer trimestre del año ganaba (beneficio neto) 1.706 millones de dólares, un 13,4% menos respecto al mismo periodo de 2011. Banco Bradesco es el segundo, y en el tercer trimestre mejoró ligeramente el beneficio para superar los 1.400 millones de dólares. El Banco Santander es el tercero privado por activos de Brasil —y principal prestamista extranjero—, con unas ganancias netas de 889 millones de dólares en el tercer trimestre: un 7% más. El banco sigue al pie de la letra la recomendación de la presidenta del país, como muestra el aumento en un 10% del crédito, si bien la morosidad parece haber repuntado ligeramente.

El Banco do Brasil, el mayor por activos de titularidad pública del país, se mantiene con ganancias superiores a los 1.300 millones dólares, con ligera subida respecto al año anterior, y habría sufrido en propias carnes, al igual que el resto de competidores, la reducción de las comisiones por servicios. Sin embargo, el tropiezo en los beneficios de los grandes bancos locales era esperado por los analistas debido a esas presiones oficiales para que el sector ajustase los intereses y, sobre todo, las comisiones por servicios.

La representación bancaria española en aquel país, por actividad financiera y presencia en el mercado, se reduce a la filial del Banco Santander, con 3.775 oficinas, 18.419 cajeros automáticos y 25,3 millones de clientes. Es la filial considerada por el Grupo Santander como la más importante fuera de España, pues aporta el 50% de los beneficios a la casa matriz. El banco da empleo en aquel país a 54.856 personas. Otras entidades españolas, también presentes en el mercado brasileño, trabajan a través de oficinas de representación.

El Banco Santander se hizo fuerte en Brasil con la adquisición en 2.000 de dos entidades: el Banco Bozano Simonsen y el Banco Meridional. En ese mismo ejercicio adquiere el 30% del capital y el 60% de los derechos de voto del Banco del Estado de São Paulo (Banespa). Años más tarde, el Santander alcanzó el 97% tras una OPA sobre el 67% del capital de Banespa.

Una empresa especializada en análisis crediticio llama la atención sobre un cambio en la economía que sí puede ser una auténtica revolución: “Los consumidores no solo están gastando el excedente de su salario, sino que además ya se gastan el que no tienen”. Lo cierto es que la banca local viene acelerando el crédito a través del fácil acceso de las clases sociales. Crecen los préstamos a un 22%, cerca de 900.000 millones de euros en un año, lo que significa, entre otras cosas, un auténtico filón para las entidades financieras presentes en el país.

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