Irán exhibe su poder en plena crisis de Gaza y amenaza a los reformistas
El líder supremo, Ali Jameneí, califica a Israel de "tumor canceroso"
Los dirigentes iraníes sacaron ayer partido de la crisis de la flotilla de la libertad para ensañarse con Israel y desviar así la atención de sus problemas internos. "Israel es un tumor canceroso", declaró el líder supremo, Ali Jameneí, durante la ceremonia por el 21º aniversario de la muerte de su predecesor y fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruholá Jomeini. Esa conmemoración les sirvió para exhibir el nivel de respaldo popular del régimen frente a quienes cuestionan su legitimidad. Los dos millones de iraníes que, según cifras oficiales, se congregaron en el mausoleo de Jomeini constituyen un poderoso mensaje a la oposición, a punto de cumplirse un año de las elecciones que denunció como fraudulentas.
Teherán utiliza el suceso del abordaje para eludir los problemas internos
"El ataque al convoy de ayuda a Gaza ha mostrado la barbarie del régimen sionista", declaró Jameneí, antes de hacer un llamamiento a las naciones del mundo para que frenen las atrocidades israelíes. "Miles de flotillas similares en todo el mundo navegarán con luchadores por la libertad para acabar con el régimen sionista y traer la paz y la libertad a toda la humanidad", manifestó por su parte el presidente Mahmud Ahmadineyad, dando un nuevo enunciado a su tema favorito, la pronta desaparición de Israel.
Sin embargo, a nadie le ha pasado desapercibido que mientras en medio mundo se organizaban manifestaciones de condena a la actuación israelí, en Irán apenas ha habido unas escuálidas protestas orquestadas por las autoridades. Las más numerosas se celebraron ayer, al terminar las plegarias del mediodía, y bajo estricto control oficial. Como ha señalado el analista Meir Javedanfar, "Jameneí tiene miedo. No de Israel, sino de su propia población". El temor del Gobierno iraní es que cualquier concentración pueda volverse en su contra como ya sucediera el año pasado durante el Día de Jerusalén o las procesiones de Ashurá.
Los opositores iraníes todavía insisten, 12 meses después, en que Ahmadineyad "robó" las elecciones del 12 de junio. Y a menos de una semana de ese aniversario, las sensibilidades están a flor de piel. El presidente volvió a repetir ayer que los comicios fueron "cien por cien libres" y aseguró que "el Gobierno iraní es el más democrático del mundo". "Nunca abandonaremos al líder" y "Muerte a los hipócritas" coreaban los cientos de miles de iraníes llegados hasta el mausoleo en los 49.600 autobuses fletados por las autoridades.
Jameneí, que tiene la última palabra en todos los asuntos de Estado, también criticó a los dirigentes de la oposición. "Lo que cuenta es la posición actual de la gente, no lo que han hecho en el pasado", manifestó en alusión al papel histórico que tuvieron las dos principales figuras del Movimiento Verde, el ex primer ministro Mir-Hosein Musaví y el ex presidente del Parlamento Mehdi Karrubí, que no estaban presentes en la ceremonia. "Algunos de los que acompañaron al imam en el avión que le trajo de París a Teherán fueron luego colgados por haberle traicionado", añadió en lo que sonó como una advertencia.
Muestra de las profundas divisiones que aquejan al sistema, los simpatizantes de Ahmadineyad impidieron la intervención de Hasan Jomeini, uno de los nietos del ayatolá, con gritos de "Muerte a Musaví" y "Muerte a Karrubí", una poco velada crítica a sus simpatías reformistas. Hasan, que es el guardián del legado de su abuelo, intentó reanudar su discurso varias veces, pero terminó abandonando el estrado. "La dignidad del aniversario no merece lo que este pequeño grupo está haciendo", se le oyó decir. Según la agencia ILNA, otros familiares de Jomeini también abandonaron el acto en protesta por el incidente.
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