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Análisis:Debate sobre la crisis
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tocar fondo y seguir escarbando

Antón Costas

"La fase más aguda de la crisis ha quedado atrás". Con esta rotunda afirmación inició el presidente Rodríguez Zapatero su intervención en el debate sobre la crisis que tuvo ayer lugar en el Congreso. El resto de su discurso y su anuncio estrella —la subida de impuestos en un esfuerzo de "solidaridad" ciudadana— se apoyó en esa afirmación. Y los contrincantes se encontraron incómodos a la hora de negar la primera y oponerse a la segunda.

Esa idea polémica tuvo dos consecuencias para el desarrollo del debate parlamentario. En primer lugar, le sirvió como estratagema taurina para citar a los contrincantes hacia el terreno que a él más le gusta: el del optimismo. Le dieron por todos los lados: por la derecha, por la izquierda y por el centro. Pero obligó a sus rivales a jugar ese papel incómodo para un político que es el decir a los ciudadanos que estamos mal y vamos a peor, mientras su mensaje fue el de que estamos mal, pero vamos bien, algo que a la ciudadanía le gusta más.

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En segundo lugar, la idea de que lo peor ha pasado le permitió justificar su medida estrella de política económica: el aumento "limitado y temporal" de los impuestos por una cuantía equivalente al 1,5% del PIB. Aproximadamente unos 15.000 millones de euros, algo posible de conseguir siendo "humilde", como le pidió Rosa Díez, y anulando los regalos fiscales que el propio Zapatero ha ido haciendo a lo largo de los últimos años.

De esta forma, un debate que presumiblemente iba a centrarse en el agujero del déficit público y sus consecuencias negativas para las cuentas públicas y la economía, y que permitía a la oposición denunciar la irresponsabilidad y el mal gobierno de Rodríguez Zapatero, giró hacia el de la subida de impuestos, terreno en el que puede atraer las simpatías de la izquierda a la vez que pone incómodos a los conservadores. Si lo peor ha pasado, ¿por qué no aprovechar para subir un poco los impuestos a los ricos y financiar las políticas sociales a los más pobres y desamparados?, vino a decirle Zapatero a Rajoy y a Duran Lleida.

Más allá de estos ejercicios de ideología y retórica política, ¿cuál es el riesgo que le veo al nuevo giro de política económica de Rodríguez Zapatero? Que de la misma forma que al tardar en ver la crisis agravó las consecuencias sobre la economía, ahora su optimismo puede llevarle a adelantarse en ver la recuperación, abanderando una política de consolidación fiscal prematura —mediante recorte de gastos y aumento de impuestos— en un momento en que la economía española necesita aún fuertes estímulos fiscales para evitar producir más paro.

Una política de este tipo me hace recordar una advertencia que recibí de mi profesor y maestro en la Universidad de Barcelona Fabián Estapé. En la crisis de los años ochenta le hice el comentario de que creía que la recesión estaba tocando fondo. Con su conocida, proverbial, sarcástica ironía, me respondió: "Chaval, recuerda que siempre es posible escarbar". Hoy es posible que estemos tocando fondo, pero conviene recordar esta advertencia.

Antón Costas es catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona.

ANÁLISIS

Antón Costas

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