El último examen con vistas al otoño
El nuevo escenario político vasco conocerá el respaldo de la izquierda 'abertzale' ante su propuesta - Los partidos evitan hablar de una segunda vuelta del 1-M
La temible elevada abstención en las elecciones de hoy al Parlamento europeo, fomentada por una anodina campaña, parece aconsejar a la mayoría de los principales partidos vascos huir de toda comparación una vez conozcan sus resultados de esta noche para que, sobre todo, no puedan ser interpretados como una segunda vuelta de los comicios autonómicos del 1-M. Ni siquiera el PP, alentado por los sondeos favorables bajo la estela de Mayor Oreja y después de haber recuperado como tercera fuerza parlamentaria un inusual protagonismo en la escena política vasca, se atreve a comparar su votos, aunque intuye que el viento le resultará favorable.
Sólo acepta tal desafío la izquierda abertzale, principal ausente en la cita de marzo. Comparece decidida ante las urnas bajo el paraguas de una candidatura, Iniciativa Internacionalista (II-SP), dispuesta a condenar el uso de la violencia para la consecución de los objetivos políticos y así evitar su aislamiento. Arnaldo Otegi, Rafael Díez Usabiaga y Eugenio Etxebeste, Antxon han liderado sin disimulos el paso al frente para calibrar mediante esta lista cuál es la actual musculatura de su opción política. Lo hacen conscientes de que la apuesta ideológica que plantearán en el otoño venidero, que sucederá al pronunciamiento de ETA al término de su actual proceso de reflexión, necesita de evaluaciones previas sin demasiado riesgo como la de hoy.
La polarización tranquiliza al PSE-EE ante su suerte electoral
El PNV necesita marcar territorio a los socialistas tras perder 'su' Gobierno
Con todo, la izquierda abertzale lo tiene fácil hoy para driblar los paralelismos siempre recurrentes en toda cita electoral: en las europeas de 2004 tampoco compareció. Otra cosa bien distinta es que si su carismático cabeza de lista, Alfonso Sastre, no obtiene el escaño les resultará difícil disimular la decepción. Además, el altavoz de Estrasburgo durante la próxima legislatura se antoja una golosina para el entorno abertzale, dispuesto a abrir la segunda vuelta de una negociación política.
Aunque lo disimulen, a nadie le resultará ajeno el resultado de II-SP, a Aralar y EA, sobre todo. La coincidencia de ambas formaciones en la misma candidatura europea impide una radiografía precisa de su respectiva cuota electoral, pero les será imposible no mirar de reojo el dato del rival; en el caso de Aralar, para calibrar hasta dónde tiene blindado su granero, y en el de EA, para salir indemne de los efectos de su guerra cainita antes de que llegue la izquierda abertzale con su proyecto del polo soberanista y fagocite el suyo.
Los socialistas vascos, en cambio, parecen no sentirse excesivamente concernidos por tan insulso envite electoral de Europa. Han experimentado desde 2004 tal espectacular evolución al alza en las sucesivas citas con las urnas que se sienten muy seguros. Cualquier hipotético retroceso -difícil siempre que se asiste a una polarización PSOE-PP, como ocurrió en las generales de 2008- podrían interpretarlo desde Euskadi como una cuestión de Estado y cargar sobre los efectos de la crisis económica toda culpabilidad.
En el PSE-EE, además, habrá también un lógico interés en saber la suerte que corre la izquierda abertzale. No es descartable, incluso, que algunos de sus dirigentes -Jesús Eguiguren, por ejemplo-sientan la tentación de hacer esta misma noche una proyección de alcance si los radicales deciden acudir a las elecciones locales y forales de 2011 bajo el ropaje de criticar toda expresión de violencia. En las elecciones de hoy, los resultados del PNV no van a poner nervioso al PSE-EE porque es inviable la comparación, y eso lo saben unos y otros. Sin embargo, los jeltzales quieren aprovechar la oportunidad para acercar su aliento a quienes les han arrebatado su Gobierno.
Por si no lo consiguieran, Izaskun Bilbao ya se ha apresurado a negar que se "trate de una segunda vuelta del 1-M". Pero Iñigo Urkullu, muy activo durante toda la campaña, sabe que necesita de una victoria en clave interna y externa, ya que se presume un otoño convulso que exigirá al PNV una nítida definición. Ibarretxe sí lo tiene claro: de hecho, le bastó hablar cerca de su casa para que el resto del partido aprendiese cómo alentar a sus fieles y azuzar al enemigo.
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