Presagio
Es una comadrona que siempre lleva consigo la botella mágica con que consigue partos indoloros. Al comenzar la película la botella se le cae al suelo y se hace añicos. "Algo malo va a pasar en este pueblo", presagia la mujer.
Los que la oyen se quedan aterrados, sugestionados con el sentido de la amenaza. Uno de ellos despide a sus trabajadores, otro desabastece el mercado almacenando en su casa todos los víveres de los que puede hacer acopio, un tercero se niega a sacar su harina y venderla con lo que desaparece el pan...
Varias historias se van entrecruzando tras el presagio de la comadrona, fruto de la histeria que se contagia entre los habitantes de la aldea. Al final de la película, cuando todos la abandonan en un extraordinario éxodo, la comadrona sentencia: "¿Lo ven? Ya les dije que algo iba a pasar en este pueblo".
Se trata de un cuento del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, anterior a Cien años de soledad, que el español exiliado en México Luis Alcoriza llevó al cine en 1975. "El miedo a un posible desastre es en definitiva el desastre mismo", declaró Alcoriza defendiéndose de las malas críticas que su película obtuvo en México. Presagio adquiriría actualidad frente a la crisis que nos invade.
Cabreados
Luis Alcoriza, que en este otoño hubiera cumplido noventa años de edad (falleció en 1992), fue ayudante y guionista de Luis Buñuel, y realizó bastantes buenas películas (Tlayucan, Mecánica nacional, A paso de cojo...), siempre atento a lo que pasaba a su alrededor. También a los convenios profesionales del cine, en cuyas causas militó activamente.
No sé si en este momento estaría tan cabreado como los peliculeros españoles que han divulgado nuevas quejas contra la reciente regulación estatal del cine. O si pensaría que a fuerza de proclamar éstos que el cine español iba mal, ha acabado por ser cierto. En los últimos tiempos ha habido protestas y barullo en todos los ámbitos. Hasta en el de las directoras, que finalmente parecen haber conseguido paridad a la hora de rodar, qué cosas.
Productores, distribuidores, televisiones, actores, guionistas, estudios y otras ramas del oficio cinematográfico, han desfilado por los periódicos reclamando cosas y anunciado catástrofes.
Las películas, mientras tanto, han seguido siendo regulares, cuando no malas. Pocas buenas, como en todas partes. La auténtica crisis.
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