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Entrevista:JACQUES DIOUF | Director general de la FAO

"La única solución es la inversión"

Alicia González

Llegó a Madrid por la mañana, procedente de Austria, pero lo hizo con retraso y eso alteró toda su agenda. Aquí le esperaban sus colaboradores, con los que iba despachando los temas del día de camino a la primera reunión. Tras el almuerzo de trabajo le reservan apenas 20 minutos para una entrevista; luego atiende a una televisión, y sale disparado para la conferencia sobre alimentación que organizaba el Partido Socialista, el principal motivo de su visita. Después llegará su encuentro con el presidente del Gobierno y con el ministro de Asuntos Exteriores. Y vuelta a Roma, sede central de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en sus siglas en inglés).

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No es un ritmo fácil, y menos a los 70 años. Pero después de haber pasado los últimos 12 advirtiendo de los riesgos que se cernían sobre la alimentación hoy cuenta con el apoyo y el reconocimiento de la comunidad internacional y "no quiere desaprovechar el momento", admite uno de sus colaboradores. Jacques Diouf (Senegal, 1938) reconoce que, durante mucho tiempo, su discurso ha caído en saco roto, pero que no por eso ha dejado de hacerlo. Las acusaciones por falta de previsión -dice- hay que hacérselas a otros.

"En 1996, la FAO organizó la primera cumbre mundial de jefes de Estado y de Gobierno para advertir sobre los problemas de seguridad alimentaria. En ese encuentro se tomó la decisión de reducir el número de personas afectadas por el hambre a la mitad para 2015. En 2002 se convocó la segunda cumbre, y ahí ya se advirtió que íbamos en la mala dirección, que si continuábamos por ese camino no íbamos a alcanzar los objetivos en 2015, sino en el año 2150", precisa.

Diouf insiste en que en septiembre pasado alertó de que la crisis alimentaria traería "no sólo problemas a nivel humano, ético o económico, sino también a nivel político y social". Poco después, se produjo la primera huelga en Italia por la subida del precio del trigo. Después llegarían las protestas en Haití, en el norte de África, en varios países del sureste asiático... Sin embargo, la crisis de las tortillas ya había estallado en México muchos meses antes, a principios de 2007, por el encarecimiento del maíz, sin que nadie -tampoco la FAO- interpretara las protestas como una señal de cambio.

La sensibilidad internacional ante las subidas de precios es muy reciente, y ahí el Gobierno español ha sido pionero. "El pasado 17 de diciembre lancé una iniciativa contra el alza de precios de los productos alimenticios, y entonces solamente España apoyó de forma inmediata iniciativas en esa dirección. Con ocasión de la conferencia de alto nivel de principios de junio en Roma ha sido la primera vez que ha habido una reacción a escala mundial y, aunque no era el propósito del encuentro, diferentes países e instituciones han anunciado una ayuda de 11.000 millones de dólares para combatir el problema".

Habla en un español que no oculta su acento africano ni la traducción literal de muchas expresiones procedentes del inglés, la lengua en la que desarrolla buena parte de su trabajo. Podría hacerlo también en francés y en wolof, la lengua principal de su Senegal natal. Sus gestos constantes y su expresividad delatan la vehemencia de su discurso.

"Por primera vez hay una realización de que el problema lo es a escala mundial. Hay un problema de inflación en los países desarrollados, como se ha visto en la reacción del Banco Central Europeo sobre los tipos de interés, [...] y reacciones populares en muchos países pobres". Y recalca: "Por primera vez hemos visto a jefes de Estado reconocer que fue un error no haber invertido lo necesario en estos años en el sector agropecuario, ¡y se necesita valor para reconocerlo!".

Diouf rechaza simplificar las causas de la crisis. "Hay muchos factores. El cambio climático, en particular las sequías y las inundaciones, ha disminuido la oferta de productos alimenticios en un tiempo en el que las reservas estaban muy bajas: 407 millones de toneladas de granos, el nivel más bajo desde 1980. El aumento de la población también se nota en la demanda: 78,5 millones de habitantes más por año que van a llevar la población mundial de 6.000 a 9.000 millones en 2050. Además, hay mayor demanda de los países emergentes. Su población tiene mayor poder adquisitivo y pueden comprar más alimentos y de mayor calidad, en particular de carne y leche. Y se necesitan ocho kilos de granos para obtener un kilo de carne", relata el responsable de la FAO.

Entre esos factores no se puede obviar el impacto de los biocombustibles. "Por si fuera poco, una parte de la producción que debería ir a alimentación ahora va a alimentar coches. Alrededor de 100 millones de toneladas de granos y con fuertes subsidios de por medio para impulsar el proceso".

La FAO no cree que la escalada de precios en los alimentos vaya a seguir a este ritmo, "pero no van a bajar, aunque depende de factores que no controlamos" como las recientes inundaciones en la zona agrícola de Estados Unidos.

Diouf urge una acción de las potencias desarrolladas. "Es urgente invertir en agricultura en los países pobres. Bastarían entre 24.000 y 30.000 millones de dólares anuales, y eso supone menos del 10% de los subsidios que los países ricos otorgan a sus agricultores, unos 372.000 millones anuales. Por no hablar de los gastos militares...". Y ahí lo tiene claro: "Es mejor poner dinero para alimentar a los pobres que dar dinero para matar a personas en todo el mundo".

Ésa es, quizá, su principal denuncia. "Hay un problema de equidad en las condiciones del comercio internacional. Muchos países en África que eran exportadores de grano han dejado de hacerlo porque no pueden competir con las producciones que tienen subsidios. Y eso debe negociarse en el marco de la Ronda de Doha".

Entre las prisas que le meten sus asesores, Diouf se despide con una gran sonrisa. "Espero que haya entendido mi español y haya quedado claro mi mensaje. La única solución es la inversión". -

Jacques Diouf en una anterior visita a Madrid.
Jacques Diouf en una anterior visita a Madrid.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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