Exultantes y como una piña
La 22ª gala de los Goya reunió a la industria del cine, que acudió con optimismo a su gran noche
Como una piña y exultante. Así se mostró el cine español, cuyos integrantes sacaron sus mejores galas para hacer frente a la tormenta que caía fuera del Palacio Municipal de Congresos de Madrid, donde se celebró la XXII edición de los premios Goya, y de esta manera capear el temporal de los malos resultados de 2007. "A pesar de lo que está cayendo es una buena cosecha", aseguró Blanca Portillo a la entrada de la ceremonia. Si hubiera que escoger un color predominante sería el plata, como el de Maribel Verdú. Ese tono también fue elegido por Silvia Abascal, Gracia Querejeta, Neus Asensi, Santi Millán o una espectacular Manuela Velasco, la sufridora de REC, que ganó posteriormente en su categoría. Comenzó la noche con sonrisas entre los candidatos, lanzándose piropos los unos a los otros. Los veteranos, como Manuel Alexandre o Álvaro de Luna, se mezclaban con los rostros jóvenes más conocidos de la televisión: Hugo Silva, Alejo Sauras o Mónica Cruz, con un traje negro de Dolce&Gabbana. Juan Antonio Bayona, gran favorito de la noche con El orfanato, se mostró dubitativo. "No vengo ni con buen pie, ni con mal pie. Me he levantado resacoso", aseguró Bayona, que llegó junto a una bellísima Belén Rueda, de rojo pasión.
De los dos candidatos al Oscar, Javier Bardem y Alberto Iglesias, sólo estuvo el músico donostiarra: "Estoy tranquilo. Sé lo que no es ganar un Oscar". Los equipos de las películas llegaron al alimón: Las trece rosas, bajo la batuta de Emilio Martínez Lázaro; las chicas de La soledad; los jóvenes de El orfanato, y remataron las actrices de Siete mesas de billar francés. Quienes más disfrutaron del paseillo fueron los taquilleros Pepe Viyuela y Eduard Soto, protagonistas de Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra.
La silla reservada para Javier Bardem se quedó vacía. Fue el gran ausente, a pesar de que ayer se encontraba en Madrid y que había mostrado su deseo de asistir a la gala en la que, como productor del documental Invisibles, hubiera recogido un Goya. Candidato al Oscar como mejor actor secundario por No es país para viejos, se excusó ante la Academia: debía coger un avión para asistir en las próximas horas en Los Ángeles al llamado "almuerzo de los candidatos" de los premios de Hollywood. Al final, de todos los invitados, las que cosecharon mayores aplausos de los fans fueron Najwa Nimri, de blanco Dior, y Elsa Pataky, de Versace. Al que nadie reconoció en la puerta fue a Jaime Rosales, director de La soledad, que mostró una inusitada seguridad desde el principio. "Vengo con cuerpo de ganador". Gran premonición.
Babelia
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