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Reportaje:

El Teatro Romano de Sagunto volverá a ser una ruina

El Supremo confirma la ejecución de la sentencia contra la restauración

Ferran Bono

La polémica restauración del Teatro Romano de Sagunto se deberá derribar en el plazo de 18 meses. Una sentencia del Tribunal Supremo así lo ha dictaminado al desestimar el último recurso interpuesto por el Ayuntamiento de la población valenciana. Se levantarán las placas de mármol que se superponen a la anterior piedra de las gradas y se demolerá el muro de cierre de la escena hasta una altura de 1,20 metros. Es decir, desaparecerá el actual escenario reconstruido y el teatro recuperará su aspecto ruinoso previo a la intervención diseñada por los arquitectos Giorgio Grassi y Manuel Portaceli.

Se pone fin a un litigio de 17 años que ha transitado por el movedizo terreno de la política y del debate arquitectónico de qué hacer con las ruinas. En este caso, un teatro romano, construido en el siglo I, probablemente entre los emperadores Augusto y Tiberio, y declarado monumento nacional.

La sentencia del Supremo confirma el fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) y recoge que el Ayuntamiento y la Generalitat están de acuerdo en que las obras de reversibilidad son posibles y, por tanto, el fallo es ejecutable. La Generalitat debe ejecutar la sentencia, que tendrá un coste de unos seis millones de euros. El TSJCV consideró ilegal en 1993 la intervención por infringir la ley estatal de Patrimonio Histórico de 1985. La razón: "El proyecto de restauración y rehabilitación consistía realmente en una obra que se asienta sobre las ruinas de un teatro romano y las oculta, tratándose de una reconstrucción sobre las ruinas auténticas (...). El teatro se construyó en el siglo I y sufrió múltiples modificaciones a lo largo de su historia. El arquitecto Manuel Portaceli ha reiterado que el teatro romano ya estaba reconstruido en un 80% antes de la intervención.

El abogado y ex diputado autonómico del PP Juan Marco Molines inició el litigio en 1993 contra la intervención promovida por la Generalitat, a la sazón gobernada por Joan Lerma, del PSPV-PSOE. "Se acabó la posibilidad de recursos", dijo ayer un satisfecho Marco Molines. El PP valenciano hizo bandera contra el proyecto, si bien con los años la campaña fue perdiendo fuerza conforme la Generalitat, gobernada a partir de 1995 por los populares, dotaba de uso cultural al recinto. El teatro romano se convirtió en una patata caliente que se ha ido eternizando en recursos. El Supremo ha desechado el argumento de que la reversión "imposibilita el uso cultural continuado" y ha echado por tierra la opinión extendida de que, guste o no, demoler el teatro ahora es innecesario. El alcalde de Sagunto, Alfredo Castelló, del PP, afirmó que hay que cumplir la sentencia y la diputada socialista Ana Noguera se preguntó por qué el PP no ha derribado las gradas del estadio Mestalla declaradas ilegales.

Imagen actual de las gradas del teatro de Sagunto, que deberán levantarse, y del escenario.
Imagen actual de las gradas del teatro de Sagunto, que deberán levantarse, y del escenario.JESÚS CÍSCAR

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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