La censura iraní cae sobre Gabo
El régimen prohíbe la reedición de 'Memoria de mis putas tristes'
El traductor tuvo la precaución de evitar la palabra "putas". La sustituyó por "bellas". Tal vez eso despistó al censor. Pero el éxito en Irán de la versión en farsí de Memoria de mis putas tristes, del Nobel Gabriel García Márquez, se ha convertido en su condena. Después de que la primera tirada casi se agotara en tres semanas, el Ministerio de Cultura ha prohibido su reedición, despedido al censor y anunciado medidas contra el editor.
Memoria de mis putas tristes había llegado a las librerías hace tres semanas de forma silenciosa, como lo hacen las traducciones de la mayoría de los libros extranjeros que logran pasar la censura iraní. Publicado por Nilufar, una editorial pequeña especializada en novela contemporánea, había sido traducido del inglés por Kave Mirabasí, algo bastante frecuente en Irán con la literatura hispana.
El traductor cambió "mis putas" por "mis bellas" para evitar al censor
Mirabasí, un experimentado traductor, cambió el "mis putas" del título por "mis bellas". El giro evitó las sospechas del censor, que, muy probablemente, no leyó la historia del anciano periodista que a los 90 años desea acostarse con una virgen antes de morir y recurre a la madame del burdel al que acudía en su juventud. Que al final el hombre se enamore de la muchacha o que la calidad literaria del relato eclipse cualquier otra consideración no impide que la historia resulte intolerable para la moralidad oficial de Irán.
"La publicación de este libro ha sido un error", aseguró un portavoz del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica citado por la agencia semioficial Fars. "Cuando se publican 50.000 libros al año pueden ocurrir este tipo de errores", justificó la fuente. Ese ministerio es el responsable de autorizar tanto los libros como los periódicos que se publican en Irán.
"La persona que dio la autorización para que se publicara ya ha sido despedida y el editor deberá dar explicaciones por haberlo puesto a la venta a sabiendas de su contenido vergonzoso", añadió el responsable de Cultura, que Fars no identificó. Desde que detectaron su presencia en las librerías, los medios conservadores habían protestado porque se hubiera autorizado esa "novela inmoral". No está claro cuántos ejemplares salieron al mercado en la primera edición.
A partir de la llegada del presidente Mahmud Ahmadineyad, intelectuales y periodistas vienen quejándose de un aumento de la censura. De hecho, al poco de asumir el Gobierno, en agosto de 2005, su ministro de Cultura, Mohamed Saffar-Harandi, decidió que cada reedición de un libro previamente autorizado debía obtener una nueva autorización de la censura. Y ahí es donde se ha cazado a Memoria de mis putas tristes.
No obstante, en una reciente entrevista con EL PAÍS, Saffar-Harandi negó que hubiera aumentado la censura en estos dos años, e incluso aseguró que se había incrementado "en un 15% el número de títulos publicados". "Todo el mundo es libre de difundir sus ideas, pero hay límites que la ley ha especificado, entre ellos no ofender al prójimo, los derechos de los otros ciudadanos, las creencias islámicas y la identidad nacional", aseguró el ministro, que comparó sus leyes con las que en Europa impiden negar el Holocausto.
"La prohibición va a convertir esa novela de García Márquez en un éxito de ventas; es una magnífica publicidad", aseguró a este diario un hispanista. "A partir de ahora subirá el precio y tendremos que comprarla en la trastienda de las librerías, pero no va a desaparecer".
Babelia
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