Benítez Reyes gana el Nadal con una parodia de las novelas esotéricas
Carmen Amoraga queda finalista con 'Algo parecido al amor', las confesiones de tres mujeres
Dos obras de corte muy distinto obtuvieron ayer por la noche en Barcelona los tradicionales premios Nadal y Pla. La 63 edición del galardón más antiguo que se concede actualmente en España y que en esta ocasión convocó 286 obras fue a parar al poeta y novelista gaditano Felipe Benítez Reyes, que en Mercado de espejismos aborda el tema del robo de obras de arte desde la ironía y jugando con los thrillers de corte histórico tan en boga. Para el Josep Pla, el galardón en catalán que llega a su 39 edición y en la que concurrieron 25 obras, el autor valenciano Martí Domínguez volvió a un tema muy querido en su obra, el mundo de la Ilustración francesa, con El retorn de Voltaire.
La obra, que flirtea con el 'thriller', acoge una particular galería de seres típica del autor
La ironía y una cierta causticidad revisten la figura y parte de la obra narrativa del escritor y poeta gaditano Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960). Por ello no sería de extrañar que cuando pergeñó la trama de la novela de intriga Mercado de espejismos, en la que una veterana pareja de ladrones de arte recibe el encargo de sustraer las reliquias de los Reyes Magos de la catedral de Colonia, pensara en presentarla al Premio Nadal que convoca la editorial Destino y en la díada de Reyes en la que se concede el galardón, que ayer efectivamente obtuvo en su 63ª edición, con sus respectivos 18.000 euros.
Con su clásico semblante más bien sobrio, Benítez Reyes explicó tras la cena la trastienda de su obra, en la que entre gotas de thriller y retratos psicológicos de los personajes puede apreciarse también una parodia de las novelas de intriga histórico-esotéricas que en los últimos años han invadido las librerías. A Corina y Jacob, el dúo especialista en organizar robos de arte y falsificaciones, les rodean una notable galería de personajes, todos con un punto de extravagancia, una construcción en la que ya brilló con su novela La novia del mundo (1998, en Tusquets), quizá la más popular y torrencial de un autor más conocido -y reconocido- por su trayectoria poética que por su narrativa.
A diferencia de Miguel Delibes, que se enteró en la edición convocada en 1947 de que había obtenido el premio por La sombra del ciprés es alargada al pie de los teletipos de El Norte de Castilla de Valladolid donde trabajaba, Benítez Reyes estaba en Barcelona desde media tarde, adonde había viajado acompañado por uno de sus mejores amigos, el poeta Luis García Montero. Ante el casi medio millar de asistentes al ya certamen literario más antiguo de los que se conceden en España -y entre los que se encontraban, entre otras personalidades, el presidente de la Generalitat, José Montilla, el consejero de Cultura, Joan Manuel Tresserras, el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu y el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch-, Benítez se mostró satisfecho por un premio que intuye que puede darle mayor proyección.
En cualquier caso, será una difusión popular, pues Benítez Reyes tiene una obra publicada que sobrepasa la treintena de títulos -desde la poesía al articulismo, pasando por el relato y el ensayo- y un puesto significado en la denominada poesía de la experiencia, si bien en su caso de corte más realista. Un verso que ha obtenido los premios Fundación Loewe (por Sombras particulares, 1994) y el Nacional de Literatura y el de la Crítica (ambos por Vidas improbables, 1995), entre otros. En el ámbito de la narrativa destacan Chistera de duende (1991) y Tratándose de ustedes (1992), donde tras una aparente torrencialidad de personajes y tramas late una cierta desesperanza importada de su obra poética.
De corte más clásico y más intimista es la novela Algo tan parecido al amor, de la periodista valenciana Carmen Amoraga (Picanya, 1969), que quedó finalista con una reflexión sobre las inquietudes que genera el amor a partir de tres amigas que se cuentan sus trayectorias sentimentales. Amoraga ha publicado hasta la fecha tres novelas, la primera de las cuales, Para que nada se pierda (Algaida, 1997), ganó el Premio Ateneo Joven de Sevilla.
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