Los militares, en la vorágine de las batallas

A las nueve y media de la mañana de ayer, el salón de actos de la Facultad de Políticas de la UNED estaba lleno a rebosar. Coordinaba la mesa de comunicaciones el mejor historiador militar de la Guerra Civil, Gabriel Cardona, que destaca además por su excelente sentido del humor. Eran cinco las ponencias que se presentaban y que dan una medida aproximada de las cuestiones que en torno al tema de los militares preocupan a los historiadores.

Abrió el fuego José García Rodríguez, él mismo militar de profesión, que se ocupó de desvelar la mentalidad e ideología de esos miles de oficiales profesionales que, desde la Unión Militar Española (UME), se ocuparon de conspirar para derribar a la República. Bajo nivel intelectual y escasa cultura, carácter antidemocrático y antiparlamentario, odio a los intelectuales y mística de la violencia fueron algunas de las características que los definieron.

Luis Miguel Pérez Adán contó la fallida expedición naval sobre Cartagena, que las fuerzas franquistas realizaron en los últimos días del conflicto y que fue un gran desastre, totalmente innecesario (la República estaba ya derrotada), y que provocó el hundimiento del Castillo Olite y la muerte de 1.477 hombres.

Juan Miguel Campanario, Carlos Díez Hernando y Javier Cervera Gil se ocuparon del "enigma Matallana", uno de los generales republicanos más importantes, que sin embargo fue relativamente bien tratado por los franquistas al terminar el conflicto, lo que arroja algunas dudas sobre su lealtad.

Hernán Rodríguez Velasco dio cuenta de sus trabajos sobre los servicios de información y espionaje del Ejército Popular en la batalla del Jarama y Héctor Alonso García se metió de lleno en las cifras de la batalla de Badajoz. Hubo tiempo, 40 minutos, para el debate. Y fueron muchos los que se quedaron sin intervenir.