XXL come XXL
¿Hasta dónde puede llegar la autoridad pública en la regulación de la publicidad en una sociedad libre? ¿Cuáles son los límites admisibles de una campaña publicitaria de una empresa? La respuesta en ambos casos es la ley. Por tanto, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, se excede -por razón que tenga- cuando ataca con sagrada ira la promoción de Burger King sobre su macrohamburguesa. Y la multinacional criticada también, al enrocarse de forma absurda en su postura de no retirar una campaña que sin duda es nociva en su mensaje con el lema de Terrible ser vegetariano, ¿verdad? Y además no incluye la información pertinente sobre el contenido calórico del bocadillo de carne, queso, lechuga y cebolla como hace con el resto de sus productos gastronómicos. No es baladí tal olvido puesto que la Big King tamaño XXL contiene 971 calorías, algo menos de la mitad de las que necesita diariamente un adolescente que es el objetivo principal de tal campaña. Si se suma el menú completo (patatas y refresco) el almuerzo se pone en 1.793 calorías, equivalente al 90% del aporte calórico diario que requiere.
Burger King sostiene que el gusto del cliente prima por encima de todo, pero que igualmente es muy sensible a evitar riesgos de enfermedades generadas por dietas inadecuadas. Y lo hace, dice, fomentando el consumo de ensaladas. Aún mejor sería que en la publicidad advirtiera del contenido calórico. La ministra tiene razón en quejarse de estas campañas que no cumplen el compromiso de autorregulación contraído por las cadenas de comida rápida para fomentar menús sanos y combatir la obesidad, que ya es un problema cuando no un drama para unos niños y adolescentes XXL que comen XXL.
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