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Reportaje:GESTIÓN Y FORMACIÓN

Las canteras de Cemex dan mandarinas

La gestión medioambiental de las plantas de la cementera incluyen plantaciones de cítricos en Alicante y viñas en Toledo

Amaya Iríbar

Cuando uno imagina una cantera ve una montaña mordida, mucho polvo y un terreno yermo alrededor. Una fábrica y poco más. El paisaje que rodea la de Cemex en Alicante es muy diferente. Está cercada por miles de árboles frutales, mandarinos, melocotoneros y nectarinos, que son también propiedad de la cementera y producen casi mil toneladas anuales de fruta. El proyecto no es único. La compañía ha rodeado de viñas sus instalaciones de Yepes (Toledo), produce almendras en Mallorca y gestiona reservas animales en el Reino Unido y otros países. El compromiso de estos proyectos es recuperar el entorno de las plantas en la mayor medida posible. Durante y después de su explotación.

El grupo mexicano invirtió en el ejercicio 2004 más de 740.000 euros en este tipo de proyectos

Durante la primera semana de octubre un centenar de jornaleros se afanaron para recoger la primera hornada de mandarinas de la finca El Clotet (Alicante). Extranjeros en su mayoría, dispuestos a lo largo de las hileras de estos árboles y armados con un calibrador -para medir el grosor de la fruta-, recogían una a una las mandarinas. Podrían estar a sueldo de cualquier empresa agrícola de la zona, pero su patrón es Cemex, el gigante mexicano del cemento.

La tercera firma del sector ha plantado 110 hectáreas en torno a la cantera y la fábrica con 95.000 árboles frutales, aunque no todos dan frutos. "Esto era una zona agrícola", razona Rafael Sempere, gerente de la sección de Agricultura de Cemex, del porqué de este esfuerzo que nada tiene que ver con el cemento. En el horizonte se ven unas cuantas grúas, reflejo del boom urbanístico que vive la zona.

La finca produce alrededor de mil toneladas de fruta al año. Estas primeras mandarinas del año están vendidas de antemano a Estados Unidos. El 90% de la producción se exporta a Francia, Italia, Reino Unido, Alemania y algunos países de Europa del Este, porque en el extranjero el precio es mayor. Para mejorar la producción, que sus responsables quieren duplicar "en dos o tres años, Cemex ha construido un sistema de riego automático, que se abastece del agua de dos embalses en el mismo terreno. El agua además se somete a un proceso de filtrado".

El proyecto empezó en 1986. Pero hoy tiene entidad propia. Con siete trabajadores a tiempo completo y unos centenares en época de recogida, el proyecto se ha convertido en un fin en sí mismo. Pero asociado a la cantera. Forma parte de la concesión que permite a Cemex explotarla y como dice Sempere: "No es nuestro negocio. Somos cementeros. Lo que buscamos es un equilibrio".

Ese equilibrio hace referencia al compromiso del grupo mexicano de ir más allá de lo que la ley exige para recuperar el terreno que explotan. La idea es "formar un cinturón verde alrededor de cada cantera", continúa el directivo, quien asegura que en El Clotet se pueden ver "algunos conejos y perdices". Armando J. García, vicepresidente ejecutivo de Desarrollo de Cemex, añade que "el principio es dejar los terrenos como estaban, aunque cueste dinero", pero sin perder el sentido de negocio.

Así que Alicante no es un ejemplo aislado. En Yepes (Toledo) el proyecto es transformar los terrenos en viñas, que ya van por la segunda vendimia. En la vecina Seseña se cultiva maíz y se ha creado una laguna artificial para que los vecinos paseen, recoge la última memoria de sostenibilidad del grupo. Hay proyectos en Tarragona y Mallorca. Según este documento, la cementera invirtió 740.760 euros en 2004 para restaurar canteras (892.135 euros el año anterior). Esto supone un 6,6% de todas las inversiones medioambientales de la compañía (filtros, limpieza, mejora del impacto visual, reducción del ruido y residuos, entre otras partidas), que ascienden.

No todas las canteras gozan de una transformación de este tipo. "Tiene mucho que ver con la capacidad de presión de la población de cada lugar y de la creatividad de la empresa", reconoce Armando J. García. Además, en algunos casos se empieza a trabajar el terreno desde el principio y en otras se espera un tiempo, reconoce el directivo. El grupo tiene 22 canteras en España.

La ley nacional obliga desde principios de los ochenta a todas las empresas que realizan actividades extractivas, que tienen un gran impacto ambiental, a presentar un plan de restauración, con un calendario aproximado y la estimación del coste, que corre de su cuenta. El reglamento que fija los detalles tardó 10 años en aprobarse. En el Ministerio de Medio Ambiente reconocen que esa legislación no se ha aplicado de forma estricta y que se ha quedado "un poco obsoleta". Una directiva europea que será asumida por España el año que viene la actualizará.

Cemex es probablemente la empresa que ha llegado más lejos en sus proyectos de restauración, pero no es la única. La Asociación Nacional de Empresarios Fabricantes de Áridos tiene incluso un premio específico que reconoce los mejores proyectos.

Una fuente de energía

El 18% de la energía que abastece la cantera de Cemex en Alicante proviene de sus propias entrañas, de la quema a altísimas temperaturas de neumáticos, aceites, harinas cárnicas y otros residuos. Biocombustibles. Ese porcentaje es muy superior al de la media de las plantas del grupo en España, pero está muy lejos de los de otros países, como Alemania o Francia, apuntan sus responsables. "Es dramático que se tire a un vertedero lo que se puede reutilizar", argumenta Javier Merle, director de Desarrollo Sostenible de Cemex en España; "se está perdiendo un gran potencial".

Son las comunidades autónomas las encargadas de autorizar estos procesos. Cemex tiene firmados convenios con los gobiernos valenciano y de Castilla-La Mancha y prepara otro con Cataluña. El debate está abierto. Algunas organizaciones ecologistas se resisten a que las cementeras hagan este trabajo, reconocen en Cemex. Otro problema es cómo transportar la basura hasta los hornos y quién paga esa factura.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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