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Reportaje:

El clan Pinochet vive sus horas más bajas

Los cinco hijos del dictador también temen la cárcel tras años de escándalos y la detención de la primogénita

Para el ex dictador chileno Augusto Pinochet y su esposa, Lucía Hiriart, los cinco hijos del matrimonio han sido un constante dolor de cabeza. Los retoños -Lucía, Augusto, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline- han fracasado en los negocios, ninguno ha tenido éxito profesional ni pudieron capitalizar el pinochetismo, sus matrimonios han naufragado y están alejados entre sí desde las rencillas desatadas después de la detención de su padre en Londres, en 1998.

Sólo ahora se han acercado, enfrentados al riesgo de la cárcel (la mayoría está en libertad bajo fianza): el juez Carlos Cerda, que investiga la fortuna de 28 millones de dólares (23 millones de euros) que el ex dictador, su esposa e hijos y la camarilla militar ocultaron en el exterior, los procesó por evasión fiscal y falsificación de pasaportes.

El único hijo que conocía la prisión era Augusto, procesado por venta ilegal de autos

La policía chilena detuvo ayer a la hija mayor, Lucía, de 62 años, cuando llegaba al país procedente de Washington, con escala en Buenos Aires. El juez mismo subió al avión y la envió detenida a la Escuela de la Gendarmería.

La primogénita hizo una fuga de opereta de seis días para evitar a la justicia. Viajó a Mendoza (Argentina) en auto, de allí a Buenos Aires en avión y después a Washington, donde pidió asilo y quedó en una celda del Centro de Detención de Arlington, en un régimen que incluye traslados esposada, uniforme y compartir duchas y comidas con otras reclusas. Tras dos días en esta situación, desistió de su petición de asilo y regresó.

Lucía ha sido la más política de los cinco. Antes del golpe militar fue secretaria de un dirigente democristiano. En los primeros años de dictadura, se la acusó de enriquecerse con las comisiones que recibió al contratar seguros para las mayores empresas del Estado a través de una intermediadora suya y otra del primero de los cinco maridos que ha tenido. Nadie se negaba a contratar una póliza que ofrecía la primogénita. Las numerosas irregularidades que halló una investigación fueron archivadas. Pronunció discursos, se apuntó a las filas nacionalistas, publicó un libro que le costó acusaciones de plagio y parecía la heredera política, pero la derecha nunca la tomó en serio. Vive en el soleado y místico valle del Elqui, 500 kilómetros al norte de la capital.

Menor exposición pública cultivan sus hermanas, Verónica y Jacqueline. El ex marido de la primera de ellas, Julio Ponce, es conocido como El yerno porque de ingeniero forestal pasó a director de empresas públicas, y después de su privatización terminó quedándose con la principal salitrera del país. A Jacqueline, la menor, es posible observarla cortando el pasto del jardín de casa porque dice no tener medios para contratar un jardinero. El juez la acusa de evadir impuestos por unos 38.000 euros.

Hasta que Cerda procesó al clan, Augusto hijo era el único que conocía la prisión, procesado por venta ilegal de autos. Su carrera militar quedó interrumpida en 1974, después de que un camión del Ejército lo aplastara contra un muro y le causara lesiones en la espalda. Desde entonces se dedica a los negocios y vive entre EE UU y Chile. Fue intermediario de la mayor empresa de cobre del país y protagonizó un gran escándalo: compró una fábrica de fusiles y la vendió por tres millones de dólares al Ejército cuando su padre era comandante en jefe.

"Este niño aún no logra sentar cabeza", decía Lucía Hiriart del menor de sus hijos varones, Marco Antonio. En la dictadura, estrelló el coche que manejaba y murió su acompañante. La policía encubrió el accidente, el cadáver de la joven apareció en una alcantarilla y a la familia de la víctima se le exigió silencio. Dedicado a los negocios, Marco Antonio es hoy el más cercano a su padre y era frecuente su aparición en entrevistas hasta que él mismo fue acusado.

Lucía Pinochet, custodiada por un policía a su llegada ayer a Santiago.
Lucía Pinochet, custodiada por un policía a su llegada ayer a Santiago.EFE

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