La cultura mediterránea refuerza sus lazos
El creador turco Ömer Zülfü Livaneli abre en Barcelona unas jornadas de diálogo entre las dos orillas
"En el Mediterráneo tenemos una identidad musical que hace que a los músicos turcos, griegos, españoles o argelinos nos sea más fácil comunicarnos en estos países ribereños que, por ejemplo, en Alemania, que tiene una tradición diferente y su aproximación es más cerebral. Esta identidad musical es una muestra de que existe una identidad cultural mediterránea". Estas palabras del creador y político turco Ömer Zülfü Livaneli, reflejaron el espíritu de cooperación con el que se iniciaron ayer en Barcelona las jornadas Cultura en el Espacio Euromediterráneo, enmarcadas en los actos de la Cumbre Euromediterránea. Livaneli, que abrió el encuentro, considera que "es el arte y no la política lo que puede cambiar los corazones de las personas".
Las jornadas, planteadas como un laboratorio de ideas para buscar nuevas vías de ampliar la cooperación cultural entre la Unión Europea y los países mediterráneos, no intentan analizar los elementos comunes de las culturas mediterráneas. Más bien se trata de un encuentro de creadores y promotores que esta tarde intentarán ofrecer en el escenario del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona algunas recomendaciones de actuación tendentes a mejorar la movilidad de los artistas, el intercambio de creadores y estudiantes, medidas para proteger la diversidad cultural y un mejor conocimiento de las distintas culturas. Organizadas por la Fundación Interarts (www.interarts.net) y la Generalitat de Cataluña, las jornadas parten del Proceso de Barcelona iniciado hace 10 años y que, por los balances publicados hasta ahora, en el terreno cultural ha tenido aún pocos logros -entre ellos figuran el programa Euromed Heritage de protección del patrimonio, algunas medidas de apoyo al audiovisual además de la puesta en marcha de la Fundación Euromediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas, que se fundó en 2004-. Muchas iniciativas han chocado con un exceso de burocracia, falta de recursos, numerosas dificultades para facilitar la movilidad de los creadores o promotores de los países sureños y también un escaso interés entre los europeos por conocer realmente la cultura y la lengua de estos países. Es, en este sentido, un diálogo desigual.
Falta de recursos
"¿Se puede decir que el Norte haya hecho el esfuerzo de conocernos al menos tanto como nosotros les conocemos?", se pregunta la ministra de Cultura argelina, Khalida Toumi, en uno de los diversos artículos aparecidos estos días sobre el Proceso de Barcelona, que en parte pueden consultarse en las páginas en Internet del Real Instituto Elcano (www.realinstitutoelcano.org) o del Instituto Europeo del Mediterráneo (www.iemed.org). "Podemos decidir conjuntamente situar la cultura en el centro de nuestras relaciones, pues la cultura es este milagro que permite tener simultáneamente la estima de uno mismo y la del otro, asegurando la cohesión del grupo", insiste Toumi, pero para ello, añade, hace falta que sea posible para estos países con menos recursos distribuir y dar a conocer sus creaciones.
Estas muchas dificultades se analizarán con detenimiento en los cuatro talleres que se celebran hoy en Barcelona en el marco de las jornadas, pero en la sesión inaugural quedó patente también que ante la falta o escasa voluntad de los políticos, tendrá que ser la sociedad civil la que contribuya a limar diferencias. Rosa Maria Carrasco, presidenta de Interarts, habló de "responsabilidad compartida", pero reconoció que "la sociedad civil sigue siendo débil en muchos países de la cuenca mediterránea, y esto complica la existencia de una colaboración equitativa, equilibrada y eficaz", añadió.
Livaneli, que considera el Mediterráneo "el sexto continente", comentó los problemas que afectan a la cooperación por las diferencias de ingresos entre los países, la presión migratoria y el proceso actual de la integración europea "en el que se eliminan fronteras internas para poner énfasis en las exteriores". Con todo, aludió a que la diversidad cultural que siempre ha existido en la zona no impide que aún hoy exista una tradición cultural e histórica común "que podemos aprovechar en nuestra lucha por afrontar los problemas que nos separan y a favor de la paz". El compositor, escritor y cineasta, además de político (es socialdemócrata y miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa),
explicó la experiencia de sus iniciativas para contribuir a la paz entre Grecia y Turquía a través de sus colaboraciones con músicos griegos como Mikis Theodorakis, con el que ha realizado numerosos conciertos. "A través de la música intentamos reforzar esta relación porque la música es una manera muy especial de influir en las personas. Se dirige más a las emociones que al intelecto, ayuda a superar las fronteras artificiales y nos pone en primer plano la importancia de la amistad, la paz y la búsqueda de una vida mejor".
Desde 1986, comentó, un grupo de intelectuales creó un comité turcogriego que, entre otros objetivos, se ocupa de la restauración de obras de arte otomanas en Grecia y de obras griegas en Turquía y que también ha creado comisiones para eliminar expresiones despectivas sobre los respectivos países en los libros de texto.
Tras su intervención se abrió un debate que reflejó la dificultad de este diálogo y también sus posibilidades. Un participante chipriota, por ejemplo, lamentó que los esfuerzos para el diálogo choquen con lo que considera el inmovilismo del Gobierno turco; una participante tunecina consideró que a los creadores se les exige una excesiva responsabilidad al querer que "cubran las lagunas de los políticos y actúen como embajadores de la paz"; otra participante israelí insistió en la unidad cultural y abogó por la colaboración porque "si hacemos algo juntos en algún lugar, a lo mejor algo podrá pasar en el futuro".
Fue un inicio prometedor cuyos resultados se conocerán hoy. "El objetivo es marcar algunas líneas de actuación hacia el futuro a partir del análisis de ejemplos concretos que están funcionando", indicó Mercedes Giovanizzo, directora de la Fundación Interarts, quien reconoció que el problema es la complejidad de este proceso por la cantidad de entidades, gobiernos e instituciones implicadas. El laberinto burocrático dificulta el acceso a la información y los recursos, como siempre, acaban dependiendo sólo de los gobiernos. "Con Internet hay más acceso a la información, pero sigue faltando coordinación", concluye.
Babelia
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