El Salón del Libro barcelonés tiene garantizada su continuidad
El presidente del comité organizador del nuevo Salón del Libro de Barcelona -que arrancó el martes y se clausuró ayer-, Manuel Sanglas, dice sentirse "muy satisfecho" por su desarrollo, que califica de "éxito", aunque reconoce que en futuras ediciones se deberán corregir desajustes diversos, como la falta de seguimiento por parte de los adolescentes. La cifra de asistencia, asegura, se acercará a los 70.000 visitantes, cumpliéndose así el objetivo que se marcaron los impulsores del evento, el gremio de Editores de Cataluña y el de Libreros de Barcelona y Cataluña. De éstos, 10.500 han sido niños, mientras que la mayor afluencia de público adulto se ha concentrado en el fin de semana.
"Hemos conseguido, con creces, los objetivos propuestos, como el de atraer a los lectores y el de fomentar la lectura entre los niños", afirma Sanglas, y añade: "Apostamos por un modelo de salón muy especial, inspirado en el de París y basado en los sellos editoriales. No nos dirigíamos al sector especializado, sino al público lector. Vemos que ha funcionado, aunque se deban mejorar muchas cosas". Por ejemplo, han recibido quejas de algunos participantes por el coste que les ha supuesto acudir. "Hemos recibido quejas de algunos participantes llegados de Madrid, cuyo esfuerzo económico es mayor porque tienen que contratar personal y pagarse los traslados. Sin embargo, estar aquí supone un coste parecido al de ir a otros eventos similares".
Feria necesaria
Los participantes han resaltado la necesidad de dotar a Barcelona de una gran feria literaria que sustituyera a la vetusta cita primaveral del Paseo de Gràcia y se sumara a la fiesta popular de Sant Jordi. "La feria del Paseo de Gràcia se había convertido en una tienda de enciclopedias y no satisfacía a nadie. Se celebraba en unas fechas próximas a Sant Jordi, algo que era muy negativo. Por eso, decidimos trasladar el nuevo salón al otoño, lo que ha sido todo un acierto. En principio, la celebración de este encuentro estaba asegurada hasta el 2008, aunque la respuesta del público nos permite pensar que permanecerá para siempre".
Si bien Sanglas se felicita por la complicidad final entre libreros y editores, admite que se tuvieron que limar muchos desencuentros. "Éramos conscientes de que cualquier acuerdo con los libreros conllevaba la imposibilidad de aplicar descuentos, lo que nos hizo preguntarnos: ¿qué incentivos podemos entonces ofrecer al visitante? Optamos por una feria en la que se mostrasen los fondos editoriales como principal atractivo". No obstante, en algunos expositores se han aplicado descuentos no permitidos por la organización. "En los contratos se registraba la prohibición de aplicar descuentos extraordinarios. La ley del libro permite establecer descuentos del 5%, cifra que se puede incrementar hasta el 10% en ferias. Sin embargo, nosotros hicimos constar la prohibición de hacer descuentos superiores al 5%. Es verdad que en algunos expositores no se ha cumplido el acuerdo".
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