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Columna
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El vino del Priorat

El cultivo de la vid en el Priorat se debe a los monjes cartujanos que en 1162 fundaron la abadía de Scala Dei, a los pies de la sierra del Montsant. El prior tenía en régimen feudal a los pueblos colindantes. Los monjes se encargaban de la plantación de vid y de la elaboración de vino, que pronto adquirió gran prestigio: desde entonces los vinos se llamaron del Priorat.

A principios de siglo XX la filoxera devastó los campos, lo que provocó la replantación de la viña con peu americà, algo que actualmente sólo se encuentra en las viñas viejas. La superficie cultivada se redujo notablemente y los payeses plantaron avellanos, almendros y olivos. Durante todo el siglo XX, el Priorat perdió mucha población porque pocos aceptaban vivir de las viñas y los jóvenes se dedicaban a otros oficios.

El vino característico del Priorat es el tinto, pero actualmente se produce ya el 10% de blanco, que poco a poco adquiere prestigio

Fue a partir de 1989 cuando Álvaro Palacios, Dafne Glorian, René Barbier, Carles Pastrana y José Luís Pérez encabezaron la recuperación de la zona: no sólo resucitaron cepas de más de 100 años, sino que dignificaron el trabajo del agricultor. Si en 1996 la cooperativa pagaba 45 pesetas por kilo de uva, actualmente se llegan a pagar cuatro euros por la uva vieja. Esto comportó el retorno a la tierra y actualmente son ya muchos los jóvenes de esta comarca que se dedican al cultivo de la vid. Todo ello ha generado, además, el incremento del turismo y la restauración de calidad.

Aunque la comarca del Priorat tenga la sede administrativa en Falset, lo que se llama Priorat histórico con D.O. está formado por siete municipios cuya capital es Gratallops. Es una tierra de grandes pendientes, con cepas que desafían el calor, la sequedad, las piedras y esa inclinación de 60 grados que deja embobados a los que viven lejos de aquí. El suelo es de pizarra, llamada aquí llicorella, ácido y de escasa profundidad. El clima mediterráneo, de vientos secos, con temperaturas extremas y escasa lluvia estival crean las condiciones para que la uva sea muy dulce, con una graduación muy elevada y de aromas complejos.

La altitud oscila entre los 100 metros a nivel del mar que tienen parte de los términos municipales de Bellmunt o El Molar, hasta los 700 de La Morera del Montsant. En estos momentos existen 38 bodegas.

La vendimia en el Priorat es muy larga: en Bellmunt y El Lloar empieza a mediados de septiembre; en La Morera y Porrera, a mediados de octubre. Las variedades de uva son la cariñena y la garnacha negra, aunque en los últimos años también se plantan cabernet sauvignon, merlot y syrah. Los terrenos inclinados y pedregosos dificultan el acceso, pero se realizan replantaciones en bancales que permiten la mecanización del cultivo. Se emparran las cepas y algunos han instalado el riego por goteo, lo que mejora la producción. El suelo pizarroso y el clima extremo hacen que el rendimiento sea muy bajo, pero aquí prima la calidad por encima de la cantidad.

El vino característico del Priorat es el tinto, pero actualmente se produce ya un 10% de blanco que poco a poco adquiere prestigio. Desde 1995 la Fira del Vi de Falset concentra a profesionales del sector de todo el mundo.

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