Un viaje espacial desde la cama
Doce mujeres han permanecido tumbadas dos meses para un estudio sobre sus reacciones a la microgravedad
No solamente es raro; también parece difícil comer, ducharse o utilizar el ordenador estando tumbada, pero se acostumbra una enseguida. En esto coinciden las 12 mujeres que han permanecido 60 días en posición horizontal, en un edificio del hospital Rangueil de Toulouse (Francia). No estaban enfermas; al contrario, se comprobó que estaban sanísimas para poder participar en este experimento. Con su insólita experiencia, los científicos estudian las reacciones del organismo, en este caso femenino, a unas condiciones en cierto modo similares a las de falta de gravedad que soportan los astronautas en el espacio.
Ayer concluyó la fase de confinamiento hospitalario del experimento y las voluntarias, mujeres de 25 a 40 años procedentes de siete países europeos, iniciaron escalonadamente el regreso a su casa o a su vida normal, tras contar a la prensa sus vivencias. Todas declararon estar muy satisfechas y haber vivido una experiencia única e inolvidable.
Las astronautas tienen más riesgos de sufrir mareos al volver a la Tierra que los hombres
"Ha sido como estar de vacaciones, he aprendido mucho de ciencia y de mí misma", comentó entusiasta la finlandesa Marjo. A ella le gustan los retos y como tal se ha tomado su estancia en el Instituto Francés de Medicina y Fisiología Espacial (Medes). "¿Llegar a ser astronauta? ¿Por qué no?".
De las 12 voluntarias, una no quiso comparecer ante los periodistas por timidez, y otra, una británica, se marchó del hospital hace unos días por motivos personales. Sólo una de ellas se ayudaba ayer de muletas para caminar debido a molestias menores en los tendones. Cuando se incorporaron tras 60 días en posición casi horizontal (con seis grados de inclinación de la cama y la cabeza abajo para simular el flujo sanguíneo hacia la parte superior del cuerpo en ausencia de gravedad), "todas pudieron levantarse sin ayuda", dijo Peter Jost, jefe del proyecto,
"algunas presentaron problemas mínimos de coordinación y equilibrio".
El estudio, denominado Wise, es un programa de la Agencia Europea del Espacio (ESA), la NASA, la Agencia Espacial Francesa (CNES) y la agencia canadiense. El experimento, con un coste de 3,6 millones de euros y otros tantos aportados por los grupos científicos, consta de dos fases: la primera ha concluido ahora, y la segunda, con otra docena de voluntarias, comenzará en septiembre. Las candidatas pueden presentarse hasta agosto por Internet (www.medes.fr).
Beata, de Polonia, repetiría la experiencia "tras un descanso". También Marjo: "Sí, volvería, pero después de unas vacaciones. Ahora quiero ducharme normalmente e ir a un restaurante".
"No es ésta la primera vez que se hacen experimentos de permanencia prolongada en posición horizontal, pero sí es el primer estudio en Europa con mujeres, explicó Didier Schmidt, responsable de la unidad de ciencias de la vida de la ESA. El objetivo es doble: por un lado, investigar los cambios que se producen en el organismo humano en condiciones similares a las de microgravedad (pérdida de masa muscular y de densidad ósea, alteraciones cardiovasculares, riesgo de mareo, etcétera), y por otro, desarrollar estrategias para contrarrestar esos efectos.
¿Y por qué mujeres? "Hay diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres en estos procesos: las astronautas, por ejemplo, tienen más riesgo de sufrir mareos al regresar a la Tierra", explicó Guillemette Gaquelin Kock, del CNES.
Las 12 voluntarias han estado divididas en tres grupos: cuatro haciendo ejercicio físico, cuatro de control sin ejercicios y otras cuatro con un suplemento nutricional específico para atenuar diversos efectos metabólicos. Las mujeres se han alojado en seis habitaciones dobles, sin visitas de familiares o amigos (como en una nave espacial), pero con libre acceso al teléfono y a Internet.
Los resultados del estudio no están aún, advirtió Jost, pero los científicos (12 equipos de 11 países) tienen algunos avances, como el aumento del ritmo cardiaco en las mujeres del grupo de control respecto a las que hacían ejercicio.
Las 12 mujeres ingresaron en el Medes en febrero para someterse durante 20 días a los análisis iniciales. Luego pasaron 60 días en la cama sometidas a pruebas médicas y psicológicas; al final han tenido otros 20 días de recuperación. Desde ahora, y durante tres años, pasarán exámenes periódicamente. Por todo ello, cada una ha recibido 12.400 euros. Pero ninguna citó el cobro como motivo prioritario de su participación.
Ayer, Mónica y Úrsula, las primeras en irse, tenían ya sus maletas listas. Las seis habitaciones debieron mostrar al principio una escueta decoración hospitalaria. Tras dos meses convertidas en hogar, en las paredes había ayer fotografías, dibujos y diversos detalles personales, aunque, eso sí, adaptado todo a la situación: una foto de la Tierra vista desde la Luna está pegada en el techo.
"Lo peor es no poderte mover libremente, ahora estoy feliz de caminar", comentaba Dorotha, de Polonia, 25 años. "Me alegro de haber hecho el experimento, aunque yo no lo repetiría. ¿Un consejo para futuras voluntarias? Que no tengan miedo".
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