El coreano Hwang anuncia que intentará obtener neuronas y células pancreáticas
"Trabajamos ahora en la diferenciación de nuestras 11 líneas celulares", dice el científico
La obtención de 11 líneas celulares por clonación terapéutica con la que asombraron al mundo el viernes pasado es sólo el primer paso de la investigación de Woo Suk Hwang y su equipo de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur). Cuando eligieron a pacientes con diabetes y lesión celular como donantes del núcleo celular ya tenían claro el paso siguiente: "Estamos trabajando ahora en la diferenciación de nuestras 11 nuevas líneas celulares en células betapancreáticas [productoras de insulina], neuronas y otros tipos de células", declaró ayer Hwang a EL PAÍS.
La clonación terapéutica consiste en tomar un núcleo de una célula de la piel del paciente (que contiene el genoma completo) e introducirlo en un óvulo al que se ha privado de su núcleo (por eso los científicos prefieren llamarla transferencia nuclear). Tras una semana, el óvulo se convierte en un embrión en fase de blastocisto, del que se extraen las células madre. Estas células son genéticamente idénticas al paciente, y la esperanza es que puedan convertirse en diversos tipos celulares que puedan trasplantarse al donante sin generar rechazo.
En el experimento que presentó el viernes, Hwang utilizó 11 pacientes. Uno tenía diabetes, y otro, una enfermedad inmunológica, pero llamó la atención que los otros nueve padecieran lesión medular. La razón queda clara ahora: Hwang quiere controlar la diferenciación de las células madre embrionarias en células nerviosas, con la esperanza, aún lejana, de trasplantarla para reparar la lesión que paraliza a sus pacientes.
Un largo camino
Nadie espera una solución rápida. Todos los científicos, incluido Hwang, saben que controlar la diferenciación de las células madre en células y tejidos específicos es un largo camino, y que, en el mejor de los casos, la técnica no podrá llegar a la práctica clínica sin superar antes todo tipo de pruebas en animales.
El Gobierno coreano ha apostado con decisión por el campo de las células madre, consciente de que Hwang lleva mucha delantera a Estados Unidos y las demás potencias científicas. El científico coreano dispone de 1,6 millones de euros al año, sobre todo de su Gobierno. Pero los experimentos de clonación terapéutica sólo han consumido la décima parte, 160.000 euros. El resto está distribuido en proyectos de otros laboratorios de su país, centrados sobre todo en las mencionadas investigaciones sobre diabetes y lesión medular.
Pero también hay otra línea de trabajo. Las líneas de células madre generadas por Hwang ya se pueden usar para estudiar las enfermedades de los pacientes que aportaron sus núcleos celulares. En el caso de la lesión medular, esto será de poca utilidad, pero las líneas celulares de diabetes y enfermedad inmunológica hereditaria son un valioso material para estudiar con todo detalle las causas de estas enfermedades.
¿Piensa el científico abordar también estos proyectos? "Sí", responde Hwang en un correo electrónico. "Planeamos utilizar estas líneas celulares para investigar la patogénesis, los fundamentos biológicos de estas enfermedades. Pero también estamos dispuestos a ceder nuestras líneas a otros científicos".
Hwang es un investigador que juega limpio. La semana pasada, mientras las noticias de su laboratorio daban la vuelta al planeta, el científico coreano estaba en el Instituto Roslin de Edimburgo visitando a Ian Wilmut, el padre de la oveja Dolly. Wilmut es el segundo científico británico que ha conseguido un permiso para investigar en clonación terapéutica, y Hwang fue a su laboratorio a enseñarle todos los trucos técnicos para que la transferencia nuclear (la técnica que inventó el propio Wilmut) funcione con eficacia coreana en el ser humano.
Hwang no duerme más de cuatro horas al día, y parte de su equipo, altamente cualificado y experto, funciona en turnos para cubrir las 24 horas. No hay fines de semana, ni fiestas. La reunión para preparar el trabajo del día empieza a las 6.30 de la mañana. El año pasado, cuando este diario preguntó a Hwang si aspiraba al Premio Nobel, al científico le dio un ataque de risa que le duró dos minutos. ¿Qué opina ahora? "Todavía sigo riéndome", responde Hwang. "Me limito a hacer mi trabajo".
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