La cumbre de Venezuela impulsa la lucha contra el terror y el hambre desde la ley
Chávez, Lula, Uribe y Zapatero prometen la continuidad del diálogo tras la reunión
La cumbre cuatripartita de Ciudad Guayana consolidó ayer la paz entre Colombia y Venezuela, sin producir algún nuevo eje, alianza o proyecto político duradero que no implicara ya en otros foros internacionales, en diversas medidas, a los líderes reunidos. "La mera foto de la reunión es el mensaje", resumió un portavoz español. El resto fue un comunicado que combina problemas y aspiraciones cotidianas -como el hambre, el terrorismo o el multilateralismo- con temas concretos como la reforma de la ONU o el 400º aniversario del Quijote, sin mayores compromisos. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió "concreción" en los resultados.
Zapatero también hizo votos por "la continuidad" del diálogo regional entablado ayer con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el venezolano Hugo Chávez y el colombiano Álvaro Uribe, líderes de tres países fronterizos que cubren más de medio subcontinente.
También la declaración conjunta prevé un seguimiento de los acuerdos adoptados, pero el tenor de los mismos no pasa de meras declaraciones de intenciones. Entre sus líneas afloran incluso algunas divergencias entre los participantes, como el deseo brasileño de obtener apoyo para sus aspiraciones a ocupar uno de los nuevos puestos permanentes que puedan crearse en el Consejo de Seguridad de la ONU, no correspondido por la parte española, que prefiere que aumenten los puestos no permanentes. La contradicción entre la preferencia de Lula por la lucha contra el hambre sobre la lucha contra el terrorismo y la posición de Zapatero de que el terror debe ser combatido en todo momento y lugar, incluso acabando con el hambre, está latente en el comunicado, que llega a una síntesis.
La declaración comienza, en efecto, con una denuncia del hambre como "la mayor causa de desestabilización" o "el arma de destrucción masiva más poderosa que existe en el mundo", según palabras de Lula, que impulsa la principal iniciativa internacional en este campo. Y prosigue con la voluntad de los reunidos de combatir el terrorismo y el narcotráfico, "con estricto apego al derecho internacional, a las normas de protección de derechos humanos".
En el primero de estos apartados, los reunidos "saludan" la propuesta de canje de deuda por proyectos educativos hecha por el presidente español, o el Fondo Humanitario Internacional impulsado por su colega venezolano. En el caso del terrorismo, se comprometen a aplicar las disposiciones internacionales, especialmente las relativas al control financiero y la resolución 1373 de la ONU. También apoyan el diálogo de civilizaciones que promueve Zapatero.
Pero el comunicado no incluye ninguna referencia más concreta a la naturaleza de ese terrorismo, ni siquiera una muestra de solidaridad por el sufrido en España, que hubiera arrastrado otra, más inexcusable aún, a Colombia, con el consiguiente riesgo de conflicto. El presunto apoyo de Chávez a las FARC y al ELN está en la raíz de sus tensiones con Uribe. El venezolano aseguró ayer, en rueda de prensa, que está dispuesto a cooperar "contra el narcotráfico, la violencia y el terrorismo" y que los guerrilleros colombianos "en cuanto crucen la frontera serán considerados enemigos".
Integración regional
Los proyectos de integración regional, con mención de la invitación a España para que se incorpore a las iniciativas venezolanas de integración regional en el terreno energético, marcan otro sector de este diálogo cuatripartito, que concluyó con una reafirmación del rechazo de las acciones unilaterales, del respeto a "la igualdad soberana de todos los Estados", del predominio de la vía diplomática sobre la militar y de la centralidad indispensable de la ONU. Chávez celebró la reunión con una apoteosis retórica facilitada por su condición de anfitrión, aunque no siempre cómoda para sus invitados. Habló del apoyo popular que encuentra frente a las críticas de Washington y estimó que el encuentro no puede causar "reticencias a nadie". Zapatero añadió, en el mismo sentido, que fue "una reunión de diálogo y cooperación, positiva y constructiva, que no puede generar recelos". La cumbre demuestra que el líder venezolano no está solo.
Zapatero constató ayer en Ciudad Guayana un importante éxito diplomático que el propio comunicado final le reconoce, por mucho que se parapete "con humildad" tras la versión oficial de que este encuentro a cuatro, buscado realmente por España, responda a una invitación cursada Madrid por los otros tres países.
Está luego el aspecto económico de esta operación, que se concretará hoy en Caracas, una vez aclarado el panorama político, por un valor de más de 1.300 millones de euros. Zapatero explicó que "a nadie puede provocar reticencias que España venda buques y aviones que tienen un objetivo de seguridad, en ningún caso de naturaleza ofensiva, para el control marítimo de fronteras y para luchar contra el narcotráfico y potenciar los medios de Venezuela de hacer frente a catástrofes naturales". Uribe agregó que el acuerdo de España con Venezuela "ayuda a Colombia, ya que tiene por objetivo combatir el narcotráfico y el terrorismo".
Lula da Silva consolidó su papel de gran potencia regional y su aspiración a consolidarse como portavoz continental y paladín de una política viable de progreso social y desarrollo.
Los réditos de Álvaro Uribe son menos evidentes. El aliado estrecho de Washington, el único líder latinoamericano que apoyó la invasión de Irak, llegó al encuentro aislado en un subcontinente que ha mudado drásticamente de color político y forzado a un matrimonio de conveniencia entre vecinos, que automáticamente mitiga la presión sobre Chávez.
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