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La acusación lee ante Scilingo los nombres de 193 desaparecidos

El ex militar argentino niega que conociese la práctica de torturas

Los desaparecidos estuvieron ayer presentes en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra el ex militar argentino Adolfo Scilingo por delitos de genocidio, terrorismo y torturas, presuntamente cometidos durante la dictadura militar (1976-1983). El abogado Jaime Sanz de Bremond preguntó a Scilingo, uno por uno, por los 193 detenidos desaparecidos. El procesado dijo que no tenía "ni idea".

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Tras haber confesado en 1997 su participación directa en dos de los vuelos de la muerte, en los que arrojó al mar desde aviones en vuelo, drogados pero vivos, a 30 detenidos por supuesta subversión, Scilingo ha cambiado de estrategia y reclama a los que le acusan que demuestren en qué fechas y qué personas fueron sus víctimas, porque, según asegura ahora, no hay pruebas contra él porque todo se lo inventó. Ayer, el abogado Jaime Sanz de Bremond fue preguntando a Scilingo, uno por uno, por los 193 desaparecidos que está demostrado que permanecieron detenidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). "Todos ellos fueron llevados al edificio de oficiales de la ESMA, donde fueron torturados. Y usted estaba destinado allí, vivía allí, comía allí, cenaba allí y dormía allí", dijo Sanz de Bremond.

"A mí, no me consta. Ni les conozco, ni les vi nunca", dijo Scilingo. "Por más nombres que me lea, no tengo la más mínima idea de qué les pasó", replicó Scilingo.

El procesado admitió en 1997 que participó en dos vuelos de la muerte, el primero en la primera quincena de junio de 1977, en el que arrojó al vacío a 13 detenidos, entre ellos una adolescente, cuya imagen dijo que tenía grabada en la mente; y el segundo, en la primera quincena de agosto de ese año, en la que lanzó al mar a otros 17 supuestos subversivos. Ahora argumenta que tiene coartadas y que no pudo realizar ninguno de esos vuelos. Que puede demostrar que mintió ya que en junio de ese año estuvo ingresado por un virus en el Hospital Naval de Buenos Aires, y en agosto, estaba de vacaciones en Bahía Blanca. La fiscal Dolores Delgado señaló que el acusado, en los siete años que lleva en España, no ha reclamado ningún documento que acredite la veracidad de esas coartadas.

Scilingo dijo que mientras estuvo en la ESMA nunca supo qué eran los "asados" (personas a las que se incineraba cuando morían torturados en los interrogatorios), los "vuelos", ni los "fondeos" (detenidos arrojados al fondo del río con un peso en los pies). Dijo que lo supo mucho después, por lo que ponía en los libros que se publicaron.

La fiscal puso en evidencia en un par de ocasiones la versión que ahora ofrece Scilingo según la cual todo fue un montaje que ideó para vengarse del almirante Emilio Massera, ex jefe de la primera junta militar argentina. La fiscal hizo reconocer al acusado que empezó a cambiar su versión de los hechos después de que fuera procesado por el juez Baltasar Garzón.

En la audición de las cintas con su declaración de 1997 se aprecia cómo el juez Garzón interrumpe el testimonio en dos ocasiones para que Scilingo, llorando y con el ánimo quebrado, se recupere. El tribunal tendrá que valorar ahora si el acusado es un gran actor y fingió en aquella ocasión o si, por el contrario, miente ahora.

La fiscal le recordó también a otra mujer cuyas torturas él presenció en la ESMA, que finalmente murió. "Usted declaró", dijo la fiscal, "que era una chica vestida con un suéter color violeta y una pollera negra, que le aplicaron la picana en un hombro, que le sacaron el corpiño y se echó a llorar". Scilingo dijo ayer: "Es falso, claro que es falso".

Adolfo Scilingo.
Adolfo Scilingo.

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