Guadalajara se emociona en el gran homenaje a Manuel Vázquez Montalbán
El 'subcomandante' Marcos envía una larga misiva a la viuda y al hijo del escritor fallecido
México se resiste a creer que Manuel Vázquez Montalbán ha muerto. "Está vivo, tan vivo que cuando el presidente Maragall me dijo que el Barça había ganado y que el mexicano Rafael Márquez había marcado un gol, pensé que Manolo se iba a alegrar mucho", afirmó el domingo Sealtiel Alatriste, que coordinó el gran homenaje que la Ferial de Guadalajara ha querido rendir en memoria a uno de los escritores españoles más queridos en México. Lo mismo pensó el escritor mexicano Carlos Monsiváis. "Leo y releo los libros que escribe. Nunca me atreví a llamarle Manolo, él me llamaba Monsiváis. Sentía una lealtad inquebrantable por los apellidos. Pero, ahora sí, Manolo, ahora me tomo la confianza de que me digas Carlos".
Hubo emoción y muchos ojos empañados, pero también risas. ¿Manolo o Vázquez Montalbán? La cuestión se fue planteando a lo largo de las casi dos horas que duró el acto. "Yo le llamo Vázquez Montalbán", afirmó José Saramago. "A mí tampoco me gustaría que me llamaran Pepe". "Pues para mí siempre fue y será Manolo, desde que lo conocí a principios de los años sesenta en la Universidad de Barcelona", dijo Rosa Regàs. El escritor catalán colaborador de EL PAÍS Jordi Puntí apenas le conoció. "Le vi algunas veces, siempre en actos culturales, pero siempre le llamo Manolo, porque es así como se le llama en la redacción del diario. Ya es mítico. Manolo".
Anna Sallés, la viuda del escritor, explicó que cuando le conoció, también en la universidad, "era ya muy serio y tímido, casi antipático". "Me contó que de pequeño odiaba que le llamaran Manolo y quería que un primo suyo le llamara Vázquez. Si no lo hacía, dejaba de hablarle para siempre".
Pasqual Maragall fue el primero en intervenir. Trazó un perfil de MVM y de su obra. "Era un gran tímido, como yo. Recuerdo una vez que recorrimos juntos el paseo de Gràcia sin decirnos una palabra. Era tímido, pero no se callaba cuando había que hablar y hablaba tan bien como escribía. Persiguió siempre la captura del presente y lo consiguió con su Milenio".
Imaginario mexicano
"Se tomó muy en serio a México", dijo Monsiváis. "Captó muy bien el imaginario mexicano, país precursor de todo el futuro mestizaje universal. A partir de Chiapas, se interesó y estudio el tema indígena. Catorce millones de indígenas hay en México. Pero no vino a deslumbrarse con las utopías, sino a verificar las condiciones. No vino como un turista revolucionario ni como un salvador. Habló con todos cuantos pudo, incluido el subcomandante Marcos, sin alzar la voz, sin retórica, polemizó. Lo explicó muy bien en Marcos, el señor de los anillos".
Y de Marcos llegó una larga carta, escrita en algún lugar de las montañas del sureste mexicano, con membrete del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Le fue entregada en mano a Anna Sallés, leyó fragmentos Sealtiel Alatriste, y el personal quedó conmocionado. Para Marcos y para los zapatistas, Manolo fue siempre Don Vázquez Montalbán. "En un principio nosotros no creíamos en su muerte. Lo de desaparecer en un lugar lejano, precisamente en el aeropuerto de Bangkok, nos pareció entonces como una suerte de recurso detectivesco y no como una ausencia definitiva". "Él, pensaba yo, no se moriría sin avisarnos antes. Pero no, Don Vázquez Montalbán se había ido de veras, dejándonos a nosotros un poco más vacíos. Y eso, el que se fuera de veras, nos daba, y nos da, un poco de rabia, de coraje... Don Vázquez Montalbán no era nuestro amigo, era nuestro compañero... Hablamos un poco de Antonio Machado. Ambos admirábamos el Juan de Mairena". "Concluimos que el mundo iría mucho mejor si los políticos profesionales supieran más de literatura que de mercadotecnia, y si leyeran más libros de poesía y novela y menos reportes estadísticos y boletines de prensa". La carta lleva una posdata: "Con copia para Manuel Vázquez Montalbán, donde quiera que se encuentre".
"Yo prefiero imaginar a Vázquez Montalbán sentado ante su mesa de trabajo. Tiene delante su ciudad, Barcelona. Tiene delante a Cataluña, a España, Europa, al mundo, y siente que tiene que escribir sobre todo eso. Lo imagino abrumado, interrogándose ¿qué es lo que estoy haciendo y qué es lo que yo puedo hacer donde estoy?", dijo Saramago. "Deja una obra extensísima que hay que releer y estudiar muy seriamente, porque debajo de su facilidad de palabra hay mucho más de lo que parece".
Rosa Regàs le comparó con un hombre del renacimiento, "si se me permite la ironía". "Era un renacentista que podía ver todas las realidades con la mirada de un hombre de izquierdas. Para nosotros fue fundamental. Durante más de 40 años ha sido como una especie de luz. No podíamos perdernos sus columnas de los lunes en EL PAÍS".
Jordi Puntí habló de literatura de MVM sobre el fútbol, sobre el Barça. "Ha escrito grandes piezas literarias de referencia. Encontró la fórmula para tratar sociológicamente el tema y para traducir en palabras el sentimiento colectivo de los seguidores del Barça. Fue él quien lo definió como el ejército simbólico desarmado de Cataluña y quien comparó el fútbol con una religión laica. Le molestó mucho que esa religión laica fuera profanada por los señores del diseño". Rafael Márquez, el primer mexicano del Barça, metió un gol el sábado y la FIL está dedicada a Cataluña. "¡Qué metáfora luminosa hubiera escrito Manolo a partir de todo ello!", concluyó Puntí.
"Ha pasado un año de su muerte y confieso que estoy sorprendida de cómo se le recuerda. Viví la conmoción que su muerte causó en Barcelona, ahora sé que ha sido en todas partes. El dolor terrible que sentí se ha suavizado un poco, pero su ausencia sigue siendo irreparable". Anna recordó las raíces populares de Manolo, a las que jamás renunció y que, precisamente, "le ayudaron a comprender mucho mejor los enormes desórdenes que existen en el mundo". "Veo tantas caras amigas aquí, muchas de ellas estaban en el Paraninfo de la Universidad, donde se le rindió el primer homenaje a los tres días de su muerte. Gracias a todos. Llevadle siempre en el corazón y en la cabeza. Leed sus libros".
A caballo por la selva
Las palabras de Monsiváis, la carta del subcomandante Marcos... todo el mundo quiso saber cómo fue ese viaje de Manuel Vázquez Montalbán a la selva Lacandona. Anna Sallés lo explicó: "Fue un viaje muy diferente de los que solía hacer, una aventura. Le costó mucho tiempo establecer contacto con Marcos. La entrevista se tuvo que interrumpir varias veces. Cada vez que pasaban aviones del Ejército tenían que correr a esconderse". Antes de emprender el viaje, Manolo preguntó qué quería el subcomandante que le llevara de España. Chorizos, le respondieron. "Compró los mejores que encontró. Tenía mucho miedo de que se los encontraran al pasar la aduana y ya saben ustedes cómo funciona esa especie de semáforo. Aprietas un botoncito y si se pone en verde, pasas sin que te abran la maleta, pero si se pone en rojo te la abren. Él iba temblando. Pensaba que le iban a pillar y que le detendrían como traficante de chorizos. Se puso en verde".
Pero lo peor estaba por venir. "Tenía que llegar a Lacandona a caballo. ¿Se imaginan a Manolo subiéndose a un caballo? ¿Se lo imaginan intentando mantener el equilibrio? Me contó que fue tremendo y eso que el subcomandante le envió su propio caballo". "Con Marcos habló de muchas cosas y, como ha explicado el subcomandante en su carta, bastante de literatura. Marcos le dijo que había dejado de leer sus carvalhos, porque las recetas tan ricas que cocinaba Carvalho le daban mucha hambre en la selva".
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