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Un buque con 2.200 toneladas de cenizas tóxicas españolas se hunde en Turquía

Los residuos proceden del carbón usado en tres centrales térmicas del norte de la Península

Un barco con 2.200 toneladas de cenizas contaminadas con cromo VI (un potente cancerígeno) se hundió el lunes frente a Alejandreta (Turquía). La carga provenía de tres centrales térmicas españolas, y había partido sin autorización medioambiental de Avilés (Asturias) el 9 de diciembre de 1999, con destino a Argelia, donde Dragados pensaba emplearla en la construcción. Tras ser rechazada en Argelia, el barco llevó la carga a Turquía, donde las autoridades detectaron su peligrosidad y la inmovilizaron. Tras cuatro años anclado, el buque se hundió justo antes de que la carga fuese a volver a España. El Gobierno turco, que no descarta un sabotaje, ha prohibido la pesca y el baño a 200 metros del barco, aunque no ha detectado ninguna fuga.

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Cuatro años ha pasado el MV Ulla anclado frente al puerto de Alejandreta (Iskenderun) en el sur de Turquía. Este complejo industrial no era su destino. Su carga, que originalmente era de 3.488 toneladas de cenizas procedentes de tres centrales térmicas del norte de España, estaba destinada a Argelia, donde la empresa constructora ACS Dragados pensaba utilizarla como material de relleno en una presa. "Este tipo de uso es muy frecuente, mezclado con hormigón o cemento ", ha dicho una portavoz de Lafarge Asland, la cementera que actuó de intermediaria en la operación entre las centrales y la constructora.

Pero el viaje había comenzado mal. Para poder exportar estos productos es necesaria una notificación y autorización. El Ministerio de Medio Ambiente no la había dado, por lo que multó a Asland con 50.000 euros, según el director general de Prevención contra la Contaminación y el Cambio Climático del departamento que dirige Cristina Narbona, Arturo Gonzalo Aizpiri.

Los problemas continuaron cuando el MV Ulla llegó a finales de 1999 al puerto de Jijel, en Argelia: había entrado agua en las bodegas del barco, y las cenizas se habían humedecido. "Tienen que estar secas para que se puedan mezclar con el hormigón", explicó la portavoz de Asland. "Podemos decir que fraguaron", ha dicho Sara del Río, responsable de la Campaña de Tóxicos de Greenpeace, la organización ecologista que primero denunció el peligro del transporte hace cuatro años.

Lo que ninguno sabe -ni Aizpiri, ni Del Río, ni la portavoz de Asland ni el representante de Greenpeace en Turquía, Ertan Keskinsoy- es por qué el capitán del barco no volvió al puerto de origen. En lugar de ello puso rumbo a Alejandreta. Aunque el navío navegaba bajo bandera de conveniencia de la isla caribeña de San Vicente, el dueño y armador del navío, Cemil Mavi Deniz, es turco.

Tampoco hay explicación oficial a por qué un barco que partió con 3.488 toneladas de carga, sólo tenía cuando llegó a Turquía 2.200, según las mismas fuentes. En Alejandreta se llegó incluso a iniciar la descarga de la ceniza, pero las protestas de Greenpeace, que llevaron muestras a analizar, demostraron que el residuo tenía restos de cromo VI, lo que obligó a las autoridades a obligar el embarque de los productos de nuevo.

Entonces comenzó un doble proceso judicial. Por un lado, las autoridades turcas exigieron a las españolas que repatriaran las cenizas. El Ministerio de Medio Ambiente reclamó a Asland, responsable del envío, que iniciara los trámites para el viaje de vuelta. Pero la cementera consideró que el auténtico dueño de la carga era Dragados. La disputa acabó en los tribunales, explica Aizpiri. "Fue un proceso largo", dice el responsable de Medio Ambiente. "Asland recurrió la sentencia, y hasta finales de 2002 no manifestó su voluntad de traer los residuos".

La compañía afirmó que estaba preparada para llevarse la carga en febrero de 2003. Pero entonces se encontró con otro obstáculo: las autoridades turcas habían embargado el barco para cobrar una multa por intentar importar las cenizas (valoradas en 253.300 millones de liras turcas, unos 140 millones de euros), y por no pagar los impuestos de atraque (1.300 euros). El embargo fue resuelto en junio de 2004, indica Aizpiri. Entonces las autoridades españolas iniciaron los trámites para recuperar las cenizas, pero en otro barco (Greenpeace denunció ya en 2003 que el MV Ulla no podía navegar).

El 17 de junio el Ministerio de Medio Ambiente dio a Asland diez días para presentar un plan de actuación. La cementera respondió pidiendo más información. Los datos, como los nombres de los contactos para organizar el trasvase de la carga, fueron comunicados a Asland el 3 de septiembre, según Aizpiri. El 6, el barco se hundió.

De momento no se sabe cuál es el estado de las bodegas del buque. Greenpeace ha pedido a los gobiernos de España y Turquía que colaboren para recuperar la carga, pero el proceso parece difícil: las cenizas se transportan sueltas en la bodega, por lo que cualquier vía de agua puede arrastrarlas. 308.000 toneladas pueden contaminarse.

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