El Gobierno turco duda ahora de que el buque con residuos tóxicos se hundiera por un sabotaje

El ministro turco de Medioambiente, Osman Pepe, se ha retractado hoy de sus palabras y ha afirmado que, de momento, no existe evidencia alguna de que mediara un sabotaje en el naufragio el pasado lunes de un buque cargado con residuos tóxicos procedentes de España. "No sabemos por qué naufragó. Puede que se hundiera por sí solo o que fuera un sabotaje. Pero no existen pruebas claras en ninguno de los dos sentidos. Podremos saberlo cuando se complete la investigación, en uno o dos días", ha explicado el ministro en una rueda de prensa ofrecida hoy.

Sin embargo, el ministro insinuó ayer que el naufragio pudo haber sido provocado por una "mano negra" y anunció su intención de exigir compensaciones a España. El barco, de nombre M/V Ulla y de bandera turca, se fue a pique el lunes cerca de la bahía de Iskandarum, en el sureste de Turquía, en cuyo puerto había permanecido anclado más de cuatro años. En 2000, había zarpado del puerto asturiano de Avilés, fletado por la cementera española Lafarge Asland, con la intención de descargar cenizas tóxicas en Argelia, donde Dragados pretendía usarlos para construir un dique.

Sin embargo, autoridades de Argel rechazaron su entrada a puerto con la excusa de que la carga estaba "en mal estado", por lo que el buque hubo de atracar en Iskandarum, en el otro extremo del mar Mediterráneo. Todos los diarios turcos se hacen eco hoy en primera página de la noticia y denuncian que el accidente "ocurrió ante los ojos de las autoridades", sin que hicieran nada para evitarlo. Los rotativos insisten, además, en que los responsables portuarios habían recibido reiteradas advertencias de que el casco de la nave se había podrido y que se hundiría si no se tomaban las medidas oportunas.

Las denuncias de Greenpeace

Uno de esos informes lo emitió Greenpeace, que ya protestó en octubre de 2000 ante la embajada de España en Ankara y colgó en esa misma fecha una pancarta del barco en la que exigía a España que asumiera su responsabilidad. Asimismo, denunció que el propietario turco del MV Ulla pretendía cambiar el nombre del buque por MV Teresa, y ponerlo bajo bandera vietnamita, con la intención de abandonar el puerto y verter los residuos en el Mediterráneo. Cafer Odabas, subgobernador de la provincia turca de Hatay, donde está ubicada Iskandarum, secundó ayer la versión del accidente, y detalló que durante cuatro años el barco estuvo abandonado y tenía "fugas de agua".

"Todo lo que allí hubiera estos cuatro años se habrá oxidado y podrido. Creo que no existe ninguna posibilidad de que se trate de un sabotaje, siempre ha estado muy vigilado", aseguró a la prensa. Según la Dirección General para Situaciones de Emergencia, en la bodega del carguero había 2.200 toneladas de residuos químicos, entre ellas 3.800 kilogramos de cenizas cromo-plus 6, un material extremadamente contaminante que se disuelve con gran facilidad en el agua. El material puede actuar en un radio de 65 metros alrededor del lugar de su vertido y causa daños irreparables a todo tipo de forma de vida, advierten los científicos.

El ministro informó el martes de que ya se había emprendido el operativo de limpieza para minimizar los efectos de la tragedia, pero que se calcula que unas 308.000 toneladas de arqueo de agua de mar quedarán contaminadas. Según varios expertos, se necesitarán 80 años para limpiar la zona afectada y que la contaminación afectará a más de 10.000 personas que vivían del mar en esta región. Mientras, el Gobierno español ha anunciado que contactará de inmediato con el turco. "A partir de hoy se establecerán contactos oficiales con el Gobierno turco a través del Ministerio de Exteriores, y Medio Ambiente aportará toda la colaboración, dentro de los mecanismos previstos por el Convenio de Basilea", ha explcado la ministra Cristina Narbona.