EE UU intenta rediseñar Oriente Próximo
Washington lanza una ofensiva diplomática para debatir reformas democráticas y económicas
Estados Unidos lanza esta semana una ofensiva diplomática en Europa y en varios países árabes para debatir la iniciativa de reformas democráticas y económicas en "el Gran Oriente Próximo", que presentará el próximo 8 de junio en la cumbre del Grupo de los Ocho que se celebrará en Sea Island (Estado de Georgia). La reciente filtración del borrador del plan ha sido recibida en Europa con muestras de apoyo, pero también de escepticismo y frialdad, y ha causado reacciones adversas en los países árabes. Para tratar de contrarrestar estas reacciones, el Departamento de Estado norteamericano ha enviado a su número tres, Marc Grossman, subsecretario de Asuntos Políticos, a Marruecos, Jordania, Egipto y Bahrein.
Grossman, que ayer tenía previsto llegar a Bruselas, se entrevistó el lunes con Mohamed VI, rey de Marruecos, en Alhucemas y transmitió al monarca que EE UU "no quiere imponer reformas ni va a hacerlo", sino apoyar cualquier movimiento que las favorezca. El rey, según Grossman, prometió "estudiar con la debida atención" el plan, con dos importantes matices: la necesidad de "respetar la naturaleza específica de los países de la región" y la urgencia de resolver el conflicto entre palestinos e israelíes.
Según un portavoz del Departamento de Estado consultado ayer, el objetivo de la gira de Grossman es "escuchar, consultar y aprender de la gente de la zona sobre la mejor manera en la que EE UU puede respaldar los esfuerzos de reforma, de acuerdo con la estrategia del presidente Bush". El portavoz añadió que "es importante mantener los esfuerzos para conseguir una solución estable del conflicto entre israelíes y palestinos", pero que no hay que esperar a ello "para impulsar el proceso de reformas". Otros altos funcionarios del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional están también movilizados en la ofensiva.
El borrador del plan estadounidense fue desvelado en febrero por el diario egipcio Al Hayat. El documento definitivo será presentado en junio en tres foros: la cumbre del G-8 y las reuniones semestrales de la OTAN y de la UE y EE UU. La iniciativa plantea que los países industrializados deben promover un proceso de reformas políticas y económicas en 22 países -los árabes, más Turquía, Pakistán, Afganistán, Irán e Israel, sin mención específica a los palestinos- destinadas a superar tres grandes déficit: "Libertad, conocimiento y situación de la mujer". En el borrador se dice que estos déficit "han contribuido a crear situaciones que amenazan los intereses de los países del G-8", porque "a medida que crece el número de gente privada de derechos democráticos y civiles aumentará el extremismo, el terrorismo, el crimen internacional y la emigración ilegal".
Por ello, se proponen tres vías de avance:
- Promover la democracia, con apoyo de todo tipo a las iniciativas de elecciones libres, asistencia técnica en procesos electorales, intercambios de parlamentarios, ayuda a la promoción política de las mujeres, centros de información sobre derechos civiles, respaldo a medios de comunicación libres e independientes, formación e intercambio de periodistas, promoción de iniciativas contra la corrupción y desarrollo de ONG.
- Construir la sociedad del conocimiento, con la creación de programas de educación para la próxima década que complementen los de la ONU y rebajen el analfabetismo a la mitad, ayuda para la impresión de libros y traducciones, apoyo para la reforma educativa, estímulos para el acceso a ordenadores e Internet en los colegios y educación específica empresarial.
- Ampliar las oportunidades económicas para poner en pie un sector privado que proporcione empleo y crecimiento económico, con la creación de un fondo de 500 millones de dólares en microcréditos para mujeres y pequeños empresarios, además de otros préstamos y la puesta en marcha de corporaciones financieras, un banco de desarrollo y asesoría sobre eliminación de barreras comerciales y modernización de la economía.
Las propuestas concretas son muy numerosas, pero no todas acabarán en el documento final de la cumbre. La idea es que se apruebe un gran plan global como los que se diseñaron para estimular las reformas políticas y económicas en la Europa del Este. Una de las personas que trabajó en aquellos programas en la década de los noventa, Clifford Kupchan, vicepresidente del Nixon Center y especialista en Oriente Próximo, cree que "hay que ser muy cuidadoso a la hora de aplicar modelos que en numerosas ocasiones no han funcionado y que, además, se dirigen a situaciones diferentes. El esfuerzo es interesante, pero me preocupa mucho su éxito, si va a funcionar o no".
"El problema", añade Kupchan, "es que queremos poner en marcha un plan de ayuda en una región extremadamente no receptiva a ese esfuerzo. Lo que dicen los líderes de esos países es que estamos tratando de imponerles nuestros modelos de gobierno. Lo que realmente expresan es que quieren seguir controlando su futuro político. Muchos de ellos están al frente de regímenes no democráticos; como señala el Banco Mundial, las reformas económicas y democráticas sólo funcionan cuando hay voluntad política y de alianzas. Y en Oriente Próximo eso no existe: no hay voluntad política de que haya democracia ni muchas reformas económicas".
Un escepticismo compartido por otros expertos, aunque Kupchan cree que "la intención es buena, pero hay que ser realista: esto va a ser un proceso multigeneracional. Lo que yo creo que será más útil es avanzar en todo lo que suponga intercambio, llevar a jóvenes árabes a países occidentales y a EE UU, abrir las mentes, porque así es como se crean las bases de la voluntad política para alianzas auténticas, con gente que crea en ello. Ahora mismo eso no existe. Creo que deberíamos aprender más de lo que no fue bien con programas similares en Europa del Este, Rusia y Asia e incorporar esas experiencias a los planes en Oriente Próximo".
El mensaje global de esta iniciativa fue adelantado por George W. Bush en otoño. Más recientemente, el vicepresidente, Dick Cheney, dijo en el Foro de Davos que "estimular la libertad y la democracia es lo correcto y lo que más nos interesa: ayudar a que la gente del Gran Oriente Próximo supere el déficit de libertad es, en última instancia, la llave para ganar la batalla contra el terrorismo".
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