El filólogo total
No es fácil compendiar su obra, porque corresponde a la de un filólogo total. No hay asunto literario, filológico o lingüístico, ya sea teórico ya sea de aplicación práctica, al que no le haya dedicado atención, siempre con éxito. Es difícil que un libro sobre asuntos lingüísticos se convierta en un genuino best-seller, pero El dardo en la palabra (1997) y su continuación publicada el pasado año lo han sido. Don Fernando es bien conocido por esos libros, pero lo más conocido de Lázaro Carreter es la punta del iceberg de una obra filológica monumental.
La obra de este maestro podría esquematizarse en cuatro grandes grupos: el primero correspondería a los trabajos dedicados a la historiografía lingüística; el segundo, los dedicados a cuestiones propiamente gramaticales o de pura técnica filológica; el tercero, los dedicados al lenguaje literario, y el cuarto, los dedicados al comentario sobre autores capitales de nuestras letras. Éstos eran sus poderes reales. Dos grupos complementarios se podrían citar: la parte más popular de su obra, que es la que dedicó al comentario sobre la lengua estándar y el español correcto, generalmente, en la prensa (donde también ejerció de crítico teatral), y otra conocida, más bien, para un público tan específico como numeroso: los estudiantes que se han formado en sus magníficos -no tienen otro calificativo- manuales de orientación universitaria de lengua y literatura.
Trabajos como Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII (cuya primera edición data de 1949) y la Crónica del Diccionario de Autoridades (1972), que fue su discurso de ingreso en la Real Academia Española, son obras clásicas en su género. Sus estudios sobre cuestiones gramaticales están recogidos principalmente en el libro Estudios de lingüística (1980), donde se plantean cuestiones no sólo relativas a aspectos técnicos del idioma, sino a asuntos más generales pero de indudable importancia para el acontecer de la lengua. Un tema que siempre le preocupó fue el de la naturaleza del lenguaje literario. Desde mediados de los años setenta agudizó su análisis de la materia y puede considerarse un renovador de ésta, así como un teórico que enlazó lo que se estaba haciendo en otros países con los métodos que se aplicaban en la crítica literaria española. Todo ello se reúne en sus Estudios de poética (La obra en sí). Sus ideas sobre teoría literaria se plasman en comentarios concretos sobre grandes escritores o géneros, y su último título al respecto lo dedicó a la novela picaresca y sus protagonistas. Era un filólogo total. Y una persona que supo implicar a la sociedad, a la gente, en la defensa y la ilustración de la lengua española.
Juan R. Lodares es profesor de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid.
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