La Feria del Libro de La Habana comienza marcada por la crisis con la UE
EE UU deniega el visado a músicos del Buena Vista Social Club candidatos a los Grammy
El enfrentamiento entre Cuba y la Unión Europea sigue subiendo de tono. Y la cultura no escapa al desencuentro político. Esta semana, las tensiones llegaron hasta la XIII Feria Internacional del Libro de La Habana: Alemania, el país invitado, decidió no participar oficialmente ni apoyar la muestra en protesta por la condena de 75 disidentes; en una rápida reacción, los organizadores han preparado un "homenaje a la cultura alemana" tras denunciar lo que a su juicio es un intento de "bloqueo cultural" por parte de la UE en complicidad con Washington.
La Feria Internacional del Libro de La Habana está dedicada este año a la poeta cubana Carilda Oliver y a la "cultura alemana". Se abrió el jueves y se desarrolla hasta el próximo día 15 en la fortaleza colonial de La Cabaña, y después en otras 33 ciudades del país. Según datos de los organizadores, asisten cerca de 70 editoriales extranjeras, la mayoría de Alemania, España y México, y durante el encuentro se presentarán 1.200 títulos y se comercializarán 5 millones de libros a bajos precios.
La contraofensiva de los organizadores ante el plantón del Gobierno de Berlín fue a lo grande, sin escatimar recursos: para la ocasión, la editorial Arte y Literatura ha editado A paso de cangrejo, la última novela de Günter Grass; Medea, de Christa Wolff; El árbol de la serpiente, de Uwe Timm; y también obras de Bertolt Brecht, Heinrich Böll y varias antologías de poetas alemanes. En total, serán presentados 22 libros de autores alemanes, y paralelamente se han programado conciertos, obras de teatro y exposiciones de artistas del país europeo.
"El gran programa que hemos hecho con Alemania, con la cultura alemana, tiene que avergonzar a los que tomaron la decisión de quitarle el apoyo a la feria", declaró el jueves el ministro de Cultura, Abel Prieto, durante la inauguración en La Cabaña. Allí, el discurso oficial lo pronunció el presidente del Instituto Cubano del Libro, Iroel Sánchez, quien acusó a Alemania y a la UE de sumarse a EE UU "en un intento de bloqueo cultural" y de impedir los intercambios entre Cuba y Europa.
El funcionario criticó al Gobierno alemán por haber rechazado la invitación para que ese país participara como invitado de honor de la feria un año después de asumir el compromiso. Y se refirió al gesto de varios escritores y editoriales de ceder gratuitamente los derechos para realizar estas publicaciones.
"Boicot" a la isla
En el acto intervinieron también el director de la editora alemana 8 de Mayo, Dietmar Koshnieder, y el coordinador de la organización Cuba Sí, Reinhard Thiele, quienes criticaron al Gobierno de su país por sumarse al "boicot" a la isla.
La Embajada alemana en La Habana negó cualquier intento de "bloqueo" y remitió su proceder a las sanciones diplomáticas aprobadas por la UE, tras el encarcelamiento de 75 disidentes, entre ellos el poeta Raúl Rivero, condenado a 20 años de cárcel por "conspirar con Estados Unidos". Entre estas medidas, se incluían invitar a los disidentes a las celebraciones de las fiestas nacionales en las embajadas de los Quince en La Habana y limitar el nivel de los intercambios culturales con Cuba. "Simplemente, no hemos participado. La muestra de que no hemos hecho ningún boicot es que este año han venido a la feria más editores que nunca antes", dijo un diplomático alemán. Al encuentro asisten 37 casas editoriales y tres bibliotecas alemanas, además de una treintena de intelectuales, artistas, músicos e invitados de ese país, informaron las autoridades.
Por si fuera poca la espesura de las relaciones entre Cuba y la UE, y para crear todavía más ambiente de guerra fría cultural, horas antes de la inauguración de la feria se conoció que el Gobierno de EE UU había denegado los visados para viajar a su país a un grupo de artistas de la isla candidatos a los premios Grammy, que se entregarán mañana en Los Ángeles. Entre ellos están el cantante Ibrahim Ferrer, el pianista Guillermo Rubalcaba, el laudista Barbarito Torres y el percusionista Amado Valdés, integrantes del proyecto musical Buena Vista Social Club. La semana pasada, Washington tampoco concedió el permiso para viajar a Miami al cineasta Fernando Pérez, que debía asistir a la presentación de su película Suite Habana durante un festival de cine en esa ciudad de Florida.
En una espiral de despropósitos, el Departamento de Estado arguyó que, entre otras razones, a los artistas se les había negado la entrada en EE UU por ser "remunerados" por el Partido Comunista de Cuba. Pero, según el Instituto Cubano de la Música, Washington basó su decisión en la sección 212 (f) de la ley migratoria estadounidense, que se aplica a terroristas, asesinos, narcotraficantes y a toda persona que constituya una amenaza para la seguridad nacional de EE UU. "¿Qué tiene de terrorista el director de la Banda Nacional de Conciertos, el maestro Galván, o Ibrahim Ferrer?", preguntó un funcionario de dicho instituto.
Pero la politización de la XIII Feria del Libro de La Habana no sólo esta determinada por el enfrentamiento con la UE y EE UU. Junto a los homenajes a Pablo Neruda y Alejo Carpentier por el centenario de su nacimiento, las reediciones de clásicos de la literatura cubana y universal y un amplio catálogo de libros para niños, el capítulo de textos militantes no es exiguo: entre otros, se reeditan El camaján y Los disidentes, dos volúmenes -verdaderas cargas de profundidad contra la disidencia interna- lanzados el año pasado. Para más lío, en La Cabaña esta representada la editorial Plaza Mayor, que dirige Patricia Gutiérrez-Menoyo. Todos los autores de su catálogo son cubanos, pero la mayoría exiliados; y su padre, el ex prisionero político Eloy Gutiérrez-Menoyo, se encuentra plantado en Cuba desde agosto y reclama a las autoridades un espacio legal para hacer oposición.
Reynaldo González mira al futuro
Uno de los sucesos más destacados de la XIII Feria del Libro de La Habana, y afortunadamente debido a razones literarias y no políticas, fue la entrega, ayer, del Premio Nacional de Literatura 2003 a Reynaldo González. El narrador, de 63 años, es autor de numerosos ensayos y novelas, entre ellas La fiesta de los tiburones y Al cielo sometidos (Premio Italo Calvino 2000). El premio tiene un valor especial por ser el autor uno de los escritores que padecieron la intolerancia que marcó el clima cultural cubano durante el denominado quinquenio gris en los años setenta. El propio González se refirió a ello en su discurso de agradecimiento: "Sé que algunos de ustedes, hoy, recuerdan etapas turbulentas, el desasosiego de sentirme acorralado cuando la mediocridad se apoderó del mando cultural. Ustedes no entenderían que en este recuento pasara por alto aquella década ingrata. Si la ira de los mediocres enseñoreados me arrebató diez años de vida literaria, también me incluyó en un listado prestigioso, el de los buenos, mientras ellos quedaron orillados en su propia miseria moral".
Después, González matizó: "A estas alturas no tiene sentido mirar al pasado, sino al futuro. La vida enseña que lo importante es la obra; la política siempre pasa".
Babelia
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