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CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

Presidente busca amigos hispanos

El primer viaje al extranjero de George W. Bush como presidente de EE UU empezó al otro lado del río Grande, como demostración de su interés por convertir a México en aliado prioritario. Tres años después, Bush regresa a Monterrey con la intención de hacer amigos entre los dirigentes de la Cumbre de las Américas, reflejo inequívoco del desinterés que ha mostrado hacia el sur del continente en sus primeros tres años de mandato.

Bush, que necesita el voto hispano si quiere ganar en noviembre la reelección como presidente, introdujo la semana pasada una propuesta de reforma de las leyes de inmigración que alivia la situación laboral y legal de varios millones de mexicanos que trabajan en condiciones precarias en EE UU. Sin embargo, ni siquiera ese gesto ha satisfecho al principal destinatario, el presidente mexicano, Vicente Fox, que en una entrevista se limitó a decir que esa propuesta es simplemente "interesante, pero nosotros queremos más", dijo Fox, que aboga por el tránsito libre de trabajadores entre Canadá, EE UU y México. La propuesta de Bush permite tres años de estabilidad legal a los inmigrantes que demuestren estar empleados en EE UU, pero no aclara su futuro a medio plazo ni les permite acceder a permisos de residencia permanente. Aun así, México es posiblemente el interlocutor más cómodo de Bush, tanto que incluso perdona a ese país su postura nada favorable a la guerra en las semanas anteriores a la invasión de Irak.

Críticos con EE UU

Las dificultades para Bush comienzan a medida que baje en un sendero de diálogo diplomático hacia el sur del continente, en el que se enfrenta a dirigentes demasiado izquierdistas para su conservadurismo compasivo o demasiado críticos con la agenda que EE UU pretende imponer en esta cumbre.

La Casa Blanca quería que los 34 líderes acordaran una declaración de principios en contra de la corrupción, con medidas concretas contra quienes no cumplan una serie de principios. Muchos de los dirigentes que acuden a la cumbre consideran esa propuesta una maniobra para que Washington pueda ejercer control y presión política contra los gobiernos que más le desagradan. Ni siquiera el jefe de la diplomacia canadiense, Bill Graham, contempla la propuesta como factible porque "todos los gobiernos tienen algún grado de corrupción, incluido el nuestro. ¿Quién va a establecer el criterio?", se preguntó.

Bush pondrá a prueba su disposición a escuchar a antagonistas políticos en los contactos con un socialista moderado y un ex sindicalista abiertamente de izquierdas, los presidentes de Chile, Ricardo Lagos, y Brasil, Luiz Ignacio Lula da Silva. Otro encuentro incómodo en su programa es el que mantendrá con el presidente argentino, Néstor Kirchner, de quien EE UU no parece tener todavía una opinión formada, aunque han criticado su falta de decisión para enfrentarse a la deuda externa y su excesiva simpatía por el Gobierno de Cuba.

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