Los geles vaginales contra el sida llegan a sus últimos ensayos
Las mujeres podrán controlar más la infección
Los científicos ultiman un nuevo arma contra el sida: los microbicidas. Estos productos se presentan como geles, cremas o supositorios, y su función es evitar la infección por el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual durante el coito. Los microbicidas vaginales tienen una gran ventaja sobre otros métodos de protección como el preservativo: su uso depende sólo de las mujeres, que son las víctimas mayoritarias de la epidemia. Ya hay al menos dos de estos productos preparados para comenzar los ensayos de la fase III (a gran escala y que miden su eficacia) en humanos.
La utilización de geles vaginales para frenar la expansión del VIH es una idea de 1989. Ya entonces se preveía "la feminización del sida", como indica desde Amsterdam Maite Suárez, de la sección europea de la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida (IAVI). "Son susceptibles de un uso bastante autónomo, lo que puede evitar la necesidad de consenso con el hombre, y pueden ayudar a frenar la propagación del VIH antes de que llegue la solución definitiva: la vacuna", añade. "Si además se consigue que no tengan efectos anticonceptivos [porque impidan el paso de microorganismos pero no de espermatozoides], no contarían con el rechazo cultural que el preservativo recibe en muchos países africanos y asiáticos, los más afectados por el sida", afirma.
La Alianza para el Desarrollo de los Microbicidas tienen registrados en estos momentos casi 70 productos. En ensayos clínicos en humanos hay 18, y de ellos dos (Carraguard y Savvy) están listos para comenzar pruebas a gran escala en Suráfrica y Estados Unidos respectivamente, informa la investigadora Jana Bowcut.
La idea de los microbicidas es muy sencilla: crear una barrera que impida que el VIH pase de uno de los componentes de la pareja al otro (normalmente del hombre a la mujer, aunque también se está probando el proceso contrario y su empleo durante el sexo anal, hetero u homosexual).
Algunos actúan como un condón invisible. Es el caso del Carraguard. Este gel se obtiene a partir del llamado musgo de Irlanda (Chondrus crispus), una sustancia que ya se utiliza como espesante y gelificante en la industria alimentaria.
Los modelos más recientes no se limitan a interponerse entre el VIH y la pared genital. El Savvy, por ejemplo, tiene sustancias que rompen las cubiertas de los microorganismos (virus, bacterias, hongos), matándolos.
Control de acidez
Otros, como el BufferGel o el Acid Form actúan sobre el pH (un número que indica el grado de acidez) de la vagina. Lori Heise, de la Campaña Global por los Microbicidas, explica que la vagina tiene un pH ácido. En esas condiciones, el VIH no puede sobrevivir. El problema es que el esperma contrarresta esa acidez. La idea está en mantener la acidez para así eliminar los virus.
El modelo puede complicarse aún más, y el microbicida puede incluir receptores que engañan al VIH anclándolo antes de que llegue a la pared vaginal, o incorporar medicamentos antirretrovirales que impidan su reproducción.
El mayor problema es que, de momento, "su efectividad no es del 100%, pero pueden ayudar cuando no se cuenta con otros sistemas", indican estas expertas. Además, hay un inconveniente añadido: las grandes industrias no parecen tener mucho interés en su desarrollo. Su financiación, como la de las vacunas, corre sobre todo a cargo de consorcios de ONG. Y faltan al menos cinco años hasta obtener los primeros resultados, añade Bowcut.
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