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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otro discurso económico

El debate sobre los Presupuestos del Estado sostenido ayer en el Congreso de los Diputados ha delimitado las estrategias económicas tanto del Gobierno como del PSOE. El ministro de Hacienda insistió en el equilibrio presupuestario como receta para el crecimiento -anunció para este año un superávit del 0,5% del PIB en el conjunto de las cuentas del Estado- y en la creación de empleo como objetivo principal del Ejecutivo. Rodríguez Zapatero, que defendió personalmente la opción económica del PSOE, definió la mejora de la productividad como eje sobre el que pivotará la política económica de un Gobierno socialista, que excluye aparentemente la complacencia dogmática con el déficit cero.

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La controversia parlamentaria entre Montoro y Zapatero no es retórica intrascendente ni esgrima de salón. Los Gobiernos del PP han apostado por la creencia de que la financiación de los recursos públicos es un obstáculo para el crecimiento de la economía. La política del déficit cero ha tenido consecuencias negativas para el mantenimiento de los bienes públicos -las infraestructuras se deterioran sin remedio-, la educación o la inversión en investigación y desarrollo. España está en los últimos lugares en desarrollo de capital social y tecnológico y la política económica del Gobierno no incentiva a las empresas y a las instituciones públicas para que desarrollen todo su potencial inversor y competitivo.

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La propuesta económica del PSOE trata de enjugar la enorme distancia que separa la economía española de las sociedades más desarrolladas de la Unión Europea. La sima en educación, protección social, carreteras e inversión tecnológica sólo puede reducirse y anularse con un esfuerzo financiero público. El programa económico socialista, todavía en esbozo, reconoce los déficit sociales y pretende cubrirlos, aunque sea a cambio de modular el déficit cero y de aceptar un cierto endeudamiento público, que por otra parte tendría hoy una financiación privilegiada, dados los bajos niveles de los tipos de interés.

El esbozo tiene que adquirir perfiles más definidos. Falta un esquema detallado del programa fiscal, una definición inequívoca de la política presupuestaria como instrumento anticíclico y políticas activas contra el paro y la inflación. Falta camino por recorrer para contar con una política económica que compita con el programa del PP y sea creíble para los ciudadanos. Entre otras razones, porque junto al sonsonete gubernamental del déficit cero está la realidad de un crecimiento sostenido durante siete años por encima de la media europea, que sitúa bastante alto el listón al PSOE a la hora de convencer a los ciudadanos de que su política va a ser mejor para todos, también para el crecimiento de la economía. Pero, al menos, la frontera con el discurso de Aznar, Rato y Montoro ya está trazada.

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