El presidente Putin pone en duda ahora la ratificación del Protocolo de Kioto
Rusia supedita a sus intereses nacionales y a un detallado estudio la aceptación del tratado
Rusia da largas al Protocolo de Kioto y sus dirigentes flaquean e incluso pueden haber retrocedido en la voluntad de ratificarlo que expresaban en el pasado. Ayer, el presidente Vladímir Putin sembró la incertidumbre sobre el futuro de este documento, al afirmar que la decisión de ratificarlo se tomará después de estudiar el tema y de acuerdo con los intereses nacionales de su país. Ante una conferencia internacional que reúne a cerca de 1.200 expertos de más de 40 países en Moscú, Putin afirmó que "el Gobierno ruso está estudiando a conciencia el tema y todos los complejos problemas relacionados con él". "La decisión se tomará después de acabar este trabajo y, por supuesto, de acuerdo con los intereses nacionales de la Federación Rusa", agregó.
El Protocolo de Kioto, que Moscú firmó en marzo de 1999, establece una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de un 5,2% de los países industrializados en 2008-2012 respecto a los niveles de 1990. Para entrar en vigor lo tienen que ratificar al menos 55 países cuyas emisiones sumen el 55% del total de los países desarrollados. Ante la negativa de ratificación de EEUU, responsable del 36,1% de las emisiones, Rusia, con un 17,4%, es imprescindible para la supervivencia del acuerdo.
En el pasado, los dirigentes rusos no habían puesto en duda la ratificación del protocolo, aunque dejaban abiertas las fechas y los posibles mecanismos de compensación. En septiembre de 2002 en la cumbre de Johanesburgo, el jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov, dijo que su país se preparaba para la ratificación y expresó su confianza de que se realizaría "en el futuro próximo".
La evolución de las posiciones rusas, que se perfilaba ya desde hace algunos meses, responde mayoritariamente a diversos intentos institucionales de sacar ventaja de la situación, según los especialistas medioambientales. Un experto señalaba ayer que EE UU, y más concretamente algunas compañías energéticas de ese país con proyectos en perspectiva en Rusia, ejercen una creciente influencia sobre la Administración rusa y sobre algunos núcleos del mundo académico.
La posición de Moscú puede causar problemas en la relación con la UE, que ha ratificado ya el protocolo y que ha urgido a Rusia a hacerlo, deseando una clara definición durante la presidencia italiana. Las respuestas internacionales en el marco de la conferencia iniciada ayer fueron de "decepción". En este sentido se expresó Joke Waller-Hunter, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, quien dijo haber esperado "una señal más precisa" sobre la fecha de ratificación. "Decepción, aunque no sorpresa", comentó Javier Rubio, director de la Oficina de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, que representa a España en la conferencia.
Recién llegado de una cumbre con el presidente George Bush en EE UU, Putin afirmó, en una broma no del gusto de todos, que algunos piensan que, al ser Rusia un país septentrional "no hay que tener miedo de que la temperatura suba dos o tres grados". "E incluso puede que sea bueno", añadió, "porque gastaremos menos dinero en abrigos de pieles y otras prendas cálidas y los especialistas agrícolas dicen que las cosechas de cereales aumentan". El Protocolo de Kioto favorece a Rusia, ya que, respecto a 1990, sus emisiones se han reducido en un 32% debido a la crisis económica, según recordó ayer el presidente ruso
"Toda la información necesaria para tomar una decisión está sobre la mesa de los políticos y la ratificación del protocolo es ventajosa en todos los sentidos, tanto desde el punto de vista económico como ecológico", manifestaba ayer George Safónov, del Centro de Recursos Ambientales y Naturales de la Escuela Superior de Economía de Moscú. Según este experto, Rusia ha ido cambiando sus argumentos para no ratificar el protocolo. La idea de utilizarlo como baza en las conversaciones para el ingreso en la Organización Mundial de Comercio, uno de los últimos argumentos, "ni siquiera está formulada como posición negociadora", afirma el especialista.
A favor del Protocolo de Kioto se han pronunciado políticos como Gregori Yablinski, dispuesto a llevar a ratificación a la Duma estatal (el Parlamento), y Anatoli Chubais, el jefe de la empresa nacional de energía eléctrica, que tiene interés en una mayor colaboración con Europa en el campo de la energía. El protocolo contribuirá a la modernización de la industria rusa, pero el académico Yuri Izrael, director del Instituto de Clima Global, cree que la modernización requerirá inversiones muy superiores a los ingresos que Rusia puede obtener por la venta de cupos de emisión, mecanismo que se contempla en el protocolo.
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