Nápoles inventa la democracia literaria
Abraham B. Yehoshua gana el premio de la ciudad en el que era finalista Muñoz Molina
En España va a llamar mucho la atención. El Premio Napoli, que consiguió ayer en el apartado de Narrativa Extranjera el israelí Abraham B. Yehoshua por su novela La esposa liberada, que será editada en España por Anagrama, no ha sido otorgado ni a dedo ni por un jurado de cinco personas. La novela de Yehoshua, que se enfrentaba a Sefarad (Alfaguara), de Antonio Muñoz Molina, y a Todo lo que yo he amado, de Ahron Appelfeld, ha ganado tras un examen riguroso hecho por 160 comités de lectura, formados entre cinco y doce personas, establecidos en barrios de la ciudad, en Italia y en 20 países de todo el mundo. ¿Habrá nacido en Nápoles la democracia literaria?
Es un nuevo invento. Explosivo. Y funciona. Durante una semana, en esta ciudad del sur de Italia han sonado con el ruido y con la música de la discusión sana las páginas de varios libros. El Premio Napoli ha llegado a su 49ª edición cuando lo ha agarrado el escritor Ermanno Rea, presidente de la Fundación Premio Napoli, y lo ha sacudido con una fórmula transparente que se ha puesto en marcha por primera vez este año. "Queríamos que se convirtiera en un acontecimiento internacional y que pusiera a la ciudad a debatir y a discutir", aseguraba ayer antes de que se anunciaran los ganadores en el lugar más literario de una ciudad vital y caótica, la plaza Dante.
El autor israelí ganó con 'La esposa liberada', que editará en España Anagrama
Así ha sido. Todos los autores candidatos en cada apartado, en los que además de narrativa extranjera hay narrativa italiana, poesía y ensayo, han departido por las esquinas de la ciudad, "la maravilla del mundo", que la llamaba Cervantes, con los lectores, los vecinos y los curiosos. Y también en lugares insólitos de la urbe, como el centro penitenciario de Secondigliano, donde hay un comité de lectura con 12 presos que el viernes preguntaron a fondo a Muñoz Molina y a Appelfeld.
Los dos autores se los ganaron con consejos y lecciones de libertad que los reclusos agradecían con aplausos: "El libro más importante de la literatura en español, o probablemente del mundo, El Quijote, se empezó a escribir en una cárcel", les decía el escritor andaluz en italiano. Appelfeld, un judío sabio, autodidacta, educado a golpes de hierro y esperanza en campos de concentración durante su niñez o con bandas de criminales ucranios después, que ha publicado 40 libros, les decía: "Yo he conocido el horror y sé lo que es estar encerrado y demonizado. De todo eso he sacado una lección: hay que querer a la gente", contaba con un tono de voz que denotaba una extraña paz interior.
Los presos, que portaban los libros bien subrayados en demanda de autógrafos, aprovecharon además para sacar cosas a cambio. "Menos burocracia y más libros", le espetó uno al director de la prisión y a las autoridades presentes. "Deberían ayudarnos a renovar y ampliar nuestra biblioteca", decía otro, que era satisfecho por alguien del público que les ofrecía donaciones de ejemplares. Fue un toma y daca único y vivo que a los autores les emocionó.
Luego, por la tarde, cada candidato se sentaba en una esquina de la plaza Dante, situada al final de la Vía Toledo, arteria loca del barrio español, donde te cruzas con motos que llevan encima tres personas, una familia entera más la sillita plegada del niño, probando lo que los napolitanos llaman la "elasticidad" de las normas de tráfico, para responder a las preguntas de los lectores, que les comentaban sus obras, a veces, en mitad de un partido de fútbol espontáneo.
"Eso es lo que buscamos, el contacto directo de los autores con los lectores", explica Rea junto a Bruno Arpaia, escritor italiano que está en el primer jurado técnico que decide los candidatos tras una discusión, también en público, a puerta abierta, que se produce en mayo. Arpaia, que ha publicado en España La última frontera (Lumen), está tan entusiasmado con el mecanismo del premio como Rea, pero también ve sus limitaciones: "Podíamos hacer un intercambio con los premios españoles. Nosotros les dejamos el mecanismo y que ellos nos presten las dotaciones económicas", propone para aumentar los 7.000 euros que se lleva cada ganador.
También buscan elevar el índice de lectura en la región, que es escandalosamente bajo con respecto al Norte: "Si Lombardía tiene un 24% y la ciudad de Milán un 16%, en Nápoles es sólo del 2%, y si juntamos todas las regiones del Sur no llegan a superar el de la ciudad de Milán", afirma.
Babelia
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