Rolo Díez narra la dictadura argentina con humor feroz
'Papel picado' gana el I Premio Umbriel Semana Negra, dotado con 15.000 euros
"Los argentinos vamos a cuidar nuestra memoria. La justicia hoy llega para los generales, pero mañana debe alcanzar a todos los asesinos", afirma Mariana, la protagonista de Papel picado. El paramilitar Cesare d'Amato quizá sueña que "es un torturador y espera turno para ser castigado". Esto sucede casi al final de esta novela conmovedora y divertida con la que Rolo Díez (Buenos Aires, 1940) ha ganado el I Premio Umbriel Semana Negra.
Umbriel es un sello de la editorial Urano, que publica género negro; la Semana Negra es la de Gijón, y este año ambas se han unido para convocar el premio por primera vez. Rolo Díez se presentó a él porque "tenía novela acabada" y "porque no es fácil conseguir 15.000 euros a menos que uno sea un best-seller". "No creo haber escrito nunca una novela policiaca, y tampoco me lo planteé en este caso. Yo lo que quería era contar una historia y hablar de lo que pasó en Argentina, de esa guerra sucia y del terrorismo de Estado, porque hay que seguir hablando de ello".
Y la historia que cuenta es negra, negrísima, pero poco tiene que ver con las convenciones del género. Díez mezcla ficción y realidad -incluso aporta datos, en un apéndice, sobre lo que fue la Operación Cóndor y otros turbios episodios- para narrar la dictadura argentina y el exilio que generó, y lo hace con un humor feroz, con ironía. "El humor es una buena manera de enfrentarse a las dificultades".
Papel picado se desarrolla entre 1977 y 1983. Díez cuenta la guerra sucia y el exilio desde dos puntos de vista, el de los que huyen de Argentina para salvar la vida (Mariana y El Negro, su compañero) y de los que persiguen y matan (Cesare d'Amato y compinches paramilitares).
"La Argentina del siglo XX sufrió un autoritarismo militar muy fuerte. Estábamos acostumbrados a los golpes de Estado, pero 1976 marcó una gran diferencia y no fue casual. Había un nivel de lucha popular muy fuerte y un golpe tradicional no lo hubiera resuelto. Se plantearon una solución definitiva. Videla lo tenía claro: había que matar a toda la gente que fuese necesario, por eso hubo 30.000 desaparecidos. Se desató la locura".
D'Amato y sus colegas reflejan muy bien esa locura. Aparte de recibir órdenes, conspiraban por su cuenta. Ellos defendían la patria contra "el terrorismo comunista", pero eran sus jefes quienes se llevaban el botín de guerra. "Robaban casas, coches, electrodomésticos... todo lo que tenía valor. Robaban niños que a veces regalaban y otras vendían", recuerda Díez.
Mariana (temperamental, vehemente, impulsiva) y el Negro (reflexivo y con gran capacidad de iniciativa) viven un largo exilio. Río de Janeiro, París (donde si no eres Hemingway no es una fiesta), Praga (donde El Negro inica su búsqueda del socialismo), Moscú, La Habana, Roma, Madrid (donde fueron artesanos y vendedores ambulantes y donde aprendieron la palabra sudaca).
En España la pareja se harta de ser sudaca y decide ir a México, más cerca de casa. Allí se encuentran al para D'Amato, también exiliado, porque los militares le castigan por sus tropelías privadas, y también empeñado en matar a Mariana. Es una de las partes más divertidas del libro, que Díez estructura en capítulos alternos usando la primera persona para El Negro y una voz narrativa para el resto. La novela incluye asimismo breves apuntes de una novela que El Negro quiere escribir.
"Con la dictadura, Argentina aprendió a viajar", escribe Díez. "El Negro y Mariana maduran en el exilio y llega un momento en que se dan cuenta de que todos somos emigrantes permanentes".
Hay mucho de Rolo Díez en Papel picado. Militó en un grupo izquierdista. Estuvo preso entre 1971 y 1973, salió con la amnistía peronista y siguió militando hasta mediados de 1977. "La organización fue destruida, arrasada. Algunos pudimos marcharnos para que no nos mataran a todos". "Hay mucha autobiografía, mucha novela vivida antes de ser escrita".
Admite que es casi un testimonio novelado. Los protagonistas de Papel picado regresaron a Argentina, pero Rolo Díez no. Se ha quedado en México.
Babelia
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