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Entrevista:MARTA LUCÍA RAMÍREZ | Ministra colombiana de Defensa

"El Estado ha impedido que aquí cobre fuerza un Bin Laden"

En seis días, que terminaron el fin de semana, la ministra colombiana de Defensa, Marta Lucía Ramírez, ha hecho en Madrid más visitas, recabado más ayuda, predicado con mayor vigor el evangelio de su presidente, Álvaro Uribe, que muchos altos funcionarios en toda una vida. El ciclón colombiano, como la ha bautizado algún adulador no exento de ojo clínico, tiene un mensaje que divulgar y no hay fuerza humana que pueda impedírselo. "Estamos ganando". Aunque no sea seguro que se note todavía.

En medio del torrente de convicciones es difícil introducir la duda metódica. Uribe dijo hace unas semanas que tanta inversión militar norteamericana contra el terrorismo en Irak, podría ser igual o más provechosa aplicada a Colombia. "Pero no quería decir que Estados Unidos debiera enviar soldados. No los necesitamos; lo que quiso decir fue que si se iban a invertir 100.000 millones de dólares en la guerra de Irak, 10.000 o 15.000 para combatir al terrorismo de la guerrilla en Colombia, podían ser hasta más rentables".

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El país sufre el asalto de una poderosa guerrilla, las FARC, vétero-marxista; de otra menor, el ELN, nadie sabe exactamente qué; y de los paramilitares o autodefensas, puros pistoleros que hacen la guerra por su cuenta. El Estado lleva décadas combatiendo a unos, y dice que también a otros, sin progresos conocidos. Pero a la inauguración de Uribe, en agosto, parecía que un nuevo sopetón de esperanza animaba la trabajada faz del país. Y el brutal atentado del Nogal, exclusivo club de Bogotá, que saltó por los aires el 7 de febrero con 36 muertos a bordo, fue todo un aviso. La guerra llegaba a la ciudad, mientras el poder aseguraba que no daba tregua a las FARC en el bosque y la montaña.

"Quieren arrodillar al país como en los tiempos del narco Pablo Escobar, y es verdad que no hemos tenido tiempo en unos meses más que de rasguñar sus cúpulas de poder. Su objetivo sería tomar una ciudad, pero no pueden. Y es la desesperación la que los lleva a esas demostraciones. Saben que no pueden ganar y por eso hacen la guerra del terror. El Estado ha impedido, cuando menos, que entre ellos cobre fuerza la figura de un Bin Laden".

La ministra describe un gran movimiento de tenaza para la victoria, basado en un tríptico ciudadano, del que, hasta ahora, las estadísticas impresionan más que los resultados. "Ya hay 1.240.000 cooperantes, y el presidente nos ha fijado el próximo objetivo en cinco millones. Son auxiliares que educan al pueblo, crean tejido social, fomentan solidaridad local".

Sin ironía, Marta Lucía Ramírez añade que la cifra a alcanzar sería de 44 millones, tantos como colombianos. Pero hay que distinguir a cooperantes de informantes, de los que en campaña electoral Uribe prometió llegar a un millón.

"El informante es el que percibe una remuneración cuando facilita información que permita detener a algún cabecilla, tanto de la guerrilla como de las autodefensas -la ministra emplea siempre la denominación que los paras se dan a sí mismos- porque los combatimos a todos por igual". Las cifras, en este caso, se hacen procelosas. Puede que existan algunos millares de esos informantes, pero la creencia es la de que entre ellos florecen los contra-guerrilleros, a manera de agentes dobles: del Estado y contra el Estado.

El tercer movimiento es el de los soldados campesinos. Una fuerza rural, de modesto entrenamiento, y armamento elemental que no se dejará que actúe nunca en solitario. "Se están constituyendo unidades mixtas de entre 106 y 130 hombres, donde los soldados campesinos siempre estarán acompañados de fuerzas regulares y policías".

¿Y qué opina del dicho tan conocido de que las armas las carga el diablo? "Hacemos una selección rigurosa, entrevistando a cada uno de los aspirantes para que no se nos cuelen autodefensas, y cuidando de que actúen sólo en su comunidad. Para fin de año tendremos 15.000 y el 30 de marzo entrarán en servicio los primeros 5.000".

Pero el gran golpe contra la subversión sigue eludiendo a Uribe. "Se negocia con un grupo de los autodefensas, el de Carlos Castaño, que dice que ha abandonado las armas y el narcotráfico, pero que sólo es parte de un ejército de 14.000 hombres. Y su posible desmovilización tendría que darse bajo sometimiento a la ley, quizá, con rebaja de penas, pero difícilmente con una amnistía general".

Y como una verdadera guerra ha de ser también psicológica, se ha comenzado a librar una pelea por el alma de los llamados niños guerrilleros. "Hay miles de reclutas a la fuerza, de 14 a 18 años, a los que tratamos de convencer de que abandonen la lucha por medio de una radio que emite para ellos. Les hacemos un mercadeo por el que les ofrecemos año y medio de cobijo y manutención para que aprendan un oficio y puedan trabajar como subcontratistas. Nos vienen cinco o seis por semana y queremos captar a 6.000". La ministra, con la precisión de un contable, cifra hoy su número en 240.

Marta Lucía Ramírez no ha venido de limosnera, pero algo tiene que mostrar de vuelta. "Queremos equipos para la interdicción marítima y fluvial, aviones médicos de transporte, sistema de desactivación de explosivos, de lo que ustedes saben tanto, becas para oficiales y suboficiales que se formen en España o en Colombia".

Se lleva ocho Mirages F-1, con varios liftings encima -que ha desestimado por inservibles el jefe de la Fuerza Aérea colombiana- un dragaminas y dos aviones de transporte C-212. En Irak, EE UU va a invertir algo más.

Marta Lucía Ramírez.
Marta Lucía Ramírez.REUTERS

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