La hamburguesa gana en los tribunales
Un juez rechaza que McDonald's sea culpable de la obesidad de sus clientes
Era la primera vez que la hamburguesa se enfrentaba a un proceso judicial, acusada de ser grasienta, ultracalórica y perniciosa. Pero la hamburguesa ha ganado: un juez de EE UU ha desestimado una demanda contra McDonald's que pretendía culpar a la compañía de la obesidad de sus clientes.
Aunque ciertamente grotesca, la demanda no era ni mucho menos una estupidez. De haber seguido adelante, las empresas de comida rápida podían haberse visto convertidas en las tabaqueras del nuevo siglo, condenadas a indemnizar a sus consumidores por el daño que provocan a quienes ingieren sus productos no sin cierta devoción. La decisión cierra la puerta a una previsible avalancha de McDemandas, como las ha llamado el juez. Las acciones de McDonald's subieron inmediatamente en Wall Street.
Los ciudadanos de Estados Unidos gastan más en comida rápida que en educación superior
Según el libro Fast Food Nation, publicado hace dos años, la hamburguesa con patatas fritas no se convirtió en la genuina esencia de la gastronomía estadounidense hasta bien entrada la década de los cincuenta. Aunque cueste creerlo, los últimos estudios demuestran que el americano medio consume actualmente tres hamburguesas y cuatro raciones de patatas fritas... a la semana. Dado que muchos no prueban este plato, cabe imaginar que otros lo han convertido en el pan suyo de cada día.
La demanda venía firmada por un grupo de abogados que defendían a niños con enfermedades en cuyo origen puede entreverse la grasa de la hamburguesa. Uno de ellos es un chaval de 14 años que pesa 80 kilos aunque apenas llega al 1,40 de estatura. La acusación se basó en un argumento que ha demostrado ser poco sólido: aseguraban que los clientes de McDonald's sólo son vagamente conscientes de los efectos nocivos de la comida que consumen.
El juez Robert Sweet no ha estado de acuerdo: "Uno de los elementos necesarios de cualquier demanda viable es que los productos de McDonald's presenten un peligro desconocido para el consumidor. La acusación no ha conseguido demostrar que ese peligro exista", escribe el juez en su resolución.
Uno de los abogados que representaba a los niños con problemas de diabetes, tensión y, sobre todo, obesidad, explicó durante el proceso que el alto contenido de grasa, azúcar y colesterol en los productos de McDonald's crea una amalgama culinaria que para los niños es "tan insípida como tóxica", dijo Samuel Hirsch. Su argumento, aunque ha sido inútil, era astuto: aceptó de partida que la gente sabe que la comida de McDonald's es mala, pero no cómo es de mala. El juez no picó.
El magistrado reconoce las maldades dietéticas de la hamburguesa empaquetada pero estima que los consumidores "conocen, o razonablemente deberían conocer, los efectos negativos de salud que pueden sufrir por comer en McDonald's, pero no pueden culpar a esta empresa si, a pesar de eso, deciden saciar su apetito con un atracón de un producto gigante de McDonald's", dice en una de las 65 páginas en las que expone su resolución.
Un portavoz de la compañía enseguida alabó la decisión y se alegró "de que haya prevalecido el sentido común. Desde el principio habíamos dicho que ésta era una demanda frívola. La decisión de hoy lo confirma", dijo Walt Riker en un comunicado. Hay al menos otras cuatro demandas similares en trámite, todas ellas en fase letárgica a la espera de que un juez se decidiera a sentar precedente.
En contra de lo que ha sucedido con el tabaco, la conciencia social sobre el peligro del producto no ha generado una estampida en su consumo, a pesar de que muchos médicos consideran que la pasión por la comida rápida hace inmensamente más daño a este país que el vicio del cigarrillo.
McDonald's, que ha suplantado a Coca-Cola como símbolo de presencia estadounidense, es algo más que una compañía con 30.000 establecimientos. Es el principal inversor inmobiliario del mundo (ingresa más por realquiler de espacios que por venta de comida). Es el principal comprador de carne y patatas. Es uno de los mayores distribuidores de juguetes del mundo, los que regala con las comidas. Da empleo a un millón de personas cada año. Uno de cada ocho adultos de EE UU ha trabajado en un McDondald's en algún momento de su vida.
En 1970, los estadounidenses gastaron 6.000 millones de dólares en comida rápida. En el año 2000 gastaron 110.000 millones, incomparablemente más que la subida proporcional del coste de la vida. Actualmente, los ciudadanos de EE UU gastan más en comida rápida que en educación superior, ordenadores, coches nuevos, cine, revistas, periódicos, vídeos y música. Más incluso que en todo eso junto.
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