Un desafiante Sadam amenaza con derrotar a Bush a las puertas de Bagdad
El líder iraquí llama "mongoles de nuestra era" a los soldados que se disponen a atacar Irak
Un desafiante Sadam Husein recurrió a la épica de "la madre de todas las batallas", ayer -cuando se cumplía precisamente el 12º aniversario del comienzo de la guerra del Golfo-, y amenazó al presidente de EE UU, George W. Bush, con derrotar a sus tropas, a las que definió como los "mongoles de nuestra era", "a las puertas de Bagdad" y de otras ciudades iraquíes. En su discurso, difundido por radio y televisión, Sadam no hizo, sin embargo, ninguna mención a los inspectores de armas de la ONU, que el jueves hallaron 11 ojivas de misiles químicas vacías en su país.
"Hemos decido y planeado la derrota de los agresores. Hemos movilizado todas nuestras capacidades, incluidas las del Ejército, del pueblo y del Gobierno. (...) Bagdad, su pueblo y sus líderes, está decidido a forzar a los mongoles de nuestra era a suicidarse ante sus puertas". Sadam aludía así en su discurso a las tropas del jefe mongol Hulagu Jan, que saquearon en 1258 la capital iraquí, entonces un foco de cultura, y pusieron término a la dinastía de los Abasidas.
"El Ejército de Hulagu ha vuelto de nuevo a enfrentarse con Bagdad después de haber renacido. Se suicidarán contra las murallas de Bagdad y de otras ciudades iraquíes", agregó en su soflama el presidente iraquí.
Con 65 años, el líder de Bagdad se enfrenta a un poderoso Ejército encabezado por Estados Unidos, que espera tener destacados a 150.000 soldados dentro de un mes en torno al golfo Pérsico. Pero, 12 años después del desafiante discurso en el que amenazó al padre del actual presidente de Estados Unidos con desencadenar "la madre de todas las batallas", Sadam volvió a tronar contra el enemigo: "Todo aquel que venga con el espíritu y las intenciones de Hulagu [los mongoles] morirá al pie de las murallas de Bagdad", afirmó en su discurso.
Después de haber convocado un simulacro de referéndum el pasado mes de octubre para garantizarse un nuevo mandato presidencial de siete años, Sadam se siente reforzado en el poder en Bagdad. Los rumores que se extienden por el mundo árabe sobre un hipotético exilio de Sadam para evitar la guerra parecieron desvanecerse ayer con el discurso del presidente iraquí.
Desde el fin de la guerra del Golfo, Sadam ha sufrido ataques de misiles y bombardeos en 1993, 1996 y 1998. El régimen parece haber salido fortalecido en cada una de estas ocasiones.
Desde que tomó el poder, en julio de 1979, Sadam Husein, mantiene la ambición de convertir a su país en la primera potencia militar del mundo árabe. Durante la guerra con Irán (1980-1988), recibió el apoyo militar y financiero de los países occidentales y de las monarquías del Golfo para frenar el ascenso del fundamentalismo de los ayatolás.
Pero su mayor error fue invadir Kuwait en agosto de 1990 y no retirarse ante las exigencias de la comunidad internacional, que acabó autorizando la intervención de una formidable coalición militar contra Irak hace ahora 12 años.
Aunque se reclame como el nuevo Saladino contra los cruzados, Sadam Husein ocupa ahora el poder en una país arruinado por el embargo internacional aprobado por la ONU. Y dividido: en el norte, la minoría kurda iraquí escapa a su control.
En la actualidad, acumula los puestos de presidente de Irak, jefe de Gobierno, jefe del Consejo de Mando de la Revolución, líder del oficialista Partido Baas y comandante de las Fuerzas Armadas. Después de haber creado un régimen policial y haber eliminado a casi todos sus oponentes, Sadam Husein sigue viviendo en un círculo cerrado y rodeado de misterio en alguno de sus innumerables palacios.
Sus raras apariciones en público, como la del discurso difundido por televisión, son aprovechadas por el régimen para intentar dar una imagen de unidad nacional y de resistencia ante el enemigo como la que algunos grupos de hombres armados ofrecieron ayer en Bagdad.
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