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El Gobierno invierte 20 millones en un peculiar centro dedicado a la astrobiología

Los científicos asociados al instituto dirigen los proyectos desde fuera de sus paredes

Javier Sampedro

El Gobierno ha invertido 20 millones de euros en el Centro de Astrobiología, un peculiar laboratorio inaugurado ayer por José María Aznar, dos de sus ministros, el presidente de la Comunidad de Madrid (Alberto Ruiz Gallardón), tres premios Nobel y un alto cargo de la NASA. El centro vende una imagen muy del gusto mercadotécnico de esa agencia espacial - "¿es la vida consecuencia de la evolución del universo?"-, pero sus proyectos tienen un bien avalado interés científico, tecnológico y aplicado. Los problemas de gestión también son evidentes.

Se trata de un centro mixto del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA, del Ministerio de Defensa) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, del Ministerio de Ciencia y Tecnología). Esos dos ministerios han corrido con el grueso de su financiación, y sus titulares, Federico Trillo y Josep Piqué, acompañaron ayer a Aznar en la inauguración.

La astrobiología, también llamada exobiología o xenobiología, se define como el estudio de la vida en otros planetas, y se expone así a la crítica sarcástica, dada la falta de indicios sobre la existencia de tal cosa. Sin embargo, los proyectos reales del nuevo Centro de Astrobiología, situado en Torrejón de Ardoz (Madrid), se imbrican en disciplinas científicas -genómica, diseño de biochips, bioinformática, robótica, evolución, vida microbiana en condiciones extremas- sólidamente asentadas en el planeta Tierra, y avaladas por investigadores muy solventes.

El tipo de vinculación de estos líderes científicos con el centro es peculiar: casi ninguno se ha trasladado físicamente a Torrejón, ni dirige allí un grupo de investigación convencional. El Centro de Astrobiología, dirigido por el físico Juan Pérez Mercader, contrata o beca directamente a su personal investigador (unas 50 personas) y lo distribuye entre sus nueve laboratorios. Los líderes funcionan como "tutores" externos, y sólo asisten al centro ocasionalmente para supervisar la marcha de sus proyectos.

El sistema está ideado así con la intención de favorecer la colaboración entre los diferentes laboratorios ("interdisciplinariedad"), pero dota a Pérez Mercader de una autoridad mayor de lo habitual sobre su personal, y ya ha dado lugar a episodios de malestar laboral y a problemas de organización (aunque el edificio es nuevo, los grupos de investigación han estado funcionando desde 1999 en dependencias dispersas y provisionales).

Algunos científicos vinculados al centro admiten la existencia de esos problemas: desajustes entre la disponibilidad de los distintos recursos (por ejemplo, equipos técnicos de última generación que no había dónde colocar), organización interna mejorable, falta de líderes de grupo con una presencia permanente en el centro, becas rescindidas con poca justificación y arbitrariedad en algunas decisiones. Como señala uno de ellos: "La gestión está lejos de ser óptima y cerca de ser pésima".

Pero otros científicos asociados ven sólidas razones en apoyo del centro. "No estamos buscando marcianos", señala Esteban Domingo, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBM). "El proyecto que superviso para crear biochips que detecten variantes genéticas minoritarias puede tener futuras aplicaciones espaciales, pero seguramente las tendrá antes en el diagnóstico de enfermedades causadas por virus muy variables, como la gripe y el sida. Los proyectos de robótica y enzimología tienen importantes aplicaciones en biotecnología y en tecnología sin más. Pérez Mercader cuenta con mi apoyo, por eso me sumé a su proyecto".

"El centro no va a competir con los grandes institutos de biología molecular, y todavía tiene que hacerse un nombre, pero abre áreas innovadoras y originales", añade Ricardo Amils, catedrático de microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid. "Su relación con la NASA es insólita en Europa, y constituye un buen indicador".

Ricard Solé, director del Laboratorio de Sistemas Complejos de la Universidad Pompeu Fabra y profesor del Instituto de Santa Fe (EE UU), señala: "Hay varios proyectos que son muy interesantes, y el centro puede llegar a ser un lugar de trabajo excepcional, sin nada que envidiar a cualquier centro de proyección internacional. Pérez Mercader ha hecho un esfuerzo titánico para ponerlo en pie".

Y el director del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia, Andrés Moya, añade: "Acabamos de publicar el primer genoma secuenciado íntegramente en España, y no hubiera sido posible sin el Centro de Astrobiología".

José María Aznar y Federico Trillo examinan los nuevos equipos del Centro de Astrobiología.
José María Aznar y Federico Trillo examinan los nuevos equipos del Centro de Astrobiología.EFE

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