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Claudio Guillén da una lección magistral sobre el exilio, la identidad y la literatura

Carlos Fuentes rinde homenaje en Kosmopolis a la diáspora republicana española de 1939

La experiencia del exilio ha marcado de manera trágica la historia del siglo XX, y aun así, tanto Claudio Guillén como Hoda Barakat trataron ayer, en Kosmopolis 2002, de extraer los aspectos positivos. Para el hijo del poeta Jorge Guillén, el destierro puede conducir a la "universalización". A la escritora libanesa le hizo descubrir que su lengua literaria es el árabe, la última frontera que la une a su mundo anterior. Carlos Fuentes defendió el exilio del "trabajador migratorio mexicano".

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Guillén, nacido en París en 1924, salió de España con su padre, el poeta Jorge Guillén, en 1939. Doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Harvard y catedrático de esta materia en las de San Diego, Princeton y Harvard, regresó a España en 1982. Es autor, entre otros libros, de Entre lo uno y lo diverso (Crítica) y Múltiples moradas (Tusquets). Hoda Barakat nació en Beirut en 1952 y se exilió a Francia en 1989. Periodista, investigadora y escritora, ha publicado cuatro novelas, una de ellas, La luz de la pasión (Seix Barral) traducida al español.

Moderados por Enric Bou, profesor de la Universidad de Brown (Estados Unidos), Guillén y Barakat hablaron ayer de exilio y literatura, de lengua y de identidad durante 90 intensos minutos. Guillén, que dio una lección magistral con un impresionante recorrido por la literatura del exilio español, distinguió entre dos tipos de destierro: el "colectivo, obligatorio y político, y el metafórico". "Darse cuenta de que el exilio personal es diferente del colectivo es positivo, primero porque se reconoce la pluralidad de la persona; y segundo porque permite a ese yo plural pertenecer a distintas colectividades".

El exilio metafórico es un concepto más amplio, se puede escribir sobre él sin conocerlo. "J. V. Foix decía que la naturaleza del poeta es una naturaleza en exilio. Y Cioran, que el pensador es un exiliado", afirmó Guillén.

El "destiempo" de Borges

Jorge Luis Borges se refería al exilio como el "destiempo". Max Aub escribió sobr él en La gallina ciega como "el tiempo multiplicado por la ausencia". "Es la amargura del retorno", dijo Guillén, "el destiempo de Borges es el desafase que se sufre. Cuando un exiliado regresa a su país puede recuperar la tierra, pero no el tiempo". ¿Cómo se puede superar? "No permitiendo que el exilio nos obligue a plantear la identidad de una manera simplista, sino enriquecedora. Por la universalización. Podemos descubrir lo que tenemos en común con los otros".

Hoda Barakat dio un testimonio ácido de su propia experiencia. "El exilio tiene dos etapas: cuando te vas de tu país y llegas al otro, y cuando se produce la ruptura. Cuando me fui de Líbano ya no era el país que había amado. Llegué a París porque allí vivía una hermana, pero sin ninguna ilusión". Una cosa tenía clara: "No iba a ser representante de mi país en el exilio. Rechazo el mercadeo de los profetas del exilio, que predican libertad y que viven inmersos en el dolor". En Francia, Barakat descubrió el desafío de escribir en árabe. "No fue una elección. Es la última frontera a la que me agarro para que no se produzca definitivamente la ruptura".

La escritora sostiene que el verdadero exilio hoy es el de la pobreza y la enfermedad en África. "¿Cómo van explicar dentro de 100 años Estados Unidos y Europa lo que están permitiendo que pase en África? Los africanos son los exiliados del mundo rico".

Carlos Fuentes, que ya el jueves estuvo en un debate sobre el exilio, continuó hablando ayer del asunto en conferencia de prensa. El escritor mexicano rindió tributo al exilio español de 1939. "México tiene una enorme deuda con España, con sus exiliados de la Guerra Civil. En un momento en que mi país tenía la tentación de caer en el chauvinismo y en el nacionalismo xénofobo, los republicanos españoles nos enriquecieron".

Fuentes habló de otro tipo de exilio, el de los "trabajadores migratorios mexicanos en Estados Unidos". "Van porque se les necesita, están contribuyendo a salvar la economía estadounidense, y muchas veces se les criminaliza. ¡Ningún trabajador es criminal! Estábamos trabajando para conseguir que se regularizara su residencia permanente en Estados Unidos cuando se cruzó el 11 de septiembre. No entienden que se combate mejor el terrorismo legalizando la situación que manteniéndolos en la sombra".

Hoda Barakat y Claudio Guillén.
Hoda Barakat y Claudio Guillén.MARCEL.LÍ SÁENZ

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