"Después del 11-S es aún más importante seguir viajando"
Colin Thubron (Londres, 1939), autor de En Siberia o El corazón perdido de Asia, alterna rigurosamente la escritura de sus apasionantes libros de viajes con la de novelas. Su última creación ha sido una de éstas, To the last city -que ha sido finalista del premio Booker-, así que ahora toca viaje, ¿no? "Sí", ríe el escritor, "planeo hacer la Ruta de la Seda, del Mediterráneo a China, en marzo". ¿Y cómo se prepara? "Leo mucho, estudio los caminos, y refresco mi mandarín", afirma Thubron, poniendo más cara de antiguo alumno de Eton que nunca. "Aprendí a hablarlo para el viaje del que resultó Behind the Wall, mi libro sobre China, pero he de repasarlo". Thubron estará de viaje cuatro meses y luego dedicará un año a escribir el relato de la experiencia.
Así que hasta casi el 2005 no se dispondrá en España de otro de sus sensacionales libros de viajes. No obstante, no hay que desesperar, su libro de China está aún inédito en nuestro país -como sus novelas- y la visita de Thubron a Barcelona coincide con la publicación en castellano (Península/Altaïr) de un volumen que recoge, bajo el título de Entre árabes, sus dos primeros libros de viajes, Semblanza de Damasco (1967) y Las montañas de Adonis (1968) -periplo de cuatro meses por los montes y las costas de Líbano-. Pese a que Thubron muestra cierta distancia con esos libros, que considera escritos por un joven excesivamente romántico, como diría Conrad, e incluso inocente, no es difícil reconocer en ellos el estilo que ha convertido al autor en uno de los nombres imprescindibles del género de la literatura de viajes.
Están ahí la pasión por la historia (los beduinos de Rala que derrotan a una tribu enemiga utilizando 20 taxis americanos) o el lirismo ("El viajero no volverá a despertarse una noche perfumada de jazmín al oír la voz del vendedor de sorbetes que lo llama para refrescarse el corazón: '¡Berid 'ala kalbak!").
Entre árabes... no deja de ser curioso publicar ese libro, con lo que está cayendo. "Viajar desde el 11-S puede ser más complicado, lo es sin duda a según qué partes del mundo; hay países que aplican mayores restricciones y otros que se han vuelto más estrictos y hasta brutales tras los atentados y la respuesta de Estados Unidos. Pero es importante seguir viajando, hay que mantener el contacto, tenemos que seguir viendo a los demás, a los otros, como seres humanos y no bajo los clichés que se trata de imponernos. Hemos de seguir reconociéndolos como son en realidad, y ellos a nosotros. En ese sentido, los libros de viajes tienen una gran aportación que hacer: informan a una cultura de otra".
Escribir acerca de lugares y gentes que cambian tiene algo de trazar signos sobre el polvo de los caminos, ¿no es frustrante? "Es el destino de los libros de viajes. Retratas algo fugaz, que desaparece. Cambian los lugares y cambias tú. Sólo puedes aspirar a retratar el momento, no a parar el mundo. Pero siempre hay algo permanente, algo sobre lo que puedes hacer luz, una pequeña contribución a la historia: como Norman Lewis al retratar la Birmania de 1946, Thesiger con su Arabia primigenia o Jan Morris con Venecia".
Babelia
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